Los días de Iñaki Urlezaga son largos e intensos en La Plata, su ciudad natal. El montaje de su coreografía para “Romeo y Julieta”, que se estrenó el pasado 28 de junio, transcurrió en medio de la expectativa del Ballet Estable del Teatro Argentino por volver a pisar el escenario luego de siete años de cierre de la sala. Iñaki está abocado a cada detalle: escenografía, montaje de luces, vestuario, intercambios con la parte musical y, por supuesto, el diseño coreográfico.
Seguramente tanto detallismo lo absorbió durante su trayectoria de diez años en el Royal Ballet de Londres. Tenía entonces veinte años y ya había bailado como primera figura en el Teatro Colón y antes en el Argentino, pero codearse con las estrellas de la compañía inglesa lo impregnó de toda la tradición de un repertorio exquisito.
El ímpetu de este sagitariano tozudo y emprendedor lo llevó más allá: en 2000 formó su primera compañía, el Ballet Concierto, y pocos años más tarde comenzó con la fascinante tarea de hacer coreografías. Mucha agua pasó bajo el puente hasta su retiro como bailarín en 2018 en el Teatro Colón, justamente con “Romeo y Julieta” en la legendaria coreografía de Kenneth MacMillan.
Aún siendo lunes, día de descanso en el Teatro, fue difícil lograr que hiciera una pausa para la entrevista con NOTICIAS.
Noticias: Hace veinte años comenzó a hacer coreografías. ¿Qué busca como coreógrafo?
Iñaki Urlezaga: Yo creo que está en mis genes. Lo hago desde los actos del colegio: una vez mi maestra de tercer grado me dijo que tenía que hacer de payaso. Y me acuerdo que salí desde mi aula girando, haciendo un rulo sin parar, hasta el medio del patio, unos cincuenta metros (risas). Me gusta coreografiar, para mí la coreografía es psicoanálisis, siempre me dio curiosidad el otro. Por lo general los bailarines se miran a ellos mismos todo el tiempo, no abren la cabeza para mirar alrededor. Siempre tuve una visión panorámica y es lo que sigo haciendo. Pero, sin duda, Inglaterra influyó radicalmente en mí a la hora de conceptualizar el hecho teatral, de darle perspectiva, intelectualidad, emotividad.
Noticias: Es que allí tienen una tradición teatral enorme.
Urlezaga: Y siempre la danza está muy supeditada al desarrollo de la historia, a cómo se debe contar. Esa experiencia es la que me dio las bases para hacer mis coreografías, aún las más abstractas. Por ejemplo, hace mucho tiempo escuché una sonata para violín y piano de Brahms, la tercera. Sentí que algo tenía que hacer con esa música, no entendía bien para dónde dispararía, pero siempre volvía a ella. El movimiento feminista tiene una fuerza legítima para mí, y esta música es tan compulsiva por momentos y tan caótica y hermosa a la vez, que me di cuenta de que el camino iba por ahí. Armé una obra sobre el feminismo, que parece abstracta pero no lo es, tiene una temática de fondo.
Noticias: ¿Qué piensa sobre el feminismo?
Urlezaga: La danza siempre fue feminista, para los bailarines no es algo nuevo que las mujeres tengan voz y que sean fuertes. Creo que el feminismo vino para quebrar algo, es un cambio de época. Las mujeres han dicho basta, cambiaron los paradigmas, cambió esa verticalidad del patriarcado, todo está cuestionado.
Noticias: En su familia ha habido mujeres que influyeron mucho en su carrera: su tía Lilian Giovine que fue su maestra, su hermana Marianela que es su productora, su mamá. ¿Cómo fue ese universo femenino en su vida?
Urlezaga: No necesito hacer “La casa de Bernarda Alba” porque ya la tengo en casa, no sería algo muy creativo (risas). Pero mi padre también ha tenido una enorme influencia en mí, fue un padre de mucha presencia y pocas palabras, quizás por su personalidad o a consecuencia de lo anterior. No era invasivo como el resto de la familia, mi papá hablaba si le preguntabas. Tenía esa distancia del cariño que uno siente que te está esperando pero no invadiendo. El mundo femenino me dio el arte, mi abuela fue una bailarina frustrada que amaba el teatro. Pero hay algo individual que hace que uno defina lo que quiere ser. Yo hubiera podido ser médico, como mi papá que era pediatra, y él intentó que lo fuera. Si hay algo en que todos coincidimos en casa es que somos insistentes (risas). Pero no lo logró.
Noticias: ¿Cómo recuerda sus comienzos en Londres?
Urlezaga: Me fui siendo un adolescente y cuando llegué era la época de oro: Sylvie Guillem, Darcey Bussell, Irek Mujamedov, Viviana Durante... había excelencia por donde lo mires, había gran riqueza artística y ahí crecí yo. Cada día me doy cuenta más de la importancia de lo que fue haber tenido ese inicio en la danza. En 2000 la Royal Opera House se computarizó y se pudieron hacer muchas más funciones. Esto que parece positivo lleva a que no haya tiempo de ensayo, de creación de obras, de profundización. Hoy todo es muy en serie, hay un agotamiento feroz de los artistas, no se puede estar en todos los detalles, madurar. La escuela dejó de producir grandes figuras, contratan estrellas internacionales que conocen muy poco del repertorio inglés, se van perdiendo cosas importantes.
Noticias: ¿Cómo es su experiencia con los artistas nuevos?
Urlezaga: En el ámbito de la danza clásica, creo que hay una gran falta de conducción, mucho trabajo sin sentido, los bailarines jóvenes no tienen idea de por qué están haciendo lo que están haciendo y a algunos ni les interesa averiguarlo. Falta el grado de verdad necesario en la representación, la forma profunda de contar una historia. La obra no interpela a la sociedad de hoy, no está en resonancia con lo que la persona va a buscar al teatro y lo que el artista le provoca, pasa a ser vieja o no comprendida o pasatista, que es lo peor que nos puede pasar. No pasa en lo contemporáneo, porque los coreógrafos por lo general están vivos. Tener al creador vivo es estar inspirado por esa persona, no hay manera de sustituir esa fuente de inspiración.
Noticias: ¿Qué piensa que hay que hacer para mantener activo el interés del público?
Urlezaga: Los clásicos van a estar siempre, por su belleza y su poesía. Pero también hay que buscar obras que tengan que ver con la sociedad de hoy. Si vas al teatro y no te sucede nada, es como en una pareja, decidís separarte para no seguir pasándola mal, encima en el teatro hay que pagar mucho para pasarla mal (risas). Hay que tener la inteligencia y la comprensión para hablarle a un público que tiene respuestas y estímulos distintos. Tenemos que adecuar el mensaje porque los recursos son otros y también la estética. Los temas van de la mano con la demanda social, el artista es un emergente que se escinde de la sociedad y tiene que ser valiente para abordar algo que moleste y que sea necesario poner sobre el tapete.
Noticias: ¿Cuál es su lugar en el mundo?
Urlezaga: No tengo. Cuando formé el Ballet Nacional pensé en tener mi base aquí en la Argentina, era mi mayor deseo, una base adonde volver siempre y poder estar con gente que vayas alimentando y que te vaya comprendiendo el lenguaje y la forma estética de contar la danza. Sentí que estaba construyendo un lugar desde el cual podía interactuar socialmente. Luego de que el gobierno lo cerró en 2018, no quise construir nuevamente un espacio. Me contratan de un lugar y allá voy y trato de abrazar cada experiencia. Por ejemplo, aquí en La Plata, los bailarines han perdido siete años de su carrera por el cierre del teatro, entonces la ilusión de volver al escenario va más allá de la obra. Celebro acompañar ese momento festivo, me quedo con la experiencia de vivirlo con ellos.
Noticias: ¿Planes futuros?
Urlezaga: El año pasado María Noel Riccetto me invitó a hacer una coreografía con tango para el Ballet del SODRE, un elenco muy ecléctico. Fui a dar unas clases para tener ideas claras sobre la personalidad y características de los bailarines, y de ahí surgió “Estaciones rioplatenses” con música de Piazzolla, que se estrena el 26 de julio. Es un ballet abstracto, sin escenografía, oscuro, que habla de algunos temas que pasan de este lado del charco: la violencia, la desigualdad, la falta de empatía por el otro, tiene que ver con un aspecto social. En la música de Astor también hay violencia, era un hombre colérico, caótico por momentos, y su música refleja su propia historia.
Noticias: ¿Por qué hay que ir a ver su versión de “Romeo y Julieta”?
Urlezaga: Pasa el tiempo y siempre hay algo nuevo que descubrir en esta obra. Yo bailé el rol de Romeo, pero el de Julieta es otra historia. A Romeo no le pasa nada, se arriesga por amor, vive por amor y muere por amor, pero es una decisión personal. Lo hace heroicamente, como adolescente de catorce años que es. Pero lo que atraviesa Julieta para poder ser libre y feliz junto a su verdadero amor es terrible. Tiene que rebelarse frente a ese hombre que es su gran opresor, su padre, que es quien signa su destino. Esa realidad contrastada con la de hoy ya no va más, aunque hasta hace un tiempo los padres elegían con quiénes se iban a casar sus hijas o aprobaban su propia elección. La gente sigue viniendo a ver esta obra, porque es parte de un mundo que tenemos que comprender para decir que no lo queremos más.
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