“Jíjop”, Idea original y creación: E. Larea, G. Páez. Con Emiliano Larrea. Dirección: Gabriel Páez. Galpón de Guevara, Guevara 326.
Quizás, uno de los desafíos más grandes del teatro sea construir una historia que entretenga, sin palabras, durante casi una hora de representación. Esto significa que hay un texto pero que carece de diálogos, monólogos o algún relator en off. De más está decir que una propuesta con estas características, necesariamente, requiere de un intérprete con la capacidad de atraer la atención del público.
Es el caso de “Jíjop”, una opción intensamente creativa en la que el joven y talentoso Emiliano Larrea, lleva adelante un espectáculo que funciona a la manera de un caleidoscopio de múltiples imágenes. Con recursos provenientes de diferentes lenguajes escénicos como el teatro físico o el misterioso teatro negro, donde los límites se desdibujan y los objetos parecen flotar en el aire. Suma también el uso de máscara neutra o herramientas expresivas del mimo y el gesto emanadas de las enseñanzas del artista francés Jacques Lecoq, y hasta danzas urbanas como el popping en las que el intérprete, mediante el uso de técnicas musculares y articulares, contrae diferentes partes del cuerpo, para combinar posturas y movimientos que lo hacen parecer una especie de robot.
La historia es la de un carpintero que fabrica a Jíjop, quien, como Pinocho en el tradicional cuento de Carlo Collodi, cobra vida y escapa a la aventura. Intrigado por conocer la ciudad, entra en la vorágine urbana, donde la contaminación sonora y visual lo transforman en una pieza más del engranaje.
Larrea, reconocido por su gran trayectoria como actor y conductor en el canal Pakapaka, es un dignísimo heredero del legendario Buster Keaton. Lo que hace en escena asombra y captura la imaginación de adultos y niños, al transformar su cuerpo y su rostro como si fueran de plastilina y corporizar tanto al muñeco como a su creador. Su labor es una revelación de la cartelera porteña.
La dirección de Gabriel Páez, aporta ritmo sostenido al desarrollo de la trama, y cuenta con tres rubros creativos destacables; la escenografía de Martín Diez que parece recrear al imaginario de Tim Burton, el vestuario de Azul Borestein y la música de Raphaël Beau y Hugues Le Bars, habituales compositores para cine.
Ideal para una salida familiar.
Comentarios