Alberto Fernández corta el teléfono pero se queda pensando. Luego de unos minutos vuelve a levantar el aparato y apreta el redial. “Pepe, ¿por qué no la traés a Victoria? Así se conocen mejor con Cristina y charlan un rato”. Albistur, ex secretario de Medios K y uno de los artífices del deshielo entre la ex presidenta y su ex jefe de Gabinete, apenas lo piensa: además del convite político, su esposa hace rato quería conocer El Calafate. En ese viaje de febrero de 2019 a la residencia de la entonces senadora, que en aquellos días se encontraba escribiendo en secreto un libro, Tolosa Paz y Fernández de Kirchner hablaron cinco horas de corrido. Los dos amigos casi que las dejaron solas.
La última vez que se vieron las dos mujeres también fue mano a mano. Habían cambiado, entre un momento y otro, algunas cosas: una era ahora vicepresidenta y la otra estaba a poco más de un día de dar su gran salto y firmar las planillas como primera candidata del Frente de Todos en Buenos Aires. Cristina, en esa tarde del viernes 23, le mandó un mensaje a Tolosa Paz para terminar de pulir algunos detalles para la campaña, y estuvieron dos horas juntas en el Senado. “Me hacés acordar a mí de joven, Victoria: sos linda, sos inteligente y tenés empuje. Con lo único que tenés que tener cuidado es con las señoras que te miran por la televisión: esas me odiaban a mí y te van a odiar a vos también”, le pronosticó la jefa del kirchnerismo, desde su despacho. Pero, aunque CFK se la agarre con la platea femenina de más de 50 años, esa no va a ser la única resistencia que deberá gambetear Tolosa Paz: ella es la gran apuesta de un oficialismo tambaleante que se juega el cuero en estas elecciones. Si ganar es, como la esposa de Albistur piensa, una manera de acercarse a su viejo sueño de la intendencia platense, perder puede ser una sentencia. Y nada es tan barato en la Argentina del dólar a $185 como la culpa ajena.
All in. Es que es de riesgo la movida que hizo el Presidente, que ahora quiere mostrar que está reconvertido en un líder temerario sin miedo al qué dirán. Se lo dijo a Tolosa Paz en la noche en que Argentina se coronó campeona de la Copa América: “Victoria, vos tenés que ser mi candidata en la Provincia”. Alberto la había invitado a ella y a su amigo a ver la final contra Brasil en Olivos, y aunque la platense dudó (“Pepe, si perdemos van a decir que somos mufa”), al final la jugada salió redonda como el gol de Di María y la Selección triunfó. El cierre de listas, sin embargo, fue mucho más difícil que el partido.
Los números no mienten. La victoria ante Brasil y la decisión electoral del Presidente fueron el 10 de julio. Algo se trabó en el medio como para que Alberto hiciera lo que hizo: el miércoles 14 llamó al analista Raúl Timerman para pedirle que cuente en el aire de C5N quiénes iban a ser los candidatos del Gobierno y también que diga que Santiago Cafiero no se iba a mover de su silla. Esa maniobra se leyó dentro del Gobierno como lo que fue: una guapeada en público ante Máximo Kirchner, quien venía manteniendo con muy poco disimulo su intentona de copar la Jefatura de Gabinete si Cafiero iba de candidato. Esa misma semana el Presidente le había contestado al hijo de CFK el dardo por los laboratorios, y hoy, con La Cámpora brillando por su ausencia en los lugares importantes de la boleta, se puede esbozar una primera conclusión: al jefe del bloque de Diputados no le fue tan bien en el armado de listas.
Sin embargo, en la Argentina pandémica ninguna realidad dura para siempre. Lo sabe bien Tolosa Paz, que a fines del 2019 se lamentaba por no haber ido a ocupar la cartera de Desarrollo Social que pretendía y hoy ve con alivio el destino de su futuro ex ministro, Daniel Arroyo, que cayó hasta el lugar 12 de la lista. Y lo intuye también Máximo, mientras se lame las heridas: según las encuestas, la distancia entre la candidata del oficialismo y Diego Santilli es de entre dos y diez puntos. Las proyecciones más optimistas salen de los números que maneja Albistur, que participó en todas las campañas de 1973 hasta hoy (ver recuadro).
Teniendo en cuenta que en el 2019 el Frente de Todos ganó por 14 puntos sobre Vidal, cualquier margen que se pierda es un elemento de preocupación para el Gobierno. Y ni hablar si esa diferencia se achica hasta que parezca casi un empate técnico. La situación, para Tolosa Paz y, sobre todo, para quien la impuso en ese lugar, sería de otro color. “Si ganamos vamos a ganar todos, pero si perdemos van a perder Alberto y Victoria”, razona uno de los cerebros bonaerenses del Gobierno.
Pero para noviembre todavía falta mucho. El plan de Tolosa es ganar con comodidad para posicionarse para competir en la intendencia platense, y de hecho logró colar a dos personas que le responden dentro de la lista de diputados bonaerenses por la Octava Sección, donde está La Plata. “Es que Victoria no es de Alberto ni es de Cristina: es de ‘Pepe’”, dice un histórico peronista que mira con recelo este vertiginoso ascenso. Hay que ver quién ríe último en esta historia.
Albistur, en campaña. Enrique “Pepe” Albistur participó en todas las campañas del peronismo desde 1973 hasta hoy. Esta vez será especial: ahora le tocará ser el cerebro de la candidatura de su mujer. Aunque el ex secretario de Medios K tiene bien ganada su fama de duro -fue uno de los artífices de la discriminación en la pauta que sufrió la Editorial Perfil durante el gobierno K-, con Tolosa Paz lo atraviesa lo que sus amigos llaman un “amor adolescente”. A sus 73 años “Pepe” sigue activo, en los negocios, en la política y también en los asuntos del corazón.
Con Fernández lo une una relación histórica. Cuando Alberto se peleó con el kirchnerismo, Albistur le prestó su departamento en Puerto Madero, que, curiosamente, él abandonaba para irse a vivir a La Plata con su mujer. Hoy tienen una relación frecuente y es “Pepe”, que había sonado para la AFI, quien muchas veces le dice al Presidente opiniones que no quiere escuchar.
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