El avión tiene destino a una boda en Santo Domingo. A pesar del emocionante evento, el padre de la mujer que se va a desposar, y dueño de la nave, está muy serio. Tiene en frente a su hijo de 31 años y le espera una charla tan grave como la situación del país en el que no nació pero que siente propio, y en el que bandas armadas comienzan a copar las calles y se adivinan a lo lejos ríos de sangre. Días atrás, Juan Domingo Perón le dio un últimatum dramático: o acepta ser su próximo ministro de Economía o él se iba a negar a aceptar la Presidencia que la fuerza de la historia le estaba imponiendo. José Ber Gelbard, que no terminó cuarto grado porque tenía que vender corbatas en la calle para ayudar a su familia a parar la olla, que se curtió en la marginación social típica de un niño judío polaco en la Tucumán de principios de siglo XX, que llegó a ser el líder empresarial por excelencia de Argentina a pesar de no haber leído un solo libro de economía en su vida, que se hizo lugar en el peronismo siendo un miembro secreto del Partido Comunista, es plenamente consciente del dilema. Y lo dice en voz alta. “Fernando, si acepto no me lo van a perdonar nunca, ni a mí ni a Perón. Sé que se viene un golpe militar y nosotros vamos a correr peligro”. Pero, contra todos los pronósticos, su hijo lo mira y lo retruca: “Viejo, tenés que agarrar”.
“Es que en esa época éramos todos patriotas”, recuerda ahora Fernando, en la primera nota que da en más de treinta años. El hijo de Gelbard, que además de llevar la misma sangre fue parte de su gabinete y lo acompañó en toda su carrera empresarial -y también a los encuentros internacionales con Fidel Castro y con el soviético Brezhnev-, va a hablar de su padre desde el otro lado del zoom, en Los Ángeles, donde vive desde que la dictadura cumplió la profecía de su padre: el ministro de Perón fue de los primeros perseguidos por Videla y, además de condenarlo en un juicio express y embargarle todos los bienes, le quitaron el pasaporte argentino. Menos de un año después, Gelbard murió exiliado con la pena de no poder volver jamás a la tierra que lo adoptó. De todos estos eventos pasó casi medio siglo.
Y también pasaron cosas: Fernando fue embajador en Francia durante el menemismo, se convirtió en un famoso músico de jazz y productor discográfico en Estados Unidos, y en el 2019, en plena carrera electoral, recibió varias llamadas de Cristina Kirchner, según ella misma contó. La ahora vicepresidenta tenía entonces una inquietud que el gobierno de Fernández está por poner en práctica: fantaseaba con recrear el Pacto Social, esa idea que pergeñó su padre cuando llegó al cargo en 1973 y que congeló los precios y los salarios durante un año y medio. Fernando Gelbard: A mi viejo lo combatieron tanto hasta derrocar a Perón, pero en realidad estaban derrocando el plan económico de mi viejo. Las multinacionales querían evitar el desarrollo económico independiente, querían el país agarrado lo tuvieron como siempre y como probablemente está hoy.
Noticias: ¿Por qué no funcionó?
Gelbard: Funcionó, y por eso empezó a ser atacado brutalmente. De ahí el golpe. A Ledesma no le interesaba el Pacto Social y a las otras grandes empresas tampoco.
Noticias: ¿Cómo era el vínculo con Perón? Ellos se conocen en su segunda presidencia, cuando su padre funda la Confederación General Económica en 1952.
Gelbard: Si, ahí lo llamó y nació una relación de amistad y respeto que duró hasta que se murió. Pero en la segunda presidencia la relación era menos personal, después empezó a tener más vínculo, y empezamos a viajar a España. Perón, los caniches, Puerta de Hierro, todo. Pero mi viejo no trabajaba con un jefe arriba, no hubiera trabajado en una relación de sumisión. Ya Perón de vuelta estaba muy grande, y mi viejo tenía un despacho en la Casa Rosada, y de mañana iba a ejercer la presidencia literalmente, a atender los asuntos de Estado, iba todos los días y ejercía las funciones ejecutivas. Mi papá decía lo siguiente: Perón tendría que haberse muerto 10 años después o 10 años antes, pero se murió totalmente a destiempo. No había ninguna razón para que el Pacto Social no continuara favorablemente, ninguna, pero sin Perón era muy difícil.
Noticias: Con Montoneros siempre se dijo que su padre tenía una relación tirante. Se habla incluso de que hubo reuniones clandestinas.
Gelbard: Del todo clandestinas, tanto que lo llevaba yo a mi viejo, no el chofer. Ellos lo respetaban mucho, y él era condescendiente: lo que hacían ellos de matar a alguien no estaba bien, pero querer hacer algo para cambiar las cosas era algo que requería ciertas agallas. Mi viejo admiraba eso, y yo también: jóvenes que se sacrificaban por un ideal, cuando nadie se sacrifica por nada. No digo que sea correcto pero lo respeto. Me acuerdo una vez que lo llevé a mi viejo a reunirse con A, B y C de Montoneros: mi viejo agarra y les dice: “A ver, muchachos, ¿cuando ustedes tomen el poder qué piensan hacer?”. Y uno de ellos lo mira y le dice: “Y, ahí lo llamamos a usted, Don José”.
Noticias: ¿Esas reuniones eran con Firmenich? ¿Galimberti?
Gelbard: Ponele.
Noticias: ¿Cómo vivieron la ruptura entre Montoneros y Perón?
Gelbard: Me acuerdo que le dije a mi viejo que esto no estaba bien, cuando vi que se iban. Yo estaba en la Rosada con mi viejo, íbamos y volvíamos. Me acuerdo de Perón saliendo al balcón, eso fue notable, estaba muy embroncando, enojado con ellos. Pero no era mi pelea, yo lo escuchaba, pero es algo que después de tantos años repercute tanto… a ver, en ese momento vos estabas tomando un café, lo veías salir a Perón enojado, los putea, y después volví a tomar un café. Yo, que fui testigo de muchas cosas, te puedo decir que lo vivís en ese momento y reaccionas después. No decís en el momento: “Che, esto es histórico”. Cuando mi viejo me dijo que iba a llamar al embajador de Israel para que dejen salir el avión con Adolf Heichmann (ndR: criminal de guerra nazi, que se escondió en Argentina en 1950 hasta que lo capturó la Mossad en 1960), yo le dije “que bien viejo, le haces un favor a Israel”, y él me dice que sí y al rato estábamos organizando donde íbamos a cenar. Ahora, ¿qué es lo que queda en la historia? Es que se fue el avión de Heichmann, no el resto de la vida.
Noticias: López Rega siempre combatió a Gelbard. ¿En el gabinete cómo era la relación?
Gelbard: Era amistosa, afectuosa, pero afectos que matan. López Rega era un tipo mentalmente marginal, fachista, ignorante, no era un tipo culto, pero era muy vivo. Él cómo mucamo de Perón lo sacaba de la cama, le traía las pantuflas, y con eso llegó a tener un gran poder. No tenía escrúpulos, tenía ideas esotéricas, era vivo pero no inteligente y, a pesar de todo, con quien yo tuve una magnífica relación, sobre todo después de dejar el poder. La relación se hizo cuando López Rega se exilió, que estaba muy solo y no confiaba en nadie, y sólo tuvo relación con mi viejo y conmigo.
Noticias: ¿Pero no lo combate directamente a su padre cuando muere Perón?
Gelbard: Sí y no. Buscaba el poder, pero en lo personal él quería… Isabel le pidió a mi papá que vaya a vivir en la residencia presidencial para que López Rega no la pase por encima, porque él la controló como antes controló a Perón. Por diferentes razones: a Perón lo ayudaba a salir de la cama, estaba viejo y débil, lo consentía, le traía los remedios, pero era un consentimiento que era muy trágico para la Nación. A Isabel también la controlaba, ella no era de muchas luces, y la controlaba… por eso ella le pidió a mi viejo que vaya a vivir con ella, pero él no quiso. La relación era tal que en un momento yo tenía el número de cuenta de ella, porque Isabel se lo había confiado a mi viejo: la fortuna de Perón. La fortuna de Perón no era muy grande, era de 5 millones de dólares. Eso era todo lo que tenía. Ella le confió a mi papá las cuentas, yo sabía quién era el banquero y todo. Pero también le dio poder a López Rega, y este se fue al banco en Europa y se llevó dos millones. Finalmente Lopéz Rega logró controlar a Isabel, y ahí mi viejo se fue.
Noticias: Su padre estaba en Olivos cuando muere Perón.
Gelbard: Sí, estaba ahí. López Rega le agarraba de los pies para darle fuerza y vida. Chanta hasta el último momento.
Noticias: Su padre es un personaje muy llamativo dentro de la historia argentina, distinto.
Gelbard: Era un inmigrante polaco que era vendedor ambulante. ¿Cuál era su pasión? Yo nunca la entendí realmente, era muy acentuada su pasión patriótica argentina, cuando él era un judío polaco que tuvo que luchar contra el antisemitismo en Tucumán, y hasta con armas. Pero cómo tuvo la pasión él para agrupar a los empresarios, para hacer algo para el país... no sé de dónde sale eso, de dónde sale la pasión por algo. Yo soy músico de jazz, he hecho muchas cosas como tal, producí mil discos. ¿De dónde viene eso? No lo sé: viene.
Noticias: Pero es llamativo: su padre llega a ser ministro de Economía sin haber leído un libro de economía.
Gelbard: Hizo solo hasta cuarto grado de la primaria, después no pudo estudiar más porque tuvo que trabajar. Cuando llegaron en 1930 a Tucumán él tenía 10 años, vivían en una pensión y todos tenían que trabajar para comer. Después salió a vender cosas a la calle, era un vendedor ambulante.
Noticias: ¿Él recordaba esa época de vendedor?
Gelbard: Sí, me contaba lo que era tener que llevar en los brazos las corbatas. Sobre todo los cinturones, que pesaban, a diferencia de las cortabas. Si no vendía no comía, y había que caminar con todo eso. A veces cuando llegaba la fiesta de la Virgen en Catamarca se tomaba el ómnibus hasta allá, con una valija y con su mercadería, paraba en una pensión de mala muerte y salía a vender por ahí. Era un tipo muy piola.
Noticias: ¿Así lo recuerda?
Gelbard: Sí, súper piola, canchero, muy buen padre. Entendía todas mis cosas de varón, no estaba muy contento con algunas porque yo era un vago estudiando, pero no me retaba. Si no estudiaba no me daba plata para salir, salvo que le diga que tenía algún propósito “non sancto” (risas). Era un capo.
Noticias: ¿Cómo vivió el poder su padre?
Gelbard: Se divertía como loco. A él le gustaba, se levantaba temprano a la mañana, tomaba café, armaba, era lo que le había gustado toda la vida. Lo amaba.
Noticias: ¿Qué era lo que lo hizo un ministro tan recordado?
Gelbard: Es que mi padre hablaba con todos. Yo me acuerdo que en nuestro departamento de Buenos Aires, sobre la calle Rodríguez Peña, venía una noche Alsogaray, otra Frondizi, y yo los iba a esperar en la calle para recibirlos. Venían todos.
Noticias: Él tenía esa cosa interesante y muy particular de que era un empresario con contactos con Allende, con Cuba, con el empresariado de acá.
Gelbard: Mi viejo fue afiliado al Partido Comunista de joven, en un comité en Catamarca, y creo que mantuvo su ideología toda la vida.
Noticias: ¿Él creía en la revolución bolchevique?
Gelbard: Creo que en ese momento creía en el marxismo leninismo, pero no aplicado a Argentina, eso sería restarle inteligencia a mi viejo, pensar que podían hacer lo mismo en Argentina que en Cuba o la Unión Soviética. Creo que es lo que estaba en sus sentimientos era eso, pero en sus acciones estaban otras cosas. Podés tener una idea y hacer otras.
Noticias: O sea, no respondía al PC.
Gelbard: Actuaba por sí mismo. Tenía sus ideas, tenía amigo que tenían sus ideas, pero no era la Plaza Roja y el cadáver de Lenin: las cosas cambian y los tiempos cambian, y en épocas diferentes funcionan cosas diferentes. Yo lo acompañé a algunas reuniones en el Kremlin, fue muy lindo. Primero vino Brezhnev, con una taza con té, eso fue un día, y en otro fue conferencia mano a mano y con los intérpretes, y ahí negociaron. Brezhnev estaba gordo, cejas grandes, no tenía pinta de líder. Los líderes soviéticos nunca fueron muy lindos (risas).
Noticias: ¿Por qué la dictadura lo pone de enemigo público a su padre?
Gelbard: Porque estaban atrás las grandes corporaciones norteamericanas. Llamémosle imperialismo. Mi viejo iba en contra de los intereses de Estados Unidos, y en aquel momento Estados Unidos entendió que era mucho más fácil organizar con dictadores que con presidentes, y en ese sentido tenían razón: es mucho más fácil negociar con un dictador. ¿Inmoral? Si eras del gobierno norteamericano era algo práctico, si eras argentino era inmoral. Todo es relativo. A mi viejo sí lo afectó mucho el hecho de no poder volver a Argentina, el hecho de que le hagan un ataque tan furioso, el hecho de que se lo hayan convertido en el enemigo número uno. Eso era porque lo tenían miedo.
Noticias: CFK contó que lo llamó en el 2019. ¿Cómo fueron esas conversaciones?
Gelbard: Ella quería saber más del Pacto Social, aunque las charlas quedarán en el misterio. Le agradecí mucho. Es un milagro que todavía se esté venerando algo que pasó hace 50 años, como el Pacto Social. Antes de eso todo fue espantoso, y después de eso fue desde mediocre hasta horrible. Estamos venerando un año y medio que nunca más se pudo reconstruir.
Noticias: El Pacto Social sigue presente. El Gobierno lo quiere recrear.
Gelbard: Es que es una idea simple, pero importante: conciliar los intereses de los obreros con los empresarios para que ganen los dos. Mi viejo lo inventó, no vi nada parecido en ningún lado. El Pacto Social no es una cosa de aficionados. Mi viejo no hablaba de economía: hacia economía. Hoy tendríamos un país si no hubieran tirado el Pacto Social.
Noticias: ¿No puede volver a funcionar otro Pacto Social en la Argentina?
Gelbard: Ponete la mano en el corazón y contéstalo.
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