Este 28 de enero se celebra el Día Internacional de Protección de Datos Personales, con el fin de tomar conciencia sobre el tratamiento que se hace de ellos y la importancia de protegerlos. Pero también se advierte sobre la importancia de proteger, promover y difundir el derecho a la privacidad.
Este día fue proclamado en 2006 por la Unión Europea en homenaje a la firma del Convenio 108 de 1981. En el cual el Consejo Europeo hizo pie por primera vez en el campo de la protección de las personas frente al procesamiento automático de datos individuales. Norma que se reglamentó por última vez en 2018, y que trajo consigo la modificación de legislaciones alrededor de todo el mundo.
Es cierto que ingresar datos personales en los sistemas informáticos suele ser la manera de constatar nuestra existencia. Nuestra identidad digital, con nombre, apellido y DNI, número de teléfono y tarjetas, solemos ponerla a disposición voluntaria o involuntariamente en la red. Pero también los movimientos entre cuentas, las sesiones en redes sociales, lo que compramos y lo que miramos, y dónde navegamos. Nuestra cara y huella online, toda esa información que brindamos en la web está al alcance de los ciberdelincuentes.
La profesionalización de los ataques, y su actualización constante registran, según diversos estudios, 304.7 millones de intentos de ataques de ransomware en todo el mundo durante el primer semestre de 2021. Aproximadamente la totalidad de lo sucedido en todo 2020. El Banco Mundial por su parte, estima que este año el tráfico anual en la web aumentará aproximadamente un 50 % con respecto a 2020. A modo de referencia, esto equivale a 4,8 zettabytes: si se los tuviera que almacenar en DVD, esta cantidad lograría dar la vuelta a la Tierra seis veces.
En Argentina, sólo en 2020, la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI) registró una suba del 70% de los delitos informáticos, lo que equivale a todos los delitos cometidos en los 5 años anteriores a la pandemia. Es por eso que para minimizar riesgos debemos estar atentos y aprender a detectarlos, prestando atención a mensajes con links que lleguen ya sea por redes sociales, mensajería instantánea, llamado telefónico o hasta un e-mail.
Verificar la reputación del vendedor en las compras online es esencial. Así como operar a través de conexiones seguras (incluso mejorando la propia red hogareña). Habilitar factores extra de autenticación además de la contraseña y evitar reingresar los datos de la tarjeta si el sistema informa fallas.
En Argentina rige la Ley de Protección de Datos Personales que resguarda a las personas para que sus datos no sean utilizados sin su consentimiento. Obliga, entre otras cosas, a solicitar consentimiento para la localización de estos en bases de datos públicas y privadas, actualizarlos, borrarlos o mantenerlos confidenciales.
Y en 2020 se propuso un proyecto para actualizarla en puntos clave: incluir conceptos como “datos genéticos” y “datos biométricos”; el derecho a oponerse o restringir el tratamiento de los datos personales y el derecho a la portabilidad; obligar a los organismos gubernamentales a designar a un oficial de protección de datos, e incrementar los montos de las sanciones.
Sin lugar a duda, el accionar de los gobiernos y las herramientas que desarrollen para resguardar la identidad digital de los ciudadanos será un eslabón fundamental. Pero se requieren además medidas que alineen a todos los sectores, contar con programas de educación y concientización digital que sean gratuitos y federales. Concientizar, capacitar, proteger y acompañar, porque lo virtual exige también la creación de una cultura dedicada a su resguardo.
Por Hernán Carrascal
Enterprise Director Andina & New Markets de VU.
Especialista en ciberseguridad y prevención de fraude.
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