Friday 26 de April, 2024

OPINIóN | 28-08-2020 11:01

Estados Unidos busca ampliar el reconocimiento árabe a Israel

El reconocimiento de Emiratos Arabes Unidos a Israel mostraría la decisión saudita de conformar un eje árabe-israelí contra Irán y sus socios.

El mundo se preguntaba si en Bielorrusia está floreciendo una primavera eslava y veía aparecer vacunas como una luz al final del túnel del coronavirus, cuando se produjo un acontecimiento cuya trascendencia histórica y geopolítica se perdió entre tantas noticias impactantes.

El rostro y el nombre de Kamala Harris llegaba a todas las portadas, junto a lasmultitudes que protestaron en Minsk contra el fraude de  Lukashenko y a Vladimir Putin diciendo que Rusia llegó a la vacuna antes que Gran Bretaña, Estados Unidos y las demás potencias, haciendo que pasara desapercibido otro nombre que marcó ese crucial puñado de días: Jalifa bin Zayed bin Sultán al Nahyan.

El emir de Abu Dabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos dio un paso histórico, que empieza a blanquear el realineamiento geoestratégico que está cambiando al Oriente Medio. Reconoció al Estado de Israel mediante un acuerdo de efectos similares a los que firmaron el egipcio Anuar el Sadat en 1978 y el rey Hussein de Jordania en 1994. Por haber dado ese paso, a Sadat lo asesinaron y el monarca jordano sufrió varios atentados. Pero tanto Egipto como el reino hachemita permanecieron fieles a los acuerdos que alcanzaron respectivamente con Menahen Beguin y con Yitzhak Rabin.

Desde entonces ningún otro país árabe había reconocido a Israel, aunque Omán había avanzado a medias en ese sentido al hablar de “Estado israelí”, en lugar de usar el término “ente sionista”.

La pregunta es por qué EAU dio este paso y qué significa. En lo inmediato, significa que Abu Dabi renuncia al consenso que tuvo el plan presentado por la Liga Arabe en el 2002, estipulando el reconocimiento pleno de Israel cuando restablezca las fronteras previas a 1967.

Según EAU, lo hizo porque así logró que Benjamín Netanyahu desistiera de anexar el Valle del Jordán.

No es del todo cierto. El primer ministro israelí sólo ha postergado la anexión que amputará a Cisjordania. Y esa postergación, más que con el histórico reconocimiento que dio la federación que nuclea a siete emiratos del Golfo, tiene que ver con la imposibilidad que encontró el líder del Likud para su aprobación en la Kenesset.

Muchos israelíes se oponen y Beny Gantz, principal socio de la coalición gubernamental, ordenó a sus legisladores que por el momento no den aprobación a la pretendida anexión.

Que sectores israelíes hayan acusado a Netanyahu de traicionar su promesa para acordar con EAU, más que reflejar la realidad del acuerdo, lo que refleja es el extremismo de muchos colonos asentados en Cisjordania y de la coalición ultraderechista Yamina, que nuclea a los partidos Tkuma, Casa Judía y Nueva Derecha.

Según Donald Trump, el reconocimiento de Abu Dabi a Israel es fruto de su plan de paz. Tampoco es cierto. Si bien aportaron en las tratativas, no fue el presidente norteamericano ni las gestiones de su yerno, Jared Kushner, lo que ocasionó este giro relevante en el tablero del Oriente Medio.

Mucho antes de que Trump entrara a la Casa Blanca, en los palacios de Riad ya lucubraban un realineamiento que incluyera a Israel, porque el poderío militar del Estado judío resulta imprescindible para que las monarquías sunitas puedan hacer frente a Irán y repeler su creciente influencia en Irak, Siria y Líbano.

Fue la proyección del régimen chiita iraní hacia el otro lado del río Shat el Arab y del Golfo Pérsico lo que comenzó a modificar la relación árabe-israelí. El reino saudí participó en guerras contra Israel y financió organizaciones terroristas y ataques que procuraban la destrucción del Estado judío. Pero lleva años descubriendo que, sin el poderío y la eficacia militar de Israel, no podrá detener el plan para liderar todo Oriente Medio que impulsó el ayatola Ruholla Jomeini ni bien derrocó al sha Reza Pahlevi y proclamó su revolución islamista.

Si EAU dio semejante paso, ha sido por decisión de Arabia Saudita. No lo hubiera dado contra la voluntad de Riad. El reino más grande la Península Arábiga es sunita y procura armar una alianza contra el eje chiita Teherán-Bagdad-Damasco-Hezbollah.

La imposibilidad de doblegar en Yemén a las milicias de la etnia huti apoyadas por Irán, terminó de convencer a los saudíes de sus limitaciones. La capacidad militar israelí es el mayor instrumento de disuasión del bloque árabe sunita contra el bloque liderado por Irán.

En los hechos, Arabia Saudita llevaba tiempo cooperando con Israel en varios terrenos. Sobre todo la Istakhbarat y el Mossad, sus aparatos de inteligencia, cooperaban y se coordinaban en el escenario sirio.

El trayecto de este acercamiento revela que los saudíes ya han tomado la decisión de reconocer a Israel, pero le hicieron dar el primer paso a los emiratíes. Eso permite vislumbrar los respaldos y las resistencias que tendrá este giro copernicano.

Aunque la mayoría turca es sunita, el presidente Recep Erdogán decidió enfrentar al naciente eje árabe-israelí. Qatar tiene un pié en cada costa del Golfo Pérsico, por lo cual su posicionamiento es un enigma. Pero Turquía intentará empujar a los qataríes a un frente en el que también estén la Hermandad Musulmana, la Franja de Gaza controlada por Hamas y el gobierno libio establecido en Trípoli y enfrentado con las fuerzas del Este comandadas por el general Jalifa Hafter.

Por cierto, Irán también rechaza el reconocimiento a Israel por parte de los Emiratos Arabes Unidos. Lo considera una traición a los palestinos, cuyo liderazgo en Cisjordania, la ANP que preside Mahmud Abas, se opone al acuerdo israelo-emiratí argumentando que impedirá la existencia del Estado palestino.

Jordania, en cambio, no lo rechazó pero condicionó su apoyo a que sirva para avanzar hacia la creación del Estado palestino, mientras que para la Unión Europea y para el titular de la ONU, Antonio Gutérrez, el acuerdo es una gran oportunidad de reimpulsar el diálogo entre israelíes y palestinos.

Lo que parece claro es que el reino saudí ha decidido reconfigurar el tablero estratégico y eso podría convertir al “enemigo israelí” en un aliado clave para enfrentar a Irán y sus socios árabes.

Europa estaba aplaudiendo el paso que dieron los emiratíes, pero pronto la atención en los Emiratos Árabes Unidos cambió de motivo, porque se develó el misterio sobre el paradero del rey emérito de España. Juan Carlos I está, precisamente, en ese país árabe que acaba de dar el histórico paso de renunciar a la meta de “echar los judíos al mar”.

por Claudio Fantini

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