Se nos fue un grande de verdad. Eduardo "el Flaco" Lerke era antes que nada un gran tipo. Además de un fotógrafo increíble. Y encima un padrazo. Y un gran compañero y amigo incondicional de sus amigos.
Con él compartimos muchas temporadas en Pinamar, él para la revista Caras, yo para la revista Noticias. De hecho, fue el "Loco" Lerke -como también lo llamábamos- el que me dio la precisión de que José Luis Cabezas se había ido a las 5:10 de la madrugada (de aquel 25 de enero de 1997) de la casa del empresario Oscar Andreani, adónde habíamos ido a cubrir su fiesta de cumpleaños. "Casi me voy con José Luis" me contó mientras yo buscaba desesperadamente a mi compañero y amigo del que aún no se sabía nada. Hasta que horas después me llevaron a esa cava siniestra dónde lo habían asesinado. Eduardo había sido el último rostro conocido y amigable que José Luis había visto antes de ser secuestrado por esa banda de criminales.
Y Eduardo Lerke estuvo ahí, acompañándome en ese momento tan duro. Pero también con un grado de compromiso increíble por la causa. Era como una misión en su corazón que mantuvo por años, hasta el final. Ese compromiso se traducía no sólo en lo humano, sino en su trabajo como reportero gráfico. En cada temporada y pese a los años que pasaron, él con su actual coequiper inseparable, el periodista Juan Luis González hacían periodismo y justicia por José Luis, cubriendo cada verano circunstancias y personajes vinculados al "Caso Cabezas" y siguiendo a sol y sombra a sus asesinos que andan libres por ahí gozando de una vida de la que privaron a nuestro compañero. Así lograron "cazar" al ex comisario Alberto Gómez en Valeria del Mar, el que había liberado la zona para que el crimen se pueda cometer, y al ex policía Aníbal Luna en General Madariaga, uno de los que nos siguió e hizo inteligencia sobre mí y sobre José Luis, en los preparativos del crimen atroz.
El ejercicio de memoria, de búsqueda de verdad y de justicia por José Luis, que tanto Eduardo como Juan encararon durante todos estos años siempre me pareció admirable. Siempre me conmovió. Y, en cierta manera, me hizo rememorar mis tiempos con José Luis recorriendo día y noche las playas de Pinamar en busca de una noticia. Su ejercicio periodístico -y humano- fue también una forma muy sentida de hacer que el crimen de José Luis no quede en el olvido. Un ejercicio de memoria. En un territorio muy hostil.
Siempre sentí que para "El Flaco" -y para Juan- era un tema personal. Siempre le voy a estar agradecido por eso. El vínculo que Lerke tenía con Cabezas también era muy especial. Se reían juntos de algunas locuras que -por su apasionamiento por la fotografía- "El Flaco" emprendía, desde romper el torpedo de un auto alquilado para hacer un puente eléctrico y ponerlo en marcha porque había perdido las llaves y tenía que salir a perseguir a Carlos Menem, hasta tirarse de un helicóptero desde una gran altura al mar después de hacer tomas aéreas en Pinamar. Cómo también cuando podía permanecer tres días trepado a un árbol para conseguir una foto, cómo la que hizo de Juan Vital Sourrouille en su casa veraniega.
El "Loco" podía hacer eso y mucho más. Porque era un apasionado de la fotografía y del periodismo. Y era, antes que nada, un gran tipo. Por eso y mucho más, lo supe querer muchísimo. ¿Te voy a extrañar Flaco! Y te voy a estar eternamente agradecido. Por mí. y por José Luis Cabezas.
por Gabriel Michi
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