En una ciudad donde la oferta gastronómica se multiplica en cada barrio, Caballito dejó de ser un actor de reparto para convertirse en protagonista. Lo que hace unos años era solo una zona residencial con algunas pizzerías tradicionales, hoy vibra con una identidad gourmet propia. En especial, la intersección de las calles Valle y Emilio Mitre, donde conviven cafeterías de especialidad, restaurantes de autor, parrillas modernas y bares con coctelería de nivel. Esta esquina, que combina la estética de Palermo con el ritmo barrial, incluso lo supera en variedad y calidad, sin el ruido del turismo masivo.
Los decks conviven con la ciclovía, los vecinos pasean en familia y las luces cálidas de los locales invitan a quedarse. Aquí, comer bien ya no es un plan especial: es parte de la vida diaria. Aquí cinco protagonistas que explican por qué esta zona se volvió el nuevo polo gastronómico de Buenos Aires.
1. Fogosa
Valle 1093, Caballito
Fogosa llegó para desafiar el concepto clásico de parrilla. Su nombre no es casual: hay fuego, hay pasión, pero también hay una búsqueda estética y gastronómica que la aleja de lo convencional. En su carta, los cortes típicos argentinos conviven con preparaciones modernas, como el vacío medialuna, el asado de centro cocido a baja temperatura o las mollejas con emulsiones aromáticas. Todo acompañado de papas crocantes o vegetales grillados que no son mera guarnición, sino protagonistas.
El espacio acompaña esta propuesta: un salón amplio, con detalles industriales y cálidos a la vez, y una terraza que es el punto de encuentro ideal para los fines de semana. El diseño prioriza el confort sin perder el alma de bodegón refinado. Y si de vinos hablamos, la carta supera las 100 etiquetas de bodegas boutique y clásicos reconocidos, curada con criterio para realzar cada bocado.
Fogosa no es solo un restaurante: es una experiencia. Ideal para grupos, parejas o familias, su versatilidad le permite tener tanto el bullicio alegre de un asado como la intimidad de una cena elegante.
Horarios: almuerzos de martes a domingo (12 a 16 h) y cenas de lunes a sábado (20 a 00 h; viernes y sábados hasta la 01 h)
Instagram: @fogosaparrilla
2. Salve Cocina
Emilio Mitre 301, esquina Valle
En la misma esquina que ya puede considerarse la nueva “plaza Armenia” de Caballito, Salve irrumpe con una propuesta que combina elegancia y calidez. Inspirado en la cocina española moderna y atravesado por sabores porteños, este restaurante rompe moldes desde el primer vistazo: un frente cuidado, interior sofisticado sin excesos y una atmósfera relajada que invita a quedarse horas.
El menú tiene alma viajera. Las tapas —como las croquetas de jamón o el pulpo con papas rotas— son ideales para compartir, pero también hay platos más contundentes, como la pesca gallega con pimentón ahumado, o una milanesa de bife de chorizo en panko que ya es favorita entre los habitués. Los postres no se quedan atrás: flan de dulce de leche, crema catalana y pavlova casera que se llevan todos los elogios.
El bar merece mención aparte. Con una carta de cócteles de autor que cambia según la temporada, Salve se posiciona como un lugar donde el trago no es complemento, sino una parte esencial de la experiencia.
Nacido del sueño compartido de dos vecinos —Walter y Guido—, y con un equipo familiar y profesional que da vida a cada detalle, Salve es un restaurante con alma. Tiene la sofisticación de los mejores spots de Palermo, pero el trato cálido y cercano que solo un barrio como Caballito puede ofrecer.
Horarios: todos los días de 12 a 00 h (viernes y sábados hasta la 01 h)
Instagram: @salvecocina
3. Napule
Valle y Terry
Un clásico renovado. Este restaurante de inspiración napolitana no solo es referente por su pizza y pasta artesanal, sino que amplió su propuesta con una heladería y cafetería propia. El ambiente es cálido y familiar, y su ubicación en la esquina de Valle y Terry la convierte en uno de los puntos más fotografiados de la zona.
4. Negroni
Valle al 600
Una opción moderna y cosmopolita que trae el espíritu neoyorquino al corazón de Caballito. Cócteles bien ejecutados, burgers gourmet, sushi y tapeo en un ambiente relajado. Ideal para afters o cenas informales, con una carta que apunta a un público joven y exigente.
5. Finca González
Valle al 500
Un rincón de aire rústico que parece trasladar al comensal a una finca mendocina en plena ciudad. Platos estacionales, carnes de cocción lenta y buenos vinos, en un entorno que prioriza el disfrute sin apuros. Su brunch de fin de semana es uno de los más celebrados por los vecinos.
Un barrio que ya no mira hacia afuera
Caballito ya no depende del circuito palermitano ni de las salidas al centro. Con el crecimiento de sus corredores gastronómicos —principalmente sobre la calle Valle, que se impone como nueva protagonista—, el vecino puede comer bien sin salir del barrio. Eso sí: que se prepare para caminar unas cuadras si va en auto, porque entre ciclovías, decks y la alta demanda, estacionar se volvió parte de la experiencia.
Pero vale la pena. Porque hoy, más que nunca, Caballito ofrece no solo mesas llenas de sabor, sino también identidad, renovación y un ritmo propio que mezcla historia y modernidad con acento porteño.
por R.N.
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