Además de los sucesivos banderazos, de lo que se habla e insulta en las redes y de otros termómetros del humor social, hay un método científico que traduce todo eso en números: son las encuestas. Y las encuestas, o al menos algunas de ellas, dicen que Alberto Fernández perdió unos 30 puntos de imagen positiva en los seis meses de cuarentena infinita. Según Giacobbe & Asociados, por citar a una de las consultoras, en marzo tenía 67,8 por ciento de aprobación y ahora bajó a 35,7. ¿Qué pasó en el medio? Podría achacársele la culpa al extenso aislamiento y también al deterioro económico de estos meses, pero son explicaciones insuficientes. Hay algo más, y es el protagonismo que semana a semana viene ganando la vicepresidenta Cristina Kirchner en el último tramo de la gestión del Presidente. Casi oculta en los comienzos, CFK ahora está en el centro de la escena, y las encuestas lo advierten.
No es solo la agenda del ala dura cristinista (reforma judicial, impuesto a los ricos, intento de expropiación de Vicentin y otras yerbas) lo que hace bajar a Alberto Fernández en los sondeos de opinión, sino también la mera presencia de ella en el día a día. Porque, a esta altura, los encuestadores lo consideran un dato irrefutable: cada vez que ella aparece, el Presidente baja.
Es más, el mismo fenómeno le ocurría a ella en sus tiempos de Presidenta. Descendía cuando su presencia se volvía asfixiante para la ciudadanía, con sus cadenas nacionales a repetición, sus frases hirientes y las batallas que libraba en todos los frentes posibles. Y volvía a crecer, en silencio, cuando “se guardaba” por un tiempo. El mejor ejemplo fue su largo ostracismo en el llano, un milagro que volvió a convertirla en una figura electoralmente interesante y hasta le permitió regresar al poder, aunque sea como vice de alguien elegido a dedo por ella.
Pero, una vez recuperado el trono, su imagen vuelve a caer. Y también la de su compañero de ruta, ya decidido a no despegarse de la jefa. Según Giacobbe, ella cosecha 61,6 por ciento de rechazo y él está en 55.
Las encuestas a veces mienten. Pero la mayor parte del tiempo dicen grandes verdades.
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