A los políticos les encanta inaugurar escuelas y hablar de cuanto gastan en educación. Argentina invierte 5% de su PBI y sin embargo los resultados son lamentables. El problema no es cuanto se gasta, sino cómo se gasta. El sistema centralizado y autoritario de toma de decisiones que caracteriza al Ministerio de educación no recibe escrutinio pùblico.
La educación en nuestro país ha sido uno de los componentes más importantes de la movilidad social ascendente por la que muchos políticos dicen preocuparse, pero pocos hacen algo por restaurarla. Poner las escuelas chárter en el centro de la discusión respecto al futuro de nuestro sistema educativo puede ser un primer paso para revertir nuestra triste realidad educativa.
Las escuelas chárter son colegios de gestión privada que cuentan con financiamiento estatal. No se las puede definir como privadas porque no cobran matrícula y están abiertas a todo público. Tampoco son estatales porque se rigen con menos regulaciones, y especialmente porque las relaciones laborales que establecen con los docentes son mucho más flexibles que en las escuelas públicas. Según Santiago Morgan –quien cuenta con un master en la universidad de Columbia y se dedica a estudiar estos colegios- este tipo de escuelas que se encuentran en auge en los Estados Unidos han introducido sustanciales mejoras en tres áreas: menor tasa de deserción, mayor tasa de alumnos que ingresan a la universidad y mejores promedios en las evaluaciones académicas estandarizadas.
Las escuelas chárter tienen más flexibilidad a la hora de diseñar los programas académicos y definir los métodos de enseñanza. Solo rinden cuentas por la performance académica, teniendo mayor libertad para elegir las materias y contratar profesores. Lo importante es que los alumnos aprueben los exámenes estandarizados que les permiten pasar de año.
Las relaciones laborales con los docentes son totalmente flexibles. Pueden contratarlos directamente sin necesidad de que tengan un título habilitante, lo cual permite introducir al campo de la educación nuevos conocimientos y habilidades. Muchos chárter prohíben la sindicalización, al mismo tiempo que exigen más y pagan mayores salarios a sus docentes.
El nivel de libertad es la gran diferencia que les permite ofrecer una educación de calidad superior, y ser exitosos en términos académicos, en tasas de ingreso a la universidad y en la creatividad de los egresados. La libertad que se aplica en todos los aspectos de la educación repercute en la calidad de profesionales que se forman en estos establecimientos.
En los Estados Unidos existen mas de 7.500 de estos colegios a los que asisten mas de 3,3 millones de alumnos, siendo California, Texas, Florida, Arizona y Nueva York los estados con más estudiantes. Estos colegios son algo relativamente nuevo, su funcionamiento se legisló por primera vez en 1991 en Minnesota. Desde entonces la modalidad se expandió por todo el país. Algunas de las más prestigiosas son: Uncommon, Kipp schools, Success academy.
Success Academy maneja 47 colegios en el área de NYC. Sus estudiantes provienen de hogares de bajos ingresos: un 53% de sus estudiantes son de origen afroamericano y un 30% latino. Entre todos los distritos escolares del estado de NY, el colegio tiene la mejor performance académica, y sus estudiantes superan a los alumnos de los suburbios mas ricos donde el ingreso medio es hasta 6 veces más alto que en las familias de los estudiantes de Success Academy. Sus alumnos están dentro del 1% con mejor desempeño tanto en matemáticas como lenguas en el ranking del estado.
Las escuelas chárter fomentan un enfoque personalizado en cada alumno, con un modelo educativo descontracturado, que estimula a los estudiantes a descubrir sus intereses fomentando el aprendizaje colaborativo. De este modo buscan formar estudiantes felices, independientes, auto determinados, con pensamiento crítico y con las habilidades necesarias para ser eficaces en la economía moderna. Se intenta que las clases no superen los 20 o 25 alumnos, y algunas incorporan a un padre o practicante que asiste al docente principal.
Santiago Morgan sostiene que en Latinoamérica tenemos mucho por aprender de este modelo, si primero nos animamos a asumir con estadísticas nuestra realidad educativa y abrir nuestras mentes al inmenso cambio cultural que implica admitir que el estado no es el único ni el mejor proveedor de soluciones.
En las ultimas dos décadas nuestra política educativa ha sido un fracaso: altos niveles deserción escolar, bajo desempeño académico, excesiva burocratización y centralización a nivel provincial, paros recurrentes, alto ausentismo docente. El alejamiento de los jóvenes de los colegios fomenta la baja inserción laboral, el crecimiento del consumo de drogas, la conducta antisocial, la delincuencia y la desintegración de las comunidades. Es imposible imaginar una argentina prospera sin una transformación radical de su sistema educativo.
Esto nos lleva a la necesidad de descentralizar la toma de decisiones y fomentar la autonomía de los colegios para enfrentar un contexto de excesiva burocratización donde la respuesta más frecuente a cualquier propuesta de cambio es “no”. Enfrentar la cultura que promueve la dependencia y la impotencia deberían ser políticas de estado.
En las pruebas Unesco del 2020 Argentina tuvo el peor desempeño educativo de su historia, muy por debajo del promedio de los países de la región. Algo lamentable para un país cuyo sistema educativo produjo 5 premios Nobel y supo estar entre los mejores del mundo. Las escuelas chárter podrían ser la base para revertir esta triste tendencia.
Relaciones laborales
El periodista Pablo Sirvén cuenta en La Nación que las maestras norteamericanas que trajo Sarmiento al país no retrocedieron frente a la mortífera fiebre amarilla y siguieron impartiendo clases. ¿Que pensarían ellas si supieran que por culpa del Covid estuvimos un año y medio sin clases presenciales? Aun cuando la mayoría de los expertos coinciden en que tomando las precauciones adecuadas el riesgo para alumnos y docentes era bajo. El 18 de abril del 2021 tras haber ordenado la justicia de la ciudad de Buenos Aires que se restituyeran las clases -suspendidas por el presidente Alberto Fernández- la UTE (Unión de trabajadores de la educación) convoco a un paro desobedeciendo a la justicia. La falta de clases perjudicó principalmente a los estudiantes más pobres que no tienen computadoras en sus casas para poder continuar su aprendizaje con clases virtuales. Son también quienes mas dependen de los comedores y contención emocional de los colegios. Esto afectó no solo a los chicos, causando en muchos casos depresión y secuelas psicologías graves, sino también al concepto de estudiar para progresar. Según Uzma Hasan, jefa de división de enfermedades infecciosas pediátricas en RWJBarnabas Health en Nueva Jersey “La crisis de la salud mental causada por el cierre de las escuelas será una pandemia peor que la del Covid”.
De la excesiva burocratización y centralización surge el poder de los sindicatos y su impacto negativo sobre la formación docente y la promoción de una “actitud” de falta de excelencia en muchos maestros que esta teniendo un impacto negativo sobre la educación. En nuestro país existen alrededor de 1.600 institutos de formación docente, muchos de ellos controlados por los sindicatos y con propuestas de formación de una calidad inferior o desfasada de los requerimientos de la sociedad actual. Para mejorar la formación, la misma debería pasar de los institutos de formación a ser dictada exclusivamente en el ámbito universitario reduciéndose fuertemente la cantidad de establecimientos para hacerlos más eficaces. Esto aumentaría la calidad de la formación y el prestigio de la carrera docente. Los maestros son el componente más importante de la política educativa, sin ellos no es posible lograr un cambio de fondo.
Argentina supo tener menos docentes por alumno, pero estaban mejor formados, los sueldos eran mucho mas altos y el compromiso inquebrantable. Los gremios no tenían ni el poder, ni el nivel de politización de hoy en día. En la actualidad la mayoría están coaptados por el kirchnerismo y la izquierda radicalizada. No está mal que los sindicatos docentes pidan aumentos, lo que es inaceptable es que hagan paros con fines políticos, que no discutan el ausentismo, así como otras cuestiones referidas a la calidad educativa y que antepongan sus intereses sectoriales a los de los alumnos. La forma de poner un límite a esa corporación es estimular la creación de escuelas chárter. Al estar descentralizados, los establecimientos pueden fijar los sueldos de forma independiente y desvincular los que no se adapten a sus propuestas. Los docentes se preocuparían mas por la calidad de sus clases, al mismo tiempo que los colegios y universidades competirían por los mejores maestros.
Entre 2003 y 2017 el nivel primario de gestión estatal perdió 236.000 alumnos, pero se sumaron 46.400 docentes. En Tierra del fuego la cantidad de alumnos aumento un 4% y la de docentes un 61%, en Salta la cantidad de alumnos se mantuvo constante y la de docentes aumento un 59%, en Catamarca cayó un 27% la cantidad de alumnos y la cantidad de docentes creció un 44%. La relación actual de alumnos por docente es de 12 a 1. De hecho, se detectaron 25 escuelas con más maestros que estudiantes. Pero al mismo tiempo que en algunos establecimientos sobran maestros, en otros faltan como es el caso de los jardines de infantes públicos donde hemos vistos noticias respecto a las largas filas que se forman para conseguir una vacante.
Con la competencia entre escuelas, el mismo sistema eliminaría los docentes poco comprometidos, que recurren a “certificados médicos” de dudosa autenticidad para poder justificar su ausentismo crónico y los que recurren al paro sistemático. ¿Por qué un docente que trabaja con compromiso debe cobrar menos para financiar al que no trabaja y se ausenta sistemáticamente? Es cierto, se les puede exigir mas a nuestros docentes, pero también se les debe pagar mucho mejor, y poner nuevamente a nuestros maestros en el importante rol social y de prestigio que ocuparon tradicionalmente en nuestro país.
Mucho más que una escuela
La escuela no es solamente un lugar donde mandamos a nuestros hijos a aprender a leer, escribir, matemáticas, practicar deportes y valores humanos que nos acompañarán toda la vida. Es también parte de la comunidad y en un país con los crecientes niveles de pobreza como el nuestro, un importante espacio de contención social.
Un enfoque basado en la comunidad implica que las puertas de los colegios estén abiertas a personas de la misma que vienen a enseñar, donde los programas educativos tengan en cuenta los intereses de los alumnos, las opiniones de los padres y las habilidades que necesita la comunidad. Los alumnos participan en la “currícula viva” donde sus intereses y sus preguntas son tenidas en cuenta como parte no solo de sus aspiraciones individuales sino también del programa educativo.
El colegio debe pasar de ser un lugar donde el conocimiento es “impuesto desde lejos”, a transformarse en un espacio físico, de tiempo y humano donde se imparte y se “desarrolla” el conocimiento. La integración del individuo con la comunidad empieza a crearse desde ese ámbito.
Este modelo enfrenta la estructura autoritaria, impuesta desde la burocracia nacional y provincial que se resiste a implementar un modelo democrático, colectivo, y mixto, en el que los padres, docentes y alumnos puedan tener mayor influencia sobre la educación y su sentido. Hasta el momento la crisis del sistema educativo no ha sido enfrentada de una forma colectiva, sino individual. Aquellos padres con mayores recursos trasladaron sus hijos a colegios privados, pero no se dio la batalla por la calidad educativa para toda la población. Debemos volver a creer en un futuro mejor para nuestros hijos y la educación gratuita no puede quedar fuera de este proceso.
Las escuelas chárter pueden ser la base para iniciar esta importante batalla cultural.
Los colegios deben transmitir la contención, hospitalidad, calidez, familiaridad y sentido de comunidad, para que el ecosistema descentralizado de los colegios chárter sea capaz de generar un clima propicio para la mayor integración de los establecimientos a la comunidad. Al mismo tiempo se debe tener en cuenta dos cuestiones importantes: la nutrición y el trabajo de los padres.
Los colegios deben garantizar que el 100% de los chicos reciban tres comidas diarias (desayuno, almuerzo y merienda). Esto además de tener un importante impacto sobre los niveles de malnutrición, desarrollaría un fuerte sentido de pertenencia y reduciría los niveles de deserción.
Por otro lado la escuela debe ayudar a que ambos padres puedan trabajar. Esto implica al menos 4 cuestiones: la extensión de la red de guarderías para poder recibir a todos los niños a partir de los 2 años de edad, la doble escolaridad optativa en todos los colegios, la creación de una red de buses y voluntarios para que lleven y traigan a los chicos del colegio cuando sus padres no puedan hacerlo, y las colonias de verano para continuar con la contención de los niños durante los meses en los cuales los colegios permanecen cerrados.
Críticas
Las escuelas chárter reciben tres tipos de críticas: fiscales, académicas y comunales. Al mismo tiempo se las suele confundir con el sistema de bonos escolares y se las estigmatiza como una forma encubierta de privatización de la educación. Nada más alejado de la realidad.
Desde el punto de vista fiscal se critica que estos colegios le sacan recursos a los colegios públicos los cuales pierden alumnos y deben enfrentar mayores costos fijos, lo cual no resuelve el problema y termina creando una doble red educativa mas costosa aún. Para evitar esta superposición de recursos, propongo que los colegios públicos puedan pasar al modelo chárter y ser administrados por privados sin fines de lucro. Esto limitaría la cantidad de nuevos colegios y sentaría precedentes para que más escuelas publicas apliquen el modelo.
En relación a lo académico, se critica que algunos colegios chárter solo reciben a los alumnos más capacitados. Para evitar esto se debe prohibir aceptar estudiantes en función de su performance académica, y solo hacerlo por el sistema de lotería que evita este tipo de discriminación.
Desde lo comunal, el sistema chárter puede ser superior, creando grandes diferencias con el sistema estatal. Otorgando una financiación por alumno uniforme en todo el país se vuelve más equitativo el sistema, evitando las diferencias entre distritos ricos y pobres. Al mismo tiempo, dado que todos los colegios públicos tendrían la opción de pasar al modelo chárter, la decisión respecto al modelo y calidad educativa quedaría en manos de los padres de los alumnos
El otro punto importante a resaltar, es que el sistema chárter no es lo mismo que los “bonos escolares”. Este sistema fue propuesto originalmente por el economista Milton Friedman, más conocido por su teoría monetarista por la que obtuvo el premio novel en 1976. Referente importante del liberalismo y de la libre elección de la educación, Milton Friedman señalaba que los colegios públicos son un perfecto ejemplo de monopolio, sin ningún tipo de incentivo para ofrecer un mejor servicio, debido a que tienen un mercado captivo. En su ensayo de 1955 titulado The Role of Government in Education expuso su propuesta sobre los bonos escolares. Bajo este sistema, los padres reciben un bono, el cual pueden usar como pago total o parcial de servicios educativos.
El problema de este modelo es que al existir los “copagos” se termina aumentado la inequidad del sistema educativo. Los padres con más dinero realizan co-pagos y sus hijos asisten a mejores colegios, aumentando así la brecha educativa. Este modelo a sido implementado en Chile en 1981 y ha sido foco de grandes críticas a lo largo de los años. El formato escuelas chárter, si bien deriva del mismo principio de la libre elección, prohíbe los co-pagos y los límites en la aceptación de los alumnos, lo que vuelve a todo el sistema más equitativo.
En relación a la “privatización de la educación”, también resulta importante tener en cuenta que la gran mayoría de las escuelas chárter pertenecen a organizaciones sin fines de lucro. En los años 90 hubo algunas iniciativas con fines de lucro, la mayoría no funcionaron. Teniendo en cuenta esta experiencia, considero que solo deberían participar organizaciones sin fines de lucro en este esquema. Universidades y colegios privados, escuelas chárter de otros países, organizaciones de la sociedad civil, fundaciones y privados deberían apoyar este modelo y generar nuevas propuestas de administración de colegios.
Implementación
La implementación de las escuelas chárter debe articularse de forma gradual y el mejor sistema es la libertad, la competencia y el ejemplo. La libertad para que cada escuela implemente el modelo que mejor le convenga, la competencia que genera el estímulo para que cada una busque ser la mejor, y el ejemplo que sirva de inspiración para que otras escuelas adopten el modelo.
Lo primeros pasos consisten en que la sociedad civil tome real conciencia de la importancia de la educación, se organice y pida que las provincias autoricen su funcionamiento y les ofrezcan algún tipo de financiación. Al comprobar que el modelo resulta exitoso ganaría popularidad y animaría a otros establecimientos a incorporarse a la modalidad.
Al mismo tiempo se deberían someter a votación propuestas privadas para hacerse cargo de los colegios públicos bajo el modelo chárter. Los padres podrán votar si desean continuar bajo el formato público o pasar al modelo chárter. De ser aceptada la propuesta la administración del colegio pasa del estado al operador privado.
En el caso de que los privados -sin fines de lucro- deseen abrir colegios o transformarlos al modelo chárter, podrían hacerlo siempre y cuando no cobren una cuota extra o diferencial. Si se aplicara un bono escolar en lugar del modelo chárter el costo de la educación subiría porque se perdería la capacidad de formar precios. El único ingreso de los colegios y universidades chárter deben ser los fondos transferidos por el estado en función de la cantidad de alumnos. A estos pueden sumarse los aportes de los gobiernos municipales o provinciales para obras y cuestiones especificas, así como donaciones privadas. Es importante también que estos colegios mantengan una total transparencia en la gestión administrativa y abran a la comunidad sus finanzas, resultados académicos y vínculos laborales.
En este esquema híbrido con financiación publica, gestión privada y participación de la sociedad civil, los alumnos y docentes se verían fuertemente beneficiados. El modelo está en estudio en muchos países de Latinoamérica, pudiéndose destacar los avances en Puerto Rico. En nuestro país existe una experiencia de este tipo en San Luis con las “Escuelas Experimentales Autogestionadas” que comparten algunas características con los colegios chárter.
Sin lugar a dudas, si nuestro país decidiera avanzar con el modelo chárter, los sindicatos ofrecerían una enorme resistencia. Es por eso que la descentralización, municipalización y financiación por alumno es un paso fundamental para poder implementar cualquier tipo de reforma. Es mas fácil poner fin a una huelga si cada establecimiento educativo tienen la autonomía para desvincular docentes. El otro factor importante para enfrentar las huelgas es el apoyo de los padres al modelo descentralizado.
Sarmiento
En 1845 Domingo Faustino Sarmiento partió de Chile -país donde se encontraba exiliado por su oposición al gobierno de Juan Manuel de Rosas- en un viaje que duraría hasta 1847, durante el cual visitaría España, Francia, Italia, Alemania, Argel y los Estados Unidos. El objetivo del viaje era conocer el sistema educativo de estos países. Para su decepción encontró que en el viejo continente solo podían acceder a la instrucción las clases acomodadas. En los Estados Unidos, vio con sus propios ojos que allí se impartía educación básica a todos los ciudadanos siguiendo la tradición de los protestantes que querían que sus feligreses pudieran leer y estudiar la Biblia por si mismos. También quedo impactado por la organización de la sociedad, por los trenes y el telégrafo, lo que reforzó su visión respecto al poder de la inmigración, las comunicaciones y la educación.
Volvió maravillado y se propuso incorporar en nuestro país una red de docentes de calidad compuesta en su mayoría por mujeres, lo cual era una decisión muy avanzada para su época. Durante su presidencia (1868-1874) se crearon colegios nacionales, normales, escuelas agrícolas y técnicas. Luego, durante la primera presidencia de Julio Argentino Roca (1880-1886), en la que Sarmiento ocupo el cargo de Superintendente de Escuelas, se sanciono la ley 1420 de educación común, gratuita y obligatoria. Durante ambos gobiernos, bajó fuertemente la tasa de analfabetismo y aumentó el crecimiento económico. Un siglo mas tarde, ante la complicada situación actual y frente al futuro, debemos volver a mirar al norte buscando inspiración respecto a como arreglar nuestro deficiente sistema educativo.
*Federico Domínguez es emprendedor y asesor financiero. Autor de "La rebelión de los pandemials" (Editores Argentinos).
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