Es un hombre agradable y sencillo. Habla bajo, sonríe y transmite armonía. Su fortaleza está en el amor, la fe y la ayuda a los demás. “Amar a cada uno, a todos y a cualquiera”, decía en un poema que escribió a los 14 años.
Alejandro Roemmers es empresario, poeta, novelista, dramaturgo y productor. Es presidente de la Fundación Argentina para la Poesía, presidente honorario de la Asociación Americana de Poesía y Embajador de las Letras Argentinas por la Sociedad Argentina de Escritores. Recibió numerosos premios y reconocimientos a nivel internacional. Entre ellos, el Premio San Francisco de Asís de la Pontificia Universidad Antonianum, otorgado a un laico por primera vez en ochocientos años.
Su último libro —“El Joven Príncipe señala el camino”—- es una novela espiritual que continúa el camino de “El regreso del Joven Príncipe”, publicada en 30 países con más de 3 millones de ejemplares vendidos.
Terminó de escribir una novela policial y está trabajando en una película que tratará sobre el suicidio adolescente, el bullying, la falta de contención, la soledad, la amistad entre jóvenes, entre otros temas. Además, este año se estrenará la serie “Vulnerables”, que refiere a la problemática de la salud mental en jóvenes de 12 a 29 años.
Roemmers desarrolla también una enorme actividad de filantropía y mecenazgo. Un Proyecto de Seguridad Alimentaria en Angola; el Hogar Nazaret, que rescata chicos de extrema pobreza en el Amazonas peruano; un proyecto agropecuario en Mozambique y otro de economía empoderativa en Jujuy; la Fundación Música para salvar vidas para niños de Uganda. Es miembro honorario de Saun, una plataforma que vincula gente que quiere ayudar con otra que necesita ayuda. Donó lo recaudado por la venta de su novela “Morir lo necesario” a Médicos Sin Fronteras de España. Sólo algunas de sus acciones filantrópicas. Además, acompaña como mecenas a distintos artistas, entre ellos, al pianista Horacio Lavandera.
“Cuando éramos chicos, mi madre nos decía: ‘Pónganse en el lugar del otro’. Ese fue el nacimiento de mi camino espiritual. Eso es algo que me define y también la poesía. Yo vivo poéticamente la vida”, confiesa.
Noticias: ¿Qué significa vivir poéticamente?
Alejandro Roemmers: Trato de encontrar belleza en todo, de no ver la fealdad en las personas, no fijarme tanto en los defectos sino qué puedo rescatar de otro ser humano, qué puedo aprender o en qué lo puedo potenciar.
Noticias: ¿Qué es la belleza?
Roemmers: Es bondad, verdad, autenticidad, armonía, luminosidad, paz interior. Me gustan las personas auténticas, tengo amigos de todo tipo, pero no me gusta el que quiere aparentar otra cosa. También veo mucha belleza en la naturaleza.
Noticias: ¿De chico era taciturno?
Roemmers: Me sentía diferente, no encajaba del todo. No tenía televisión, no me gustaba el fútbol, me gustaba leer. Cuando estaba en el secundario nos fuimos a vivir a España y la cosa mejoró bastante, estaba más contento, pero también estaba el desarraigo.
Noticias: ¿Cuándo empezó a sentirse mejor?
Roemmers: El regreso a Buenos Aires también fue difícil. Después de los 30 empecé a disfrutar un poco más. Yo tenía aspectos desintegrados. Acepté la influencia familiar para que me dedicara al negocio y no a la literatura, pero me sentía en la mira al ser hijo del dueño. En la poesía era otra cosa. Poder integrar y ser yo mismo me llevó tiempo. Logré humanizar la compañía y hacerla un lugar más ameno. Por ejemplo, logré que muchos empleados hicieran cursos de desarrollo personal y que pudieran exponer en la empresa fotografías o pinturas de ellos. La felicidad es poder ser uno mismo, auténtico, en todos lados.
Noticias: ¿El pertenecer a una familia importante lo condicionó o lo favoreció?
Roemmers: En algunas cosas me condicionó, en otras me favoreció y en otras me desfavoreció. Hay un prejuicio, un empresario no puede ser poeta. Un buen nivel de vida no está contrapuesto con poder ser un buen artista.
Noticias: ¿Cómo se construye una empresa fuerte y duradera en el tiempo?
Roemmers: Con una conducción profesional. Estuvimos muchos años en el día a día cuando estaba mi padre, pero ahora la familia participa del holding y la empresa está manejada totalmente por profesionales que fuimos eligiendo.
Noticias: ¿Usted perteneció al directorio de Laboratorios Roemmers hasta 2016 y donó sus acciones a sus hermanos?
Roemmers: Sí, cuando me fui a vivir afuera, pero sigo vinculado, tengo usufructo vitalicio y opinión igual que mis hermanos.
Noticias: ¿Qué debe tener un buen líder?
Roemmers: Empatía, olfato, creatividad, instinto. Lo más importante es motivar a los empleados para que sientan a la empresa como un proyecto propio.
Tiene una vida itinerante entre Uruguay, Europa, Estados Unidos y Argentina. Juega al golf, al paddle y a las cartas. Le gusta manejar autos y motos. De hecho, tiene una colección de autos de alta gama en distintas partes del mundo. Le gusta también el arte, sobre todo las esculturas.
Es admirador de Borges, tiene manuscritos, primeras ediciones, colecciones de revistas y prólogos del escritor y está en proyecto un museo en su honor. “Lo conocí cuando tenía 13 años, estuve en su casa y le leí alguna poesía mía. Creo que esa fue la única vez que lo vi”, cuenta.
Noticias: ¿Por qué es escritor? ¿Una pasión que no puede evitar?
Roemmers: Me surgió de chico y fue muy fuerte en muchos períodos. Soy una persona muy espiritual y el mundo económico no era mi territorio cómodo. Cuanto más trabajaba más necesidad tenía de escribir poesía. Ahora no siento esa necesidad, aunque a veces escribo algún poema. Escribo novelas.
Noticias: Le dicen “el poeta del amor y la esperanza”
Roemmers: Sí, sobre todo, en España. Es amor a la humanidad, hacia toda la creación. Y esperanza porque soy una persona de fe y siento que mi propósito en la vida, en parte, es transmitir esa fe. He vivido situaciones que me dejaron muy claro que hay mucho más que lo que vemos.
Noticias: ¿Qué quiso transmitir en “El Joven Príncipe señala el camino”?
Roemmers: Quise complementar el libro “El regreso del Joven Príncipe”. Hablar de la adicción a las pantallas, la desconexión con la naturaleza, el egoísmo, la falta de empatía, de poder abrazarse. Y cómo Juan, el protagonista, poniendo lo mejor de sí, poniendo amor, puede cambiar situaciones en su grupo de compañeros de colegio.
Noticias: ¿Cuándo era joven pensó en ser sacerdote?
Roemmers: Sí, pero nunca me gustó la soledad y el aislamiento. Mi retiro espiritual es en la naturaleza, tengo un campo en el Valle de Calamuchita y me encanta, es mi lugar en el mundo.
Noticias: ¿Cómo es su relación con el Papa?
Roemmers: Lo admiro, creo que no siempre es comprendido. Disfruto de poder estar con él, participé en reuniones con artistas, y ahora su fundación Fratelli Tutti me convocó para hacer un abrazo fraterno en Roma. Ambos soñamos con un mundo de fraternidad y compartimos esa sensibilidad por las personas que sufren y también la impotencia de sentir que estamos limitados en las cosas que podemos hacer.
Noticias: ¿Cuál ha sido su mayor desafío?
Roemmers: Ser feliz. Poder integrar mis capacidades y mi propósito en una forma armónica.
Noticias: ¿Lo logró?
Roemmers: Estoy en ese camino. Todo lo que hago está enfocado en transmitir amor, mi ideal de fraternidad universal, de comprensión, de esperanza.
Noticias: Usted dijo que transforma la vida de las personas.
Roemmers: Sí, de muchas personas y me siento muy bien. Me dicen: “Con vos crecí tanto, aprendí tanto, me abriste otro mundo, me diste posibilidades”, y eso me da mucha felicidad.
Noticias: ¿Cómo mide el éxito?
Roemmers: Sentir que uno está en paz consigo mismo y con su entorno, y que está cumpliendo con su propósito de vida.
Noticias: Nombró varias veces la palabra amor. ¿Tuvo la experiencia del amor en pareja?
Roemmers: No. Vivo enamorado de la vida, tengo personas a las que quiero mucho, que me acompañan, pero no como pareja. Mi vida es estar al servicio y disponible para cualquiera que me necesite. Encerrarme en una persona me limitaría y me condicionaría mucho. No tengo hijos, pero disfruto mucho de mis sobrinos y ahijados. Yo quiero darles felicidad a las personas que quiero y disfrutar lo que me den. No pido nada.
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