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POLíTICA | 29-03-2019 11:11

Habla Pedro Etchebest, el testigo clave del caso D'Alessio

"Estoy en medio del tiroteo", asegura. Guerra de agentes y operadores en Comdoro Py. Los aprietes.

A las 13.59 del 28 de diciembre de 2018 comenzó una historia de película: a Pedro Etchebest (68) le sonaba su iPhone por el extraño mensaje de su ex compañero de oficina, que luego se convertiría en su extorsionador, Marcelo D'Alessio. “Tema Campillo, de pedo estoy en el lugar indicado”, decía el falso abogado. Pero, como en un buen thriller policial, el apriete que entonces comenzaba, en el que D'Alessio intentó sonsacarle US$ 300.000 aprovechando su vínculo promiscuo con el fiscal Carlos Stornelli, era sólo la punta del iceberg. En esta novela con tufillo a submundo cloacal, el espía era también espiado. En esta trama, Etchebest fue el eslabón perdido de una cruenta guerra fría.

Las dudas alrededor del querellante que desató el escándalo del año son varias, y algunas de grueso calibre. Ahora se suma otra: ¿Etchebest estaba al tanto de que a D'Alessio, además de él, lo estaban siguiendo, grabando, monitoreando? “Estoy en medio de un tiroteo, perdido entre varios fuegos”, dice Etchebest desde su exilio en Estados Unidos. Y completa el escenario dramático: “Hay días en los que me gustaría acostarme y no despertarme nunca más”.

Laberinto. ¿Quién es realmente Etchebest? Según su relato, nació hace 68 años en Mar del Plata, es un mormón devoto, tiene aptitudes con la guitarra que lo llevaron a tocar con Roberto Goyeneche, es padre de dos exitosos hijos que viven en Estados Unidos y cuatro nietos. Prefiere usar barba candado, aunque a veces el pelo le crece y él se deja ganar. Sobre todo últimamente, desde que se agravó su condición, a raíz del ACV isquémico que tuvo el año pasado, que lo dejó “físicamente disminuido”. Al momento del cierre de la nota, Etchebest acumulaba cinco días internado e incomunicado. Dos días antes de que empeorase su salud, había hablado con NOTICIAS y anticipado: “Cada vez tengo menos fuerzas”.

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Se define como un “hombre de negocios”, que supo explotar las 48 hectáreas que posee en Mar del Plata, donde cultiva kiwi “orgánico” y otras frutas de ese estilo, que se venden bien en el mercado. Desde ahí, según su relato, acumuló una pequeña fortuna: en 1998 vio una oportunidad en Utah, Estados Unidos, y compró cinco propiedades, de las que luego vendió cuatro y con eso adquirió otra en Miami. “Soy multifacético, trato de generar dinero”, explica Etchebest, que se llama a sí mismo un “productor agropecuario jubilado”. Uno de los hombres involucrados en este escándalo es más categórico: “Si Etchebest es servilleta o no, es secundario a esta altura”.

Su última década es la más interesante. Desde 2014 hasta 2016 compartió oficina con D'Alessio (“cada tanto me traía medialunas”, dice), y con los espías de la AFI, su “amigo” Ricardo Bogoliuk –como asegura Etchebest en su declaración–, y Aníbal Degastaldi. Durante ocho meses esa banda de espías trabajó dos pisos abajo de él, pero luego acordarían entre todos mudarse a un mismo piso para abaratar los costos. “Cada mes les daba tres mil pesos”. Ahí compartían baño y secretaria, aunque Etchebest asegura que la mujer en cuestión se limitaba a atender los teléfonos. Con D'Alessio había tenido un encuentro previo en 2013, en un café mediante un amigo, y luego se lo volvió a cruzar como vecino. No termina de quedar en claro cuál era su actividad en el edificio que compartían, en Alicia Moreau de Justo 1150, además del de usarlo como búnker cuando iba hasta el Mercado Central a vender su cosecha. “También trabajaba como autónomo, realizando diversas gestiones, intermediación de compras y ventas, gestiones en el Estado, inscripciones en la AFIP, en la Secretaría de Comercio”. Actividades, se entiende, no tan cercanas con el mundo campestre.

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El vínculo que desencadenaría el escándalo también es incierto. Según Etchebest, al ex ministro de Hacienda de Santa Cruz, Juan Manuel Campillo, lo conoció a fines de 2016 “por intermedio de un amigo”. Lo vio “tres o cuatro veces”. Ante la repregunta de qué tenía que hacer un productor agropecuario con el ahora arrepentido por la causa de los cuadernos, Etchebest dice que mantenía el vínculo porque “Campillo era un tipo importante”. D'Alessio, consciente de esa relación –según Etchebest accedió al listado de contactos del celular de Campillo–, la explotó para presionar con la idea de que iba a terminar preso en la causa que investiga Stornelli.

El 7 de febrero, luego del allanamiento a su hogar, D'Alessio tiene una versión más contundente: “Etchebest es la pata que faltaba, era el cajero de De Vido antes de ser el cajero de Campillo, y le robó dinero de De Vido. Hay mucha gente atrás”, dice en un audio que sería para la diputada del ARI Paula Olivetto. “D'Alessio es un tipo desesperado que dice cosas desesperadas”, explica la defensa de Etchebest.

Daniel Santoro, el periodista de Clarín de estrecho vínculo con D'Alessio, acompañó parte de estas ideas. “Esto no es sólo Etchebest, hay alguien atrás con mucha plata”, dijo Santoro, aunque luego cambió su versión y aseguró que el testigo “era una víctima más”.

Hay al menos dos intervenciones más de espías alrededor de Etchebest. Una tiene que ver con lo que sostiene Juan Manuel Ducler, el hijo del fallecido Aldo, el financista K, que dice haberlo conocido en una reunión en 2016 y asegura que el querellante está “vinculado a ex SIDE”. Otra es la difusión de un audio del 17 de enero entre el ex embajador Eduardo Valdés y el detenido Juan Pablo Schiavi, donde Valdés anticipa que “va a haber novedades” en la causa de los cuadernos y que por el “operativo puf”, Bonadio y Stornelli quedarían afuera de la causa. Estos diálogos fueron difundidos por Elisa Carrió, y son un elemento central de la postura del oficialismo y de Clarín para sostener que todo esto es una operación K.

Consultado por esta revista, Valdés asegura que los diálogos están amañados, pide que aparezca el audio, y asegura que estaba hablando de la supuesta aparición de Isidro Bounine, ex secretario de CFK, en la causa. Hay otra línea de interpretación y tiene que ver con uno de los defensores de Etchebest: Fernando Muriel, abogado que compartió lista con Valdés en las elecciones en la Facultad de Derecho y con pasado en la gestión K. ¿Valdés sabía del caso por Muriel?

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Trabajitos. En el allanamiento a la casa de D’Alessio se encontraron listados de entradas y salidas del país de objetivos que estaba investigando. También había listados de llamadas telefónicas y registros de antecedentes penales. Toda esta información suele ser utilizada por organismos de inteligencia para investigaciones y también por pedido de jueces o fiscales, pero todavía no se sabe cómo las obtuvo D’Alessio. El juez Alejo Ramos Padilla tiene una sospecha y ya tomó medidas en esa dirección. Pidió al procurador bonaerense, Julio Conte Grand, que informe sobre el accionar del fiscal de Mercedes Juan Ignacio Bidone. ¿Qué pasó? Bidone habría hecho consultas a las bases de datos de Migraciones desde la fiscalía para darle información a D’Alessio. Estos documentos serían los encontrados en la casa del falso abogado. A este grupo se sumaría un agente de la AFI llamado Rolando Barreiro. El juez también pidió que le informaran cualquier dato que hubiese sobre Barreiro en la fiscalía. Además solicitó que se informen sus números telefónicos. Si Ramos Padilla pidiese a la AFI información sobre él, le responderían que ingresó en septiembre de 2002 y se fue en mayo de 2016.

Espionaje. D’Alessio se sintió espiado y se lo dijo a Stornelli. Fue el 4 de febrero, mientras caminaba por Comodoro Py. En un mensaje de WhatsApp le dijo al fiscal de la causa cuadernos: “Carlos, acá tengo tres ex SIDE de CFK sacando fotos en el palier”. Ese día, D’Alessio estaba en la puerta de su fiscalía acompañando a un testigo para que declare. Se trataba de Gonzalo Brusa Dovat, un ex gerente de la empresa venezolana PDVSA que contaría maniobras de lavado de dinero que se habrían hecho a través de la filial en Argentina. Más tarde se conocería que ese testigo fue coaccionado para que declarase. NOTICIAS, a través de fuentes judiciales, documentación, fotos y videos pudo reconstruir una trama paralela al caso D’Alessio que podría ser tan escandalosa como el propio expediente que se tramita en el juzgado de Ramos Padilla.

El mensaje de D’Alessio a Stornelli no era producto de su profusa imaginación. Era cierto: le estaban sacando fotos e incluso lo filmaron, como puede verse en las imágenes que acompañan esta nota. Una de las autoras de las fotos sería una abogada llamada Elizabeth Gasaro, que hoy tiene a su cargo la defensa del detenido empresario K Lázaro Báez. Gasaro estaba sentada en una esquina del hall frente a la fiscalía de Stornelli y fue vista por el ex abogado de D’Alessio, Rodrigo González, quien le advirtió que lo estaban espiando. “Marce, ¿viste que te están sacando fotos?”, le dijo González. A lo que D’Alessio respondió: “No, ¿dónde?”. Y luego, con discreción, señaló a dos personas.

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D’Alessio quedó paranoico con la situación y, en un extraño reflejo, decidió compartirlo con otro abogado que también estaba en el lugar esperando a Stornelli. Era Roberto Herrera, el letrado de Víctor Manzanares, contador de la familia Kirchner, que estaba ahí porque al día siguiente su cliente estaba dispuesto a acogerse a la figura del arrepentido, algo que luego sucedió. D’Alessio se acercó a Herrera y tras presentarse le dijo: “Estas dos hijas de puta me están sacando fotos porque son de la SIDE”. A Herrera le llamó la atención el dato porque conocía a las dos personas que señalaba. Él había sido socio de Gasaro en el pasado y la mujer que la acompañaba era su hija. Dejaron de trabajar juntos porque se pelearon y Gasaro abandonó el estudio. Tiempo después comenzaron a vincularla con otro abogado: Franco Bindi, un letrado que dio sus primeros pasos en el Ministerio de Planificación, durante la gestión de Julio De Vido. Hoy se lo suele ver por Comodoro Py, donde sus colegas lo señalan como vinculado a los servicios de inteligencia. Una de las pocas fotos que hay sobre Bindi en internet es la de su pasaporte que fue publicada por Interpol cuando estuvo prófugo por una causa en Tandil.

Hoy Bindi viaja seguido a Chubut. Se puso de novio con una sobrina del gobernador de esa provincia, Mariano Arcioni. Sus últimos clientes conocidos fueron el valijero Leonardo Fariña, Lázaro Báez y el espía Allan Bogado, señalado por el fallecido fiscal Alberto Nisman como nexo entre el Gobierno y los iraníes.

Abogados. Elizabeth Gasaro y Franco Bindi niegan trabajar juntos. Pero comparten a Báez como cliente: Gasaro lo representa en la causa de la ruta del dinero K y Bindi en una por facturas truchas en Bahía Blanca. Bindi antes defendía a Leonardo Fariña, el hombre que saltó a la fama por presentarse como uno de los lavadores de dinero de Báez. En agosto de 2016 la relación entre el valijero y su abogado se quebró. Las peleas, según una denuncia judicial que hizo Fariña, se basaron en puntos de vista sobre la estrategia defensiva. Fariña quería dar notas en la tele y Bindi no. “Sé que Franco (Bindi) está defendiendo más los intereses de Báez que los míos. Me tenían frenado con las notas para no pegarle a Báez, porque ellos lo defendían a través de Gasaro”, declaró en 2016. En esa misma declaración afirmó que Bindi trabajaba con Bogado. “Bindi siempre se jactó de trabajar de manera ‘inorgánica’ en la Secretaría de Inteligencia como Bogado”, sostuvo Fariña. En 2015, Bogado afirmó a esta revista que había trabajado para la SIDE a las órdenes del ex director general de Operaciones Antonio “Jaime” Stiuso, que al mismo tiempo lo tenía denunciado por hacerse pasar por agente de inteligencia. Cosas de espías.

Bogado es un personaje del submundo del espionaje que suele tener información de causas judiciales o temas políticos. Por ejemplo: tenía en su poder el video en el que se ve a Ariel Quety, el secretario de Stornelli, cuando sale de la fiscalía y se pone a charlar con D’Alessio en el pasillo. ¿Es el video que habría grabado Gasaro? Al menos tres personas la señalan como la única persona que ese 4 de febrero estaba filmando cerca de la fiscalía de Stornelli. Ella lo negó en una declaración ante Ramos Padilla el pasado 8 de marzo.

¿Cuál era el interés por filmar a D’Alessio? ¿Sabían que lo estaban investigando? Fuentes de Comodoro Py afirman que Bindi estaba al tanto de la investigación del juez de Dolores y llevó el caso al Instituto Patria, para ver si algún abogado conocido lo quería patrocinar. La mala fama de Bindi hizo que rechazaran el caso. Sin embargo, esta versión es desmentida desde el entorno de de Bindi.

Antecedente. El dúo Bindi-Bogado ya se ha cruzado en la vida de D’Alessio. Hubo un caso que no tuvo repercusión mediática pero que ostenta algunas similitudes con la extorsión a Etchebest o Gabriel Traficante, dos víctimas de D’Alessio. Se trata de Mario Cifuentes, un empresario de Neuquén que tenía una empresa de servicios petroleros llamada OPS. La empresa tuvo buenos negocios durante el kirchnerismo, pero cuando llegó el macrismo cayó en desgracia. El dueño buscaba venderla y, entre fines de 2017 y principios de 2018, apareció D’Alessio con un comprador, a cambio de que Cifuentes pagara supuestas deudas de la empresa con la AFIP. D’Alessio se iba a encargar de eso: “Vos dame la plata a mí y yo me encargo de pagarlo”. Cifuentes le dijo que no. Eso produjo una tensión y quedaron en que no había apuro y que lo iban a arreglar. Un día D’Alessio lo llamó diciéndole que Santoro iba a hablar de él en "Animales Sueltos". Cifuentes, como la mayoría de los empresarios a los que buscaba D’Alessio, tenía algunos problemas con la Justicia.

En ese instante, el empresario decidió cortar con las negociaciones, entendió que lo estaban extorsionando. Al día siguiente salió mencionado por Santoro en el programa.

Cifuentes no quiso denunciar el caso, pero dejó todo registrado en una escribanía de Buenos Aires. Ahora, Cifuentes fue citado a declarar por Ramos Padilla. Esto es porque en las computadoras de D'Alessio había una carpeta con información sobre él. El empresario patagónico les contó el caso a sus amigos, entre ellos a un conocido de Horacio Quiroga, el intendente de Neuquén, que al enterarse de esto se lo comentó a un asesor suyo: Bogado. De casualidades, Bindi también tiene un vínculo con Cifuentes. Ambos se enteraron, de boca de Cifuentes, de las tropelías de D'Alessio. Ahora habrá que ver si el empresario decide contar todo en el juzgado de Dolores.

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Bindi y Bogado están en la mira de varios en Comodoro Py. Uno de ellos es el fiscal Guillermo Marijuan, quien está convencido de que Bogado está detrás de la filtración de un audio suyo donde da detalles de su estrategia contra CFK en la causa de la ruta del dinero K. “Dejo a Cristina al borde de la detención”, grabó en un mensaje de voz en 2016. El audio fue un escándalo e hizo que Marijuán presentara una denuncia en la que se investiga a Bogado.

Los espías están en todos lados.

por Rodis Recalt, Juan Luis González

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