Una vez por año, entre fines de julio y comienzos de agosto, la Oficina Anticorrupción les da una buena noticia a los periodistas: ya están, recién salidas del horno, las nuevas declaraciones juradas de los funcionarios del Gobierno, desde el Presidente hasta el último de sus edecanes. Así fue que nos enteramos, en este 2025, de que el ministro más rico del staff libertario es el de Relaciones Exteriores, Gerardo Werthein, que declara un patrimonio de 92 mil millones de pesos, seguido por el titular de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, con 18 mil millones, y por el de Economía, Luis “Toto” Caputo, con poco menos de 12 mil (siempre millones). También supimos, en paralelo, que los hermanos Milei acusan una fortuna bastante menor a la de estos “campeones”. Javier, el Presidente, declara 206 millones, y Karina, la secretaria general, solo 11 millones, poco más que un sueldo de senador. La hermana no está -en los papeles, al menos- entre los ganadores del modelo.
Sin embargo, hay un nombre fulgurante que falta en la lista de la OA y es el de Santiago Caputo, el asesor estrella de Milei que, como no tiene cargo -es contratado-, se excusa de presentar su rendición de cuentas. Está bien, nadie lo obliga. Y el artilugio de nombrarlo como asesor funciona como un blindaje para que no trasciendan los números de su contabilidad. Un blindaje acaso premeditado.

Pero lo grave del hecho es que Caputo, el hombre que no rinde cuentas, al mismo tiempo es el que maneja varias de las cajas más importantes del Gobierno, como la de la SIDE y sus fondos reservados, la ARCA (ex AFIP), el Ministerio de Salud o el millonario presupuesto publicitario de YPF, donde puso a su socio Guillermo Garat al frente del reparto de la pauta oficial que el Gobierno dice que no existe: el año pasado, la petrolera estatal repartió 97 mil millones de pesos a los medios aliados.
Que un asesor que ocupa la cúspide del poder junto al Presidente y su hermana Karina -el famoso triángulo de hierro- sea el único que no transparente su patrimonio parece algo delirante. Más aun si tenemos en cuenta que el mismo personaje está bajo observación por escándalos como el de Leonardo Scatturice y su avión valijero de Aeroparque -el empresario tiene un contrato con la SIDE caputista- o por los manejos alrededor del régimen impositivo de Tierra del Fuego que beneficiaban a Mirgor, una empresa tecnológica y de autopartes que tiene como accionista al tío del asesor, “Nicky” Caputo, el “hermano del alma” de Mauricio Macri.

En algún momento de enojo, el ex presidente llegó a enviarle un mensaje al asesor estrella con el que chocaba en medio de las tensiones con los Milei por la pasada campaña en CABA. “Decile que se sigue metiendo conmigo, voy a empezar a hablar de sus negocios”, le transmitió a un conocido diputado amarillo y ya casi violeta que, solícito, le llevó la advertencia a Caputo.
Entre lo que prometía revelar Macri, dicen, estaba lo que había escuchado sobre supuestas reuniones reservadas del asesor con importantes hombres de negocios en las oficinas céntricas que en vida pertenecían a la escribanía de su padre, Claudio. Un rumor del que nadie se hace cargo.
Como dijimos, Caputo es contratado del Gobierno. El contrato es con la Secretaría General de la Presidencia que comanda su rival interna, Karina. Es por “prestación de servicios profesionales autónomos”, con honorarios mensuales de 2,3 millones de pesos durante 2024, el último dato disponible.
Caputo es monotributista categoría B, la segunda más baja del régimen. No hay remate.
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