Saturday 27 de April, 2024

OPINIóN | 26-02-2024 08:53

Una motosierra sensible se busca

Muchos se espantan con el tamaño del ajuste. Pero Argentina requería un cambio cultural profundo. Para ello, siempre hay que sobreactuar inicialmente. 

Creo que el rumbo económico que trazó el presidente Javier Milei es el correcto. Y que la implementación que está haciendo el ministro Luis Caputo es implecable, sobretodo y pese a mis prejuicios, en el plano de cuánto y cómo comunica. Dicho esto y atento a la compleja situación socio-económica heredada, no me caben dudas que el gobierno disfruta de las mieles de un inicio de resultados elocuentes, mientras enfrenta desafíos no menores en el corto plazo.

Hay un exceso de pesos en la economía producto de una emisión descontrolada, resultado de un déficit crónico financiado con la maquinita desde hace casi dos décadas. Milei optó allí por un shock fiscal que combinaba mayor presión tributaria (vía retenciones) y un blanqueo impositivo que le daba un ingreso importante de única vez para amortiguar el “costo social” del ajuste.

Por el lado del gasto, presentó una serie de recortes en obra pública, ministerios y secretarías, privatizaciones de empresas públicas deficitarias y una licuación a jubilaciones y salarios públicos: mayormente este paquete fiscal se derrumbó en la rosca parlamentaria incluso antes del debate en el recinto de la Ley Omnibus.

Otra parte de la motosierra venía algo camuflada por fuera del paquete fiscal, en los famosos incisos de intervención de los Fondos Fiduciarios que formaron parte del escándalo de la discordia, por la cual se generaron varias traiciones de partidos como la UCR y la CC, acompañados de diputados provinciales aparentemente aliados que no querían ver derretir esas cajas de recursos apetitosos con un alto grado de discrecionalidad.

Un incipiente festejo de los enemigos y algunos aliados con la caída de la Ley Bases, se vio rápidamente naufragar frente a las duras declaraciones de la Oficina Presidencial y el Ministro de Economía: El déficit no se negocia. "Si la política convencional no quiere acompañar un ajuste racional tendremos que acudir a un recurso más doloroso, como es el de la licuadora en lugar de la motosierra", fue la bajada de línea.

¿En qué difieren? La motosierra es un bisturí grueso pero que permite apuntar con cierto grado de precisión adónde se pretende afectar con los recortes, reconociendo potencialmente allí, cierto grado de colchón para aguantar en los próximos meses el embate fiscal. La licuadora es más torpe en su objetivo, pero igualmente efectiva en su resultado: disminuye el poder adquisitivo de todos aquellos actores sobre los cuales no se ajustan sus ingresos por inflación o se los ajusta muy por debajo o mucho más tarde. Es lo que está pasando con los jubilados, trabajadores informales, empleados públicos y en alguna medidas también con los empleados privados.

De persistir esta fórmula de ajuste jubilatoria, introducida por el último gobierno, es probable que el ajuste total sobre el sector pasivo vía licuación se acerque a 2 puntos porcentuales del PBI, un desastre. No es lo que quería hacer el Ministro de Economía que había solicitado darla de baja y permitirle ofrecer un ajuste mensual de acuerdo a las posibilidades del Tesoro. Una vez más prevaleció el purismo al pragmatismo.

Los cultores de la no delegación de facultades terminaron castigando en su obstinación al sector más vulnerable de la sociedad: corresponder decir que si la intención del gobierno fuera licuarlos menos podría ser más géneroso y extensivo en los bonos, pero prefiere duplicar el monto de la AUH y la tarjeta alimentar que es donde se concentra (en la niñez) el mayor porcentaje de indigencia y pobreza. 

La determinación del gobierno no estaba en los cálculos de sus aliados políticos y probablemente tampoco en el de sus enemigos. Y desde el momento en que se desenchufó  la motosierra y se puso en marcha la licuadora, no paran de emerger conflictos institucionales, sindicales e interjurisdiccionales: el gobernador de Chubut y el Presidente intercambiaron agravios por redes sociales, en muchos casos producto de desconocer en gran parte las reglas de juego. 

Nadie duda que el escenario macroeconómico de los próximos meses es auspicioso para Argentina. En particular el mercado habla a través del dólar y el riesgo país que refleja la cotización y demanda de los bonos argentinos en el exterior. La inflación descenderá más rápido de lo esperado y el dólar en términos reales parece tener una curva estable.

Sin embargo en la micro el efecto es el inverso: las empresas bajo presión tendrán que suspender o despedir empleados, el consumo caerá bastante y ya estamos viendo los efectos de la caída de actividad económica y la recesión. Pero creo que el gobierno no debería entrar en pánico y los argentinos tampoco. La experiencia enseña que todos los planes de ajuste terminan siendo expansivos si logran estabilizar la macro.

Muchos se espantan con el tamaño del ajuste. Y es lógico. Pero también es cierto que Argentina requería un cambio cultural profundo. Para ello, siempre hay que sobreactuar inicialmente. Seguir juntando reservas en el BCRA es crítico para el plan de estabilización y el objetivo deseado de la salida del cepo. Para eso es clave que la cosecha del agro sea buena y que el productor liquide su stock. Para eso hay que darle condiciones atractivas y hoy se combinan tres variables negativas para eso: retenciones muy altas en soja; tipo de cambio percibido como retrasado; y precios internacionales en modo derrumbe.

¿Logrará el gobierno que el agro liquide ante este escenario? En los últimos reportajes que dio, el ministro Caputo, negó contundentemente que vaya a haber una devaluación. En tanto, ¿no hay nada que el gobierno pueda hacer distinto para matizar el efecto de la caída de la Ley Omnibus? ¿Leyes individuales que tengan apoyo popular y dejen expuestos en el debate a quienes no quieran apoyarlas si eso significa un ajuste más suave para los jubilados y más alimentos para comedores?

Servirían a una mayor legitimación del cambio cultural iniciado, y en pos de que el ajuste recaiga en la casta: promociones Industriales de todo tipo; exenciones impositivas diversas; recorte de puestos en organismos públicos heredados por familiares; recorte de jubilaciones de privilegio y jubilaciones especiales que ya no logran autofinanciación; poda de asesores en el sector público; y la eliminación de las dobles legislaturas provinciales. Sumado a un puñado de leyes claves: reforma laboral, impositiva y previsional. Estos proyectos fundamentales le devolverían un liderazgo positivo en la agenda pública y tendrían un impacto tremendo en la evolución de las perspectivas del país.

 

 

 

por Antonio Aracre

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