★★★ Tal vez fue el escritor español Lope de Vega (1562- 1635), bautizado como el “Fénix de los Ingenios”, quien mejor definió los diferentes estados de ánimo que genera el enamoramiento en los seres humanos. En los últimos versos de su clásico soneto “Esto es amor”, luego de enumerar el cataclismo que puede producir una situación amorosa, afirma: “Creer que un cielo en un infierno cabe, /dar la vida y el alma a un desengaño; / esto es amor, quien lo probó lo sabe”. Es que éste es un hilo conductor de la vida y uno de los grandes temas de la literatura, el teatro, el cine y todas aquellas artes que tratan de interpretar cómo nos modifica la existencia, caer en las redes de un vínculo afectuoso.
En “Pura sangre, el amor es un monstruo”, el terceto integrado por Griselda Sicialini, Jorgelina Aruzzi y Carlos Casella, intenta brindar, a lo largo de una hora, un muestrario sobre la devastación que las relaciones dejan tras su paso. Se trata de una creación colectiva, una especie de catarsis, con canciones y música original, en la que la protagonista es acompañada por un coro masculino integrado por cinco intérpretes, entre los que se destacan las presencias del multifacético y eficaz francés Hervé Segata, y el dinámico Eddy García. Juntos funcionan, de forma metafórica, como las voces de la sociedad, los amigos, la familia y los perennes mandatos sociales.
La muchacha, enérgica y sensible, está atrapada en una especie de corral o picadero, construido con madera, donde reflexiona y narra diferentes encuentros con hombres y cómo esos idilios tóxicos la perturbaron. “En el amor no existe dignidad”, brama en uno de los textos.
Siciliani ya exhibió en reiteradas oportunidades sus dotes artísticas. Acá vuelve a demostrar sus impecables condiciones, en especial cuando las imaginativas coreografías de Casella, la obligan hasta a reptar por la pared y encaramarse en lo alto de la escenografía, mientras canta. Y aunque todo lo que tiene que ver con movimientos y desplazamientos escénicos es casi perfecto, el punto débil, donde más se resiente la propuesta es, sin duda, en la muy endeble dramaturgia. De todas formas, el espectáculo es una riesgosa apuesta a contar una historia de manera diferente y, en ese sentido, vale la pena.
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