Un cruce feroz en redes sociales expuso la tensión entre periodismo, poder económico y fútbol, luego de que un comentario sobre el futuro de la AFA derivara en acusaciones de operación mediática, falta de rigor y defensa política del actual esquema dirigencial.
Un cruce inesperado en redes sociales volvió a exponer las tensiones entre periodismo, política y fútbol. El periodista Marcelo Longobardi y el abogado Gregorio Dalbón, defensor de Cristina Kirchner, protagonizaron una dura pelea pública luego de que el conductor publicara un mensaje en X anticipando lo que definió como “el principio del fin” de Claudio “Chiqui” Tapia al frente de la AFA.
En su posteo, Longobardi sostuvo que “es muy difícil que el Chiqui Tapia esté al frente de la AFA cuando comience el Mundial de fútbol 2026” y citó a Joaquín Morales Solá como una de las voces que se animan a anticipar el cierre de la gestión del dirigente. Además, deslizó que Tapia estaría gestionando una reunión con Donald Trump en Estados Unidos, algo que consideró “completamente posible”, al señalar que el ex presidente norteamericano “se ha reunido con personajes peores que el Chiqui Tapia”.
El mensaje tuvo rápida repercusión y provocó una respuesta fulminante de Gregorio Dalbón. Desde su cuenta personal, Dalbón acusó a Longobardi de ejercer un “periodismo sin estudio, sin datos y sin verdad”, cuestionando su condición de autodidacta y asegurando falsamente que esa falta de formación se refleja en su modo de informar.
Según Dalbón, el periodista “amplifica una nota que no es verdad, sin chequear una sola fuente, sin aportar datos verificables y sin explicar el contexto real de la AFA”. En ese sentido, lo acusó de no informar ni analizar, sino de operar, y de aplicar un método que consiste en simplificar operaciones ajenas, presentarlas como inevitables y atacar a quienes no se alinean con determinados intereses económicos.
En su descargo, el abogado defendió con énfasis la gestión de Tapia al frente de la AFA y enumeró los logros deportivos obtenidos durante su mandato, como las Copas América, la Finalísima y la Copa del Mundo. También afirmó que la AFA se encuentra “ordenada, auditada y saneada”, y sostuvo en forma insólita que los allanamientos judiciales no complicaron a Tapia.
Dalbón fue más allá y planteó que lo que realmente genera incomodidad no es la figura de Tapia en sí, sino la negativa de la AFA a avanzar en la privatización del fútbol, la entrega de los clubes y el control de la televisación. Según su visión, al no discutir ese trasfondo, Longobardi opta por amplificar “barbaridades”, disfrazarlas de análisis y hablar desde una supuesta superioridad moral que, aseguró, “no resiste un solo dato”.
El cruce dejó al descubierto una disputa que excede lo personal y se inscribe en una discusión más amplia sobre el rol del periodismo, los intereses económicos alrededor del fútbol y la creciente politización de la figura de Tapia. En un contexto de investigaciones, rumores y tensiones internas en la AFA, la pelea entre Longobardi y Dalbón sumó un nuevo capítulo a un clima cada vez más cargado, donde la discusión pública se libra tanto en los tribunales como en las redes sociales.














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