En este momento tan conflictivo parece fuera de lugar sugerir que tenemos que ser más ambiciosos en como entendemos nuestra democracia. Sin embargo, es así. La solución a muchos de nuestros problemas precisamente pasa por entender que la democracia no se limita a las elecciones, a las instituciones y a sus mecanismos como la división de poderes. La democracia también consiste de sus reglas no escritas—las conductas y los valores de la dirigencia y de la ciudadanía. Sin esa “cultura democrática” las instituciones no funcionan y el sistema se corrompe.
Por ejemplo, el estatuto de funcionamiento del Indec no tiene un articulo que advierte “no falsificaras las estadísticas”. Se supone que a nadie en su buen juicio se le ocurriría. Dicho de otro modo, a nadie con cultura democrática se le ocurriría intentarlo. Sin embargo, ocurrió, y no se limito a la conducta de una persona, la falsificación de las estadísticas fue avalada por todo un gobierno.
Esta claro que los principales responsables de la carencia de cultura democrática son los grupos de mayor poder—políticos mentirosos y corruptos, sindicalistas también corruptos, empresarios prebendarios, etc.—que se benefician de una concepción de democracia que les demanda poco en cuanto a sus valores y accionar. Así se benefician de la desilusión de gran parte de la sociedad. Ser más ambiciosos con nuestra democracia, incorporar la idea de cultura democrática, nos obliga a reconocer que nuestra conducta diaria también es parte del buen funcionamiento del sistema. Y a no perdonar a quienes, desde el poder, violan la confianza ciudadana.
*Filósofo.
por Iván Petrella
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