Aunque hace varios meses que lo suyo es estar delante de la pantalla incluso cuando se apagan las luces de las cámaras de “Morfi” (porque entonces empiezan sus historias y vivos en Instagram en pos de acompañar a la gente en cuarentena), Chantal Abad insiste en que prefiere hacer la entrevista por videollamada. “Donde más me identifico y más cómoda me siento es en el contacto con el otro”, dirá a lo largo de la charla. Y escuchándola, súper clara y hasta pedagógica en sus relatos, queda claro que su gran don, además de la cocina, es la comunicación. Quizás por eso está cada vez más cómoda en el magazine de Telefe, incluso cuando se sienta a la mesa a charlar de temas de lo más ajenos a la gastronomía.
Noticias: ¿Cómo la está tratando la cuarentena? En lugar de estar quieta, está trabajando.
Chantal Abad: Mucho. Siempre fui medio a contramano del mundo. Cuando todo anda pésimo, a mí me va bárbaro, y viceversa. Por supuesto que la situación es complicada y extraño a mis amigos y familia, pero dentro de todo el caos, es un milagro lo que me pasa, porque me animo a cosas que de otra forma nunca hubiese hecho. Cuando arrancó todo pensé que me iba a tomar el tiempo para hacer más yoga, estudiar piano… Y a los cuatro días empezaron a estallar las redes con llamadas de diferentes marcas. Estuvo bien porque fue orgánico. Me conecté un día siguiendo una idea de un colega que proponía contestar dudas de la gente para ayudarla a cocinar y me encontré con muchas preguntas. Me di cuenta de que la gente de verdad necesitaba una mano en la cocina, así que fue como una rueda que empezó a girar y no paró. Y hasta fue medio sanador, porque empecé a conectar mi profesión con una cuota de servicio.
Noticias: ¿Siente que la gente va a seguir cocinando después de esto?
Abad: Más bien es lo que anhelo. Me gustaría que esto que la gente empezó a hacer perdure en el tiempo. No solo cocinar, también estar en casa, conectarse con las cosas verdaderamente importantes, desprenderse de aquello innecesario. Hay gente que está más con su familia ahora, a la distancia, que en su vida cotidiana. Espero que la gente siga cocinando y de todo esto se quede con el mejor mensaje.
Noticias: ¿Y dentro de este cocinar más notó que la gente también está comiendo mejor? Es una lucha suya de larga data.
Abad: Creo que sí. Hay gente que se empezó a conectar más, no solo con el acto de cocinar sino con qué se están alimentando. Me empezaron a llover preguntas sobre si es verdad que la vitamina C mataba el virus o cómo fortalecer el sistema inmunológico. Ya Hipócrates dijo: “Que tu alimento sea tu medicina” hace millones de años. No acuso al que no se ocupa, porque creo que está mucho más ligado a la desinformación y a la cantidad de años en los que se ha restado importancia que a la real conciencia. Nadie que sepa lo que está comiendo lo va a hacer de esa manera tan impune. Porque nadie se haría eso a sí mismo ni a quien quiere.
Noticias: ¿En general comemos muy mal?
Abad: Sí. Aunque en los últimos años hubo una gran mejora, porque antes lo que decía la etiqueta no le importaba a nadie. Y es que de pronto alguien se preguntó porque hoy hay 80.000 nenes diabéticos y antes no había, o por qué estamos llenos de celiaquía. La pregunta vino después del síntoma. Y cuando empezás a rasgar, te das cuenta de que la pirámide nutricional con la que se estudió Nutrición hace 10 años la inventó Kellogg’s. Tenemos una cultura gastronómica bastante pobre, la dieta es ñoquis, milanesas con papas fritas, fideos con tuco. ¡Aunque acá tenemos de todo a lo largo y ancho del país! Nos hicieron creer que si a los chicos no les damos un postrecito por día se nos van a enfermar, y que la mejor merienda del colegio es un alfajor y una gaseosa.
Noticias: ¿Cuáles son los grandes mitos que la gente sigue creyendo?
Abad: La idea de que el niño gordo es un niño sano. Capaz que en otra época sí, pero ahora lo más probable es que tenga una hiperglucemia. La leche es otro tema delicado. Si bien es un alimento muy completo, creo que trae muchos colaterales. Aunque hay que ser coherente y contextualizar. No le puedo decir a una mamá con cinco hijos que no les dé leche porque tiene mucho azúcar. Pero si tenés la posibilidad de buscar una alternativa para que ese niño pueda explorar otras maneras de encontrar la proteína y los azúcares, creo que en eso. A la vez, no me banco el fundamentalismo en ningún ámbito de la vida. Personalmente no como carne, por convicción. Sé que no voy a cambiar el mundo, pero me parece que salirse de este lugar de que “todo es una porquería y no puedo hacer nada” es mejor que no intentarlo. Decidí que desde mi lugar no lo voy a hacer, pero tampoco critico a quien lo hace. Y solo difundo el mensaje si me lo preguntan.
Noticias: Habla mucho más como nutricionista que como chef. ¿Es un pendiente?
Abad: No… Tengo mucha información porque es un tema que me interesa y apasiona, y por experiencia propia. Tengo una relación con mi cuerpo que fue muy compleja por muchos años. De niña fui obesa con 30 y pico de kilos de sobrepeso. Por eso toda la relación con el cuerpo y el establecer un vínculo sano con el alimento y el placer de comer es un tema recurrente en mí. En ese plan fui escuchando muchas campanas. Pasé por la adolescente que hizo las mil y una dietas hasta formarme con nutricionistas muy serios y darme cuenta de que por más conocimiento que tengas, la persona con un problema de sobrepeso tiene un tema mucho más emocional que alimenticio. También adquirí un montón de conocimientos y descubrí que el que no tiene un problema emocional simplemente está desinformado. Mucha gente no sabe, por ejemplo, que cuando come la primera papa frita en el cerebro se despierta la misma zona que si tomara cocaína.
Noticias: ¿Y qué fue primero, sanar o estudiar cocina?
Abad: Primero estudié cocina. No entendía bien el significado, aunque lo hacía porque me gustaba comer. Muchos años después lo revinculé: lo primero que quise estudiar apenas salí del colegio fue teatro, y hoy estoy frente a las cámaras. Finalmente decidí que no, y que era la cocina. Pero no sé si lo empecé desde un lugar tan saludable como después lo pude resignificar. Y a medida que iba avanzando profesionalmente fui haciendo un camino paralelo. Me llegó un momento en el que me pregunté qué estaba haciendo y dónde estaba parada. Fue en 2014, y mi vida hizo un cambio de 180º. Tenía dos trabajos, uno en el Canal de la Ciudad y otro haciendo la producción de “Masterchef” y de pronto me quedé sin ninguno. Y cuando el mundo se me vino abajo, algo dentro de mí dijo “no es por acá”. A partir de ese momento me empecé a replantear mis prioridades y mi nivel de obsesión con el laburo. Pude ver la vorágine del sistema desde afuera. Fue fuerte, lo recuerdo como un punto de quiebre muy importante.
Noticias: ¿Qué salió de ahí?
Abad: Una reconstrucción. Entré al mundo del yoga, que me empezó a hacer sentido. Me empecé a reconocer desde un lugar mucho más ameno. Menos látigo, menos castigo, tanto conmigo como con mi entorno. Empecé a sentir que ahí fluía y estaba liviana. Fue como conocerme de cero y enfrentarme con cosas que tengo, como envidia, celos, miedos. De pronto vi todo clarísimo. Incluso tuve que reubicarme con mis colegas, porque mi rubro tiene gente divina y no tanto, y hay como rockstars intocables. Nunca me identifiqué con eso y sentía que no pertenecía. Ahí también entendí que no tenía por qué.
Noticias: ¿Hacía terapia?
Abad: Siempre. Arranqué terapia a los 18 e hice muy alternado por 10, 12 años. Y si bien esto no saltó antes, creo que es porque lo racional tiene un techo. Analicé todo lo que podía, y en un momento llegué a ese techo. Ahí me empecé a identificar con otras herramientas que te van conectando desde otro lugar, como la meditación o la respiración. Y destrabé cosas que desde la cabeza no podría.
Noticias: ¿Y hoy en qué lugar la encuentro?
Abad: Mucho más madura. No sé si son los años, la pareja o qué, pero me siento más sabia. Más templada, con prioridades más claras. Dejando de lado un montón de mandatos, programaciones, patrones que no me funcionan. Y más segura de mí. Me quiero y creo más a nivel intuición, valores y convicciones.
Noticias: ¿Cuánto la cambió la exposición de “Morfi”?
Abad: Al principio era medio reacia y no quería que me reconozcan, y ahora lo disfruto. Tal vez viene de la mano con que me siento más genuina conmigo. Porque lo que cuento no tiene contracara, es lo que soy. Y en eso tiene un lugar fundamental mi compañero, porque tengo una pareja que todo el tiempo me da valor. No solamente le gusta lo que hago, sino que me alienta a ir por más. Para los que no tuvimos eso en nuestra infancia, es re valioso. Porque esa persona te está ayudando a sanar y a reconciliarte con una parte tuya.
Noticias: ¿Está lista para develar quién es su novio? En “Morfi” le preguntan mucho…
Abad: No todavía. Estamos juntos hace menos de dos años, es una pareja muy reciente y los dos somos de muy bajo perfil.
Noticias: ¿Qué tan cómoda se siente en el programa cuando la sacan de la cocina?
Abad: Me encanta. Es que me identifico más con una imagen de comunicadora que de cocinera. Estaría feliz de hacer el día de mañana un programa que no necesariamente tenga que ver con la cocina. Lo que disfruto es poder contar las cosas de una manera divertida, fresca, descontracturada. Y hoy el canal es la cocina, pero mañana podría ser otro.
Fotos: gentileza Cora Fico.
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