★★★ “Los buenos se mueren primero que los malos”, afirma acongojada Lila (Esther Goris), la mujer que sufre bipolaridad y acaba de enterarse que el doctor Rauch, su psiquiatra durante más de veinte años, ha muerto en circunstancias inciertas.
Enloquecida, mientras transmite la noticia a sus hijos Boris (Fabio Di Tomaso) y Ariel (Mauro Francisco), como curioso efecto del dolor que siente, se dedica a embalar la mayoría de sus pertenencias, para ser entregadas a gente humilde. Testigo de este vendaval de cambios extremos en el estado de ánimo será también la joven Anita (Nayla Golvas), pareja del hijo mayor.
Lo que habrá que dilucidar es si el profesional de la salud se suicidó o lo asesinaron. En el transcurso de los setenta minutos de la pieza, nos enteraremos de que hay más de una docena de denuncias de abuso en contra del terapeuta, por lo que nada es lo que parece ser. Incluso también se sumará una revelación impactante sobre el exmarido de la protagonista y padre de los muchachos.
Escrita por la prolífica dramaturga rosarina Patricia Suárez, la obra tiene una intriga casi policial mezclada con momentos de humor negro e ironía, algo que la autora maneja de manera diestra y aceitada.
Goris encarna a esta mujer, cariñosa con sus retoños al extremo de ser agobiante, que va variando su nombre según sus emociones. Así, para acentuar las mutaciones, por momentos se llama Lilian, Doris o Betty lo que le permite a la actriz demostrar su gran capacidad sobre el escenario al transitar diferentes matices que van desde sentirse triste y deprimida a la excitación y la actividad intensa.
Acompaña, muy bien, el joven Di Tomaso en el rol del hijo menor que se ha criado y crecido a la vera de un hermano mayor en el que la familia depositó demasiadas responsabilidades. Francisco, a su lado, se impone como aquél que debió asumir la tarea de cubrir la figura del progenitor ausente y ser el sostén de esa madre tan intensa y absorbente. Toda una sorpresa es Golvas, en reemplazo de Bárbara Vélez (ausente por embarazo) quien debe afrontar un sugerente y bien cuidado desnudo, de espaldas al público.
El elenco está muy bien manejado por la mano diestra del director Diego Rinaldi, hábil concertador de elencos, quien ha sabido, con mucho ritmo, sacar el juego a esta maraña de secretos que se irán develando. En los rubros creativos se destaca la música del compositor Mauro García Barbé.
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