Todavía duraba la algarabía por la sorpresiva victoria en las PASO cuando los líderes de Juntos hicieron un pacto que iba a regir hasta las generales, pero que, hasta la fecha, resultó precario. Varias fuentes le atribuyen a Mauricio Macri haber sido la voz mandante en un momento de triunfalismo extremo: “Hasta el 14 de noviembre, nada de hablar de procesos personales. Nadie habla de candidaturas presidenciales”, exigió el ex mandatario en una ronda en la que estaban, entre otros, Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.
Ese convenio tiene atados a los principales dirigentes de pies y manos, más allá de que los tropiezos constantes del Gobierno los tienten a subirse a la carrera presidencial con urgencia. Primero lo primero: Juntos debe agenciarse una contundente victoria en las generales para empezar a hablar, no sea cosa que estén saboreando el postre sin haberse comido el plato principal. El 15 de noviembre, si el resultado electoral de las primarias se repite, empezará una maratón opositora rumbo al 2023.
Lluvia de candidatos
La carrera por consolidarse como el posible sucesor de Alberto Fernández tiene diferentes inicios, de acuerdo a quién sea el interlocutor. En el larretismo, cuyo jefe político se consolida como el candidato natural, piden calma: creen que hasta febrero del año próximo no debería hablarse al respecto. Otros, como el entorno de Bullrich, que tendrá que erigirse desde el llano, consideran que no hay tiempo que perder y recuerdan que el pacto de silencio termina a las 18 horas del 14 de noviembre.
En el radicalismo son aún más extremos. “Hay una regla de oro en Argentina. Quien dos años antes cree que es el dueño de la elección, no gana”, dice una fuente calificada del centenario partido y la frase suena como un dardo que va directo a Horacio Rodríguez Larreta. Como ejemplos, aseguran que ni Néstor Kirchner ni Alberto Fernández se veían presidentes seis meses antes de los comicios que los consagraron.
Pero además, en la UCR no está definido quién será su candidato y hay al menos un par que se anotaron: Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, ya avisó que quiere tener un rol central en Juntos en 2023, cuando se termine su mandato provincial; y Facundo Manes, a pesar de haber perdido las PASO con Diego Santilli, se ve con chances reales de cara a lo que viene. De uno y del otro lado del ring, primero habrá que definir las internas de la coalición.
Otro anotado a la maratón es Mauricio Macri. Mientras la mala imagen de Alberto Fernández y Cristina Kirchner crece, la del ex presidente parece achicarse por contrapeso. Tanto que, en medio de una pelea judicial y tras el respaldo de Larreta, Vidal y compañía (que fueron a fotografiarse con él el miércoles 27), en las redes empezó a agitarse una frase que llamó la atención: “Segundo tiempo 2023”.
En el entorno del ex presidente no son categóricos con las respuestas. Aprendieron, durante la gestión, que en dos años pueden pasar demasiadas cosas en Argentina como para tirarse rápidamente a la pileta. Con lo único que son contundentes es con la idea de que bajar del ring de forma prematura a Macri sería un grave error: “El que piensa que está descartado para unas PASO en el 2023 se equivoca”, dicen.
Filtraciones
La última que dijo las palabras mágicas de manera pública fue María Eugenia Vidal. La ex gobernadora, ahora en campaña en la Ciudad, fue consultada en una entrevista televisiva sobre dónde se veía en dos años: "En 2023 voy a estar donde tenga que estar para que Juntos por el Cambio gane la elección, concejal de La Matanza, candidata a Presidente, lo que haga falta”, aseguró en América 24. Lo de competir en el destino más populoso del país es, claramente, un gesto de falsa modestia, la otra opción podría configurar un mensaje para los suyos.
De todas maneras, en el entorno de Larreta creen que Vidal no será un problema: confían en que terminará por definirse en la búsqueda por suceder al jefe de Gobierno porteño, donde también ya hay algunos anotados.
Sin declaraciones públicas al respecto, el alcalde porteño se mueve como el favorito. En el final de esta campaña realizó una gira por las provincias que eligen senador, para brindar su apoyo a los candidatos locales. La búsqueda fue mostrarse como un dirigente nacional y opacar el rol de Patricia Bullrich, quien venía desarrollando esa tarea con anterioridad. Los viajes solo se vieron interrumpidos el fin de semana de su cumpleaños, que decidió pasarlo en Capital, pero volverían en la recta final rumbo al 14 de noviembre.
Bullrich es de las que menos esconden sus intenciones. A cada lugar de Argentina que va lo dice: “Mucha gente me pide como presidenta”. Aunque suele suavizar el tono: “Pero no hay que adelantarse, ahora hay que pensar en la campaña”. Como titular del PRO, encontró su rol recorriendo el país para envalentonar a los candidatos locales.
Su coqueteo constante con los liberales le da un lugar especial en Juntos. “Ella tiene buen diálogo con Milei, pero hace campaña por Vidal”, dicen los suyos para aclarar que el compromiso con la coalición sigue intacto, aunque aclaran que no los perderá de vista a los libertarios y que podría sumarlos de cara al 2023.
Empujado por el muy buen resultado en su pago chico, Morales también se refirió a la posibilidad de mudarse a la Casa Rosada. "La elección me hizo pensar que puede haber un radical candidato a presidente en 2023”, dijo a finales de junio, cuando la victoria en las PASO nacionales todavía era una utopía. Aunque, fiel al estilo dirigencial de la UCR, no se cortó solo y habilitó la jugada para otros interesados: “Facundo Manes y Martín Lousteau son potenciales candidatos a presidente, y sería un honor acompañarlos si así fuera”.
Por su parte, Manes no tiene problemas en cruzar a los propios en el afán de instalarse: le pidió a Macri que se presente en la Justicia porque “necesitamos ejemplaridad”. Eso provocó la furia de los macristas de paladar negro y Fernando Iglesias lo fustigó: “No nos vamos a olvidar”, le dijo. Debieron ir y venir mensajes para aclarar los tantos y bajar los decibeles.
Gobierno
Si hay una coincidencia entre los diferentes actores de la oposición con pretensiones presidenciales es que, más allá del resultado de las legislativas, tienen que ser prudentes políticamente para que el Frente de Todos complete el mandato sin inconvenientes. “Una salida prematura de Alberto Fernández sería perjudicial para todos”, es el mensaje que recorre todos los sectores.
Lo demás, cualquier otra cosa que no sea la gobernabilidad, puede ser puesta en debate: estrategias, candidaturas, posibles alianzas y hasta el escenario de que Cambiemos haya cumplido un ciclo. Así lo plantearon desde el entorno de Manes. “Si el peronismo va atomizado, ¿vale la pena conservar Juntos? Si las fuerzas quedamos en pie de igualdad, para qué superponernos”, dicen cerca del neurocientífico.
La pelea por comandar la oposición será feroz. Cada vez hay más presidenciables.
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