En Argentina, todo precio es político. No es una frase hecha. Alcanza con entender todo lo que sucedió antes y después de la designación de Roberto Feletti al frente de la Secretaría de Comercio Interior. Pero lo político no se queda ahí: también a ese mundo pertenecen las intrigas, idas y vueltas y los cortocircuitos que se desataron dentro del Gobierno desde que el acuerdo forzado de precios que impuso el nuevo funcionario se convirtió en la columna vertebral de la campaña oficial. El Frente de Todos está a un par de pesos de la banquina.
Tomala vos. Cristina Kirchner está convencida de que la paliza electoral vino -además de malos manejos de su compañero de fórmula- por el declive de la economía. Dentro de los problemas que ve en ese campo resalta uno: el aumento de los precios de los productos básicos. Por eso es que Paula Español, la predecesora de Feletti que acumuló más penas que glorias durante su gestión, tenía las horas contadas.
En los pasillos del ministerio de Producción, adonde pertenece la Secretaría de Comercio, hay varios rumores circulando, que luego la fuerza de la realidad pareció confirmar. El primero es que la decisión de echar a la histórica aliada de Axel Kicillof -no es solo Alberto quien viene recibiendo las reprimendas públicas y privadas de CFK, sino también el gobernador- estaba tomada desde poco después de las PASO. La idea original era esperar hasta las elecciones generales, pero pasaron cosas. Es que en los primeros días de octubre se empezó a detectar un aumento considerable de los precios -para mitad del mes se comprobaron incrementos de 15% en productos elementales como la yerba, el arroz, y la leche-, y la vicepresidenta decidió patear el tablero.
Cerca de Feletti juran que él no tenía ni la más remota idea de que quien lo iba a llamar en la tarde del viernes 8 iba a ser Cristina Kirchner. A ella la conoce desde mucho antes de lo que se sabe: para mitad de la década del noventa, cuando el contador público era uno de los hombres fuertes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la entonces senadora lo sumó a su equipo técnico. Feletti colaboraba en los proyectos que iban contra las privatizaciones de la época menemista.
Aunque para él siempre su referente fue CFK, para el 2021 el diálogo no era cotidiano. Por eso juran cerca suyo que fue una sorpresa cuando atendió el teléfono para escuchar la voz de CFK, que le ofrecía un cargo. Acá las historias se bifurcan: en los pasillos de Producción dicen que Feletti estaba al tanto de su próxima misión, a la que esperaba llegar en noviembre, y que por eso ya venía trabajando en un proyecto de acuerdo de precios.
De cualquier manera, hasta ese llamado Feletti era el secretario administrativo del Senado bonaerense. “Pasó de jugar en la B metropolitana a volver a Primera. Y no se confundan: un animal político como él no se va a quedar conforme con la Secretaría”, dice un hombre del actual equipo económico que lo conoce desde hace décadas. El nuevo secretario entró con los tapones de punta.
Sin embargo, en política el fondo importa más que la forma. Aunque en los días siguientes la Jefatura de Gabinete sacó un escueto comunicado vía mail que decía que la decisión había sido “orden del Presidente”, los hechos demuestran que la iniciativa, cuando las heridas por la crisis institucional aún estaban frescas, salió de su vicepresidenta. ¿Sigue siendo de todos el Frente?
Dámela a mí. El martes 12 Feletti pisó la Secretaría, aunque recién al día siguiente asumió de manera oficial. Testigos presenciales de aquel desembarco juran, en estricto off, que entre las primeras palabras del nuevo secretario de Comercio estuvieron las siguientes: “Miren que acá no nos quedamos mucho tiempo”. Entre las primeras decisiones del secretario, que tuvo que dejar su lugar como panelista en “Caníbales”, por C5N -programa en el que estaba también Aníbal Fernández-, estuvo la de sumar de segunda a Débora Giorgi, ex ministra de Cristina, de paladar K.
Esos fueron días intensos. Hasta muy poco antes de que se fuera Español, a ella la habían ractificado en su cargo, decisión que también le comunicaron al ministro Matías Kulfas. La relación entre ellos está rota desde que la kicillofista se sumó a la andanada de renuncias K post elecciones, sin antes avisarle a quien en los papeles era su jefe. Pero, confirmación mediante, ninguno de los dos esperaba el volantazo. La inesperada expulsión, además, alimenta los fantasmas que acechan a Kulfas, apuntado por gran parte de la tribu que responde a CFK.
Lo cierto es que a Español no le cayó bien la decisión. Esa es una explicación que encuentran también los empresarios que lidiaron con Feletti en los primeros días de su administración. El miércoles 13, los popes de las cadenas de alimentos y supermercados se reunieron con el nuevo funcionario, que los convocó de urgencia. La mayoría estaba en el coloquio de IDEA y tuvo que salir a las apuradas para asistir al encuentro. Ahí se enteraron del plan del secretario, que congeló los precios de 1432 productos -originalmente iban a ser menos- durante tres meses, hasta el 7 de enero. Muchos se llevaron una sorpresa: juran que los precios de varios productos que les mostró Feletti estaban muy desactualizados. La explicación que comenzó a girar por esos pasillos es que había ocurrido algún cortocircuito con las últimas listas de precios que elaboró Español, que o se perdieron o no se pudieron encontrar o, incluso, acusaciones peores. Cerca de la saliente funcionaria dicen que es una operación para ensuciarla.
No fue el único hecho extraño. Ese mismo día el Presidente, junto a Manzur, Sergio Massa y “Wado” de Pedro, recibió en la Casa Rosada a Francisco de Narváez, Marcelo Mindlin, Jorge Brito hijo, Marcos Bulgheroni, y varios pesos pesados del empresariado local. Además del rumbo del Gobierno y de la economía, en esa mesa se habló mucho de la inflación. Brilló por su ausencia el recién asumido Feletti, motivo que, para el último secretario de Comercio que tuvo algún éxito en frenar ese drama argentino, Guillermo Moreno, debería ser una señal de alerta. “Te desautorizan en el acto si no te llevan a ese encuentro. Feletti debería renunciar”, dice.
Campaña. Luego de siete días de una ardua negociación, la resolución con el congelamiento salió en el Boletín Oficial el miércoles 20. Es una decisión que cayó pesada en el mundo privado, donde se rasgan las vestiduras diciendo que en los últimos años, entre la gestión macrista y la pandemia, apenas pudieron mantener sus empresas a flote.
De hecho, durante esa semana a Feletti se le habían plantado Daniel Funes de Rioja, presidente de la UIA, cámara en franca guerra con el Gobierno, y de la Copal, la coordinadora que nuclea a las empresas alimenticias más importantes, y Alfredo Coto, dueño del supermercado homónimo.
Con los dos mantiene viejas rivalidades. Con el dirigente industrial se cruzó hace tres décadas, cuando las medidas sindicales que tomó cuando era técnico del Banco Central lo llevaron a un juicio que, del otro lado, fue representado por el abogado que hoy es líder de la UIA. Con Coto tuvo cruces cuando este le apuntó a Fernando Espinoza, entonces intendente de La Matanza, por el cierre de varios supermercados en esa localidad. El entonces secretario de Economía de esa municipalidad era Feletti. De hecho, Coto es uno de los apuntados por la militancia K, y, al cierre de esta edición, las organizaciones sociales nucleadas en la UTEP -donde pisa fuerte Juan Grabois- habían organizado una recorrida el viernes 29 para controlar precios en el supermercado que tiene esa empresa en Pompeya.
Es que la máxima de que todo precio es político es hoy más cierta que nunca: en pleno debacle electoral y con el Frente asediado por las internas, el congelamiento de precios de Feletti se convirtió casi en el único caballo de batalla del oficialismo. Todos los actores del Gobierno la adoptaron como el discurso de campaña. La Cámpora salió a grafitear paredes en la Capital y el Conurbano (“con la comida no se jode, bajen los precios”), y hasta el Presidente, que cuando había roto con CFK se quejaba de este tipo de políticas, la hizo propia. “La inflación solo se explica por la especulación de unos pícaros”, dijo en el evento por el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner.
No fue la única sopresa. Hasta Martín Guzmán, que nunca incorporó a su biblioteca académica decisiones de este estilo y que había sido blanco de las críticas de Feletti antes de que este asumiera, la defendió en público. “El Estado no puede quedarse de brazos cruzados”, dijo en una entrevista con C5N. El ministro de Economía -que recuperó diálogo con Cristina y con su hijo, y en simultáneo anda radicalizando su discurso contra la oposición- recién conoció al nuevo secretario el miércoles 20, el mismo día que se promulgó el congelamiento. Es dificil de creer que una iniciativa de este estilo habría salido del ministro por propia voluntad.
La intensidad, sin embargo, varía según cada espacio del Frente. La presidenta de la Cámara de Supermercados Chinos, Yolanda Durán, salió a denunciar el martes 26 aprietes de “militantes” en los locales a los que representa. Cuando al día siguiente la recibió Giorgi, la funcionaria -según la versión de Durán- dijo haber quedado impactada: los supermercados chinos no estaban dentro del acuerdo de precios.
Los cortocircuitos en el Gobierno se vuelven a notar. Todo es político.
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