Llamativa la nueva designación del gobierno de Javier Milei: la secretaría de Culto, cartera del Estado que maneja las relaciones institucionales con las distintas religiones que habitan en Argentina, un lugar donde se necesita diplomacia y buenos modos, será ocupada por Francisco Sánchez, quien tiene un polémico prontuario.
En su etapa como diputado del PRO por Neuquén –provincia a la que aspira algún día gobernar- tuvo dos proyectos de ley sonados. Uno fue cuando propuso derogar la Ley Micaela al calificarla de “infiltración marxista”, y otro es el que presentó para calificar de “traición a la Patria” los delitos de corrupción. Sin embargo, fue aún más polémico el castigo que propuso para estos casos: la pena de muerte.
“Doce años por robar impunemente es casi nada. El año pasado presenté un proyecto de ley para que este tipo de delitos sean considerados traición a la Patria. Merecen la pena de muerte, no una liviana prisión domiciliaria”, dijo, en referencia a Cristina Kirchner, frase que armó una gran polémica y terminó con él denunciado en el INADI. Sánchez también es un gran partidario de habilitar la libre portación de armas, hecho por el cual dice admirar al brasileño Jair Bolsonaro.
En el ámbito religioso no le va mucho mejor. Tuvo duras declaraciones contra Jorge Bergoglio –“pocos Papas han hecho tanto daño”- y calificó la batalla de Lepanto como “la gesta que salvó a Occidente de las hordas islámicas”. Estas declaraciones prometen traerle polémica en varios frentes.
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