La noticia de que una oficina del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, había sido intrusada generó una fuerte preocupación en el Palacio de Justicia. En la tarde del jueves, gente de confianza del ministro encontró un inmueble que tiene en Santa Fe Capital con evidentes signos de que la puerta había sido violentada. Rápidamente se hizo la denuncia.
El departamento, ubicado en una de los boulevares principales de la capital provincial es conocido por la familia y sus íntimos como “el anexo”. Es un inmueble repleto de libros donde el presidente de la Corte escribe fallos y también literatura. Quienes lo conocen aseguran que no hay demasiado mobiliario: apenas un escritorio y dos sillas. De hecho, para evitar filtraciones o hackeos, Rosatti prefiere no tener internet en el lugar.
Hasta este jueves, no había consigna permanente de la Policía Federal en el lugar, tal como había en el domicilio particular del presidente de la Corte, donde vive con su mujer. Pero todo cambiará: a pesar de su disgusto, Rosatti deberá acostumbrarse a ver un patrullero o una garita en la puerta del edificio.
En el entorno del presidente de la Corte aseguran que no saben aún qué se llevaron los ladrones, pero de todas maneras creen que lo principal era dejar un mensaje en medio de una batalla que Rosatti tiene y que ya tiene algunos antecedentes. A inicios de este 2023, el ministro denunció que habían tramitado cuatro líneas de teléfono a su nombre en Misiones. Su equipo también fue víctima de espionaje.
La denuncia realizada por Rosatti en Comodoro Py cayó en manos del juez federal Julián Ercolini. Por su parte, desde el Ejecutivo, el magistrado recibió la llamada del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. El detalle que resaltaron en los pasillos de la Corte es que no hubo ni un mensaje de solidaridad, ni de preocupación, del titular de la cartera de Justicia, Martín Soria, con quien el diálogo está cortado desde hace mucho tiempo.
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