Saturday 4 de May, 2024

PERSONAJES | 17-01-2024 07:18

Laura Catena: “En el mundo del vino hay mucho bla bla”

La galardonada directora general de Catena Zapata estudió medicina y biología. Pasiones, tradición y método científico.

En abril de este año fue elegida presidenta honoraria de WSET, siglas del Wine & Spirit Education Trust, la organización más importante y con mayor número de alumnos en el mundo; educan sobre el vino para consumidores finales y personas en el wine trade, liderando cursos y exámenes, también en el campo de las bebidas espirituosas y el sake. En su rol de embajadora de esta prestigiosa entidad con sede en Londres, apoya su exitosa misión. Un mes antes recibió el Premio a la Excelencia, otorgado por la revista Meininger por su trabajo en sustentabilidad y elevar el nivel del vino argentino en el mundo, además de enfocarse en el estudio del terroir, las parcelas y los suelos. En 1995, Laura Catena -cuarta generación de vitivinicultores mendocinos, los Catena Zapata- fundó el Catena Institute of Wine, nombrado investigador asociado del afamado Institute of Masters of Wine (IMW). Un objetivo prioritario del instituto es la investigación para el logro de vinos de gran calidad en grandes alturas. Y fue una misión cumplida. Se crearon vinos que hoy están entre los mejores del mundo. 

Laura estudió medicina y biología; en cuanto se hizo cargo de la bodega familiar, era cantado que se focalizaría en la sustentabilidad. Su bodega, además, fue seleccionada como la mejor del mundo en el ranking internacional del World's Best Vineyards (WBV) que califica las mejores experiencias del turismo del vino. Como escritora publicó Vino Argentino, An Insider’s Guide to the Wines and Wine Country of Argentina, editado por Chronicle Books (2010), con posteriores versiones en español y portugués (2011). También Gold in the Vineyards y Malbec Mon Amour, en coautoría con Alejandro Vigil. Y aunque va y viene por el mundo, nació en Mendoza donde transcurrió su infancia junto a su abuelo Domingo Vicente, en la bodega familiar del pequeño distrito de La Libertad. En 1988 se graduó magna cum laude en la Universidad de Harvard y después obtuvo el título de doctora en Medicina en la Universidad de Stanford. Hoy es directora general de Catena Zapata.

Noticias: Una de sus pasiones es el vino, pero también se hizo espacio para trabajar en la guardia pediátrica del hospital California Pacific Medical Center de San Francisco y formar una familia. ¿Cómo lo concilió?

Laura Catena: Viví 25 años como médica y bodeguera. Lo que aprendí de medicina me ayudó con el vino y viceversa; a veces los médicos se olvidan que somos empleados y tenemos que proveer un servicio por el que nos pagan.  Creo que hay que trabajar con los clientes del vino y tratar a los pacientes de la misma forma. Tanto en la bodega como en las emergencias médicas donde tenemos pacientes muy críticos, hay que trabajar en equipo. No menos importante es la empatía. Pensé que iba a ser lo que más extrañaría de ser médica, esto de ayudar a alguien y lo bien que se siente. Pero me di cuenta que puede generarse en cualquier ámbito laboral. Empecé las prácticas médicas en 1990 y trabajé mis últimos turnos a principios del 2020. Fui emergentóloga por casi 30 años hasta 2019. Mi padre había cumplido sus 80. Cuando le preguntaba si tenía que dejar la medicina, él siempre me decía que jamás iba a pedírmelo. Fue mi decisión dedicarme más a la bodega. Los últimos 10 años hice pediatría de emergencias y tenía un puesto en una clínica para homeless. Vino la pandemia y trabajé hasta febrero del 2020. Fue coincidente; cerraron la clínica y me dejaron libre 24x7 para dedicarme a la bodega. 

Noticias: Su elección fue ser médica y lo del vino se impuso por tradición.

Catena: Mi elección fue ser médica; yo no pensaba trabajar con mi padre, pero terminé enamorándome del vino y advirtiendo que esta tradición iniciada por mi bisabuelo Nicolás, que llegó de Italia en 1902, yo tenía que seguirla. Hice una doble vida entre la medicina y el vino. Ahora soy la médica de mi familia y mis amigos. Una no deja de ser médica nunca.

Noticias: ¿Cuál es su labor cuando está en Mendoza y cuál en California?

Catena: Una cuarta parte del año estoy viajando, representando nuestros vinos. Cuando estoy en Mendoza hago más degustaciones y estoy más en el viñedo. En California trabajo respondiendo emails o en nuevos proyectos. En el vino, uno no está haciendo todo, todo el tiempo, porque tiene su ritmo particular. Está la cosecha, la fermentación, los momentos en que se hacen los blends… Estoy presente en la cosecha y en los blends. Pero después al vino hay que dejarlo un poco tranquilo, no hay que intervenirlo o tratar de modificarlo. 

Noticias: ¿Cuándo está con sus hijos y qué hacen? 

Catena: Cuando estoy en casa, en San Francisco, soy una mamá presente. Con mi hijo Luka (25), que está haciendo un doctorado en Química Orgánica en la UCLA, charlamos de sus experimentos en el laboratorio y de ciencias en general. Con Dante (22), que estudia Politics, Philosophy y Economics en la Escuela Claremont McKenna, también en California, hablamos de temas internacionales y son importantes para el negocio del vino ya que vendemos a 65 países. Y con mi hija Nicola (18), que es estudiante de Historia y Arte en UC Berkeley -acaba de empezar- conversamos también de temas internacionales y especialmente de arte y literatura que son dos de mis pasiones. 

Noticias: ¿Qué hace su esposo Daniel McDermott? 

Catena: Tenemos la misma edad, es médico y golfista. Juega muchos torneos. ¡Dicen que hay viudas del golf y yo soy una de ellas! (risas) Pero feliz, porque para él es una pasión que lo lleva a viajar y así no se queja de lo que viajo yo.

Noticias: Vivió en Buenos Aires, USA, Francia y también en África. 

Catena: Había estudiado francés en el Colegio Nacional de Buenos Aires -amé ese colegio y lloré cuando tuve que irme- donde una profesora espectacular me motivó para que leyera libros en francés. Vivimos en Buenos Aires unos 4 años hasta que nos fuimos a USA, a principios de los 80. Mi padre sentía temor por la violencia y los secuestros durante la dictadura militar. Seguí estudiando en Berkeley y me fue muy bien. Después hice un intercambio y me hospedé con una familia en París -estudié artes en el Centro Pompidou- y luego viví en el campo. Me fascinaba la cultura del país, su comida, aunque en esa época no tomaba vino. Cuando me recibí de médica me sumé a un grupo que trabajaba con gente que vivía en la calle y usaba drogas. Pasé un tiempo en Senegal -mientras estaba en Harvard- y al egresar fui a Kenia donde fui docente.

Noticias: Alejandro Vigil, el multipremiado enólogo de su bodega, tiene 50 años y hace 20 que trabaja con ustedes. ¿Cómo perdura ese vínculo?

Catena: Ambos somos híper activos; nos tenemos respeto y admiración mutua. Tiene un entrenamiento muy científico, llevamos la innovación en la sangre y el respeto por la historia. Practicamos el método socrático, nos preguntamos, nos respondemos -con gran honestidad intelectual- buscamos la solución y olvidamos de quién fue la idea.

Noticias: ¿Cuál fue su mayor aporte al vino?

Catena: Aportar el método científico para entender problemas y desafíos. Usar la ciencia para preservar nuestra naturaleza y nuestra cultura. Elevar el vino argentino por 200 años más. El Catena Institute of Wine tiene más de 30 publicaciones, reportes científicos sobre el terroir del mundo, sobre el Malbec. Publicamos para difundir resultados concretos y compartirlos. Porque en el mundo del vino hay mucho bla bla bla. Uno de los proyectos más interesantes que llevé adelante fue la preservación de nuestras selecciones biodiversas del Malbec y que sólo existen en la Argentina, porque en Francia se perdió su diversidad genética.

Noticias: ¿En qué medida la excelencia de un vino está condicionada a la realidad de un país?

Catena: El vino depende del lugar, del terroir. Un California, un Napa Valley o un Burdeos son únicos, son una combinación especial de suelo y clima. Mendoza es el paraíso del vino porque tenemos la altura que nos da frescor y dota de buena acidez natural. Tenemos la intensidad solar que promueve los taninos. Y suelos pobres para un buen vino, porque uno quiere baja producción y concentración. Tenemos todo esto y una tradición vitícola que empezó en el siglo XVI con los españoles y siguió con los italianos en los siglos XIX y XX. Claro que la realidad económica cuenta. Atravesamos una situación difícil. Esperemos que con este nuevo gobierno la industria del vino mejore. Una Argentina abierta al mundo es esencial para crecer. Me preocupa la pobreza del país y que el vino sea para muchos un producto de lujo. Desearía que fuese para todos los argentinos, bebido con moderación y con las comidas. Es nuestra bebida nacional.

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Sissi Ciosescu

Sissi Ciosescu

Periodista.

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