El domingo 28 de octubre de 2007, hace exactamente 15 años, Cristina Fernández de Kirchner, quien ya tenía experiencia como diputada y senadora, se consagraba presidenta con el 45,29% de los votos. Néstor Kirchner había sorprendido al anunciar que no iría por la reelección, y el Frente para la Victoria postulaba a su primera dama, en un plan de alternancia que se vería truncado por el fallecimiento del ex presidente tres años después, el 27 de octubre de 2010.
Si la presidencia de Néstor Kirchner había estado marcada por la recuperación económica de Argentina tras la crisis de 2001, apalancada por una “década ganada con el un aumento sostenido en los precios de las materias primas”, que permitieron cierta redistribución de ingresos, la primera presidencia de Cristina Kirchner se inclinó por medidas de corte social.
El crecimiento económico justificó a la par un crecimiento progresivo del estado y el gasto. La hoy vicepresidenta nacionalizó los fondos privados de jubilación en la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), y promovió la Asignación Universal por Hijo. Volvió a estatizar a Aerolíneas Argentinas (hoy altamente deficitaria), y promovió la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que hoy espera una nueva versión tras su anulación decretada por Mauricio Macri.
Tras el enfrentamiento con el campo por el aumento de los aranceles a las exportaciones, vino la crisis financiera internacional iniciada también en 2008. Pero Cristina Kirchner lograría sortear ambos escollos y ser reelegida en 2011 con el 54,11% de los votos, la mayoría más abultada obtenida por cualquier candidato desde el retorno de la democracia en 1983.
Pero la sangría iniciada en el 2008 haría su segundo ciclo cuesta abajo. El alto déficit de las cuentas públicas (donde la ayuda social y los subsidios energéticos aún priman) vació las reservas a la par que se incrementaba la emisión monetaria, potenciando la devaluación y la inflación, en una espiral que no se ha cortado en la década siguiente.
En tal sentido, su segunda presidencia es recordada por una serie de protestas masivas en su contra: la más importante ocurrió el 12 de noviembre de 2012 a raíz de las restricciones a las importaciones y la compra de dólares. La estatización de YPF y un conflicto con los “fondos buitre”, llevaron a una la cesación de pagos de deuda y el consecuente cierre del acceso al crédito en mercados internacionales.
Imposibilitada constitucionalmente a presentarse en las elecciones de 2015, Cristina Kirchner recibió el golpe cuando en enero de 2015 se conocía la muerte del fiscal Alberto Nisman (encontraron su cuerpo en el baño de su casa con un disparo en la cabeza), cuatro días después de haberla denunciado por el supuesto encubrimiento en la investigación del atentado de la AMIA.
El Frente para la Victoria y el dedo de CFK señalarían como eventual sucesor a Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires y ex vicepresidente de Néstor Kirchner. Pero Mauricio Macri y la coalición Cambiemos se impondrían ese año en las urnas, marcando un stop del ciclo kirchnerista. Uno al que seguirían años de investigaciones judiciales por corrupción, empujando su regreso a la arena política en 2017: pese a la derrota frente a Esteban Bullrich fue elegida senadora por la provincia de Buenos Aires
Pero la victoria aplastante para la coalición oficialista sería el fin de la primavera macrista. La crisis económica que se disparó en 2018 y se potenció al año siguiente, revivió la candidatura de Cristina Kirchner a la presidencia. Pero la senadora anunciaba la formación de una nueva coalición, el Frente de Todos, y su lugar en la boleta como vicepresidenta, junto a Alberto Fernández, el ex jefe de gabinete que había roto con el kirchnerismo y regresaba como garante del giro al centro y el lateralismo peronista.
"Después de haber sido dos veces presidenta de ese país y primera mujer electa como tal… sigo más convencida que nunca que la expectativa o la ambición personal tienen que estar subordinadas al interés general", decía entonces en un video. La campaña estuvo marcada por la presentación de sus memorias, el libro "Sinceramente” que se convirtió en eje de la campaña.
La fórmula Fernández y Fernández se impuso en las urnas con la promesa de “poner a Argentina de pie”, pero la pandemia de Covid-19 primero, y el impacto de una recesión y alta inflación arrastradas desde el 2018, convirtieron a la gestión económica del Frente de Todos en un fracaso que potenció las señales de tensión.
La derrota en las elecciones de medio término a finales de 2021, puso al gobierno al borde de la desintegración, con renuncias y cambios de gabinete, un proceso que continua. Pero el juicio por la Causa Vialidad (donde la Fiscalía acusa a la vicepresidenta de haber encabezado una asociación para defraudar al Estado mediante el supuesto direccionamiento de contratos millonarios de obras viales en la provincia de Santa Cruz) y el intento de magnicidio, obligaron a una tregua en la coalición, al menos frente a los medios.
Un silencio que Cristina Kirchner interrumpe con críticas tuiteras, ahora para el ministro de Economía, Sergio Massa, mientras evalúa las posibilidades y escenarios de cara a las elecciones de 2023. Una estrategia que distancia ineludiblemente al kirchnerismo de Alberto Fernández, y lo concentra en la pelea por la provincia de Buenos Aires, donde se especula que CFK volverá a ser candidata.
por R.N.
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