★★★★ Si algo caracteriza a la televisión inglesa es la calidad de sus producciones, en particular las de ficción y muy especialmente los thrillers. La tierra natal de Arthur Conan Doyle, Agatha Christie y John le Carré, entre otros ilustres escritores británicos de novelas policiales, explotó el género hasta lograr una fórmula ingeniosa que nunca defrauda.
“El sospechoso (The Suspect)” es una adaptación de la exitosa novela del mismo nombre de Michael Robotham, publicada en 2004. En el centro está el atractivo actor irlandés Aidan Turner, conocido por la serie de época “Poldark”. Aquí en la piel de Joe O’Loughlin, un eminente psicólogo clínico a quien conocemos mientras disuade a un joven paciente, afectado por un tumor cerebral, que intenta suicidarse. Ambos están ubicados en la cornisa del séptimo piso de un hospital londinense, por eso, al salvarlo, se convierte en un héroe mediático. También tiene una familia cariñosa, buenos amigos y colegas y un contrato editorial para un libro sobre trabajadoras sexuales. En privado, sin embargo, lucha con un diagnóstico reciente de Parkinson temprano.
Cuando la policía encuentra el cuerpo de una mujer que puede haber sido una trabajadora sexual, en un cementerio, lo llaman para que preste su experiencia. El oficial veterano Vince Ruiz (Shaun Parkes) y la competente Riya Devi (Anjli Mohindra) creen que la víctima se vio obligada a apuñalarse superficialmente 20 veces antes de que ella o el asesino le administraran el fatal golpe número 21. Pero al poco tiempo, a medida que las coincidencias y las revelaciones comienzan a acumularse, la atención de los detectives se vuelve hacia el mismo Joe porque todo indica que comienza a comportarse de forma alarmante. No les dice de inmediato que tiene a un paciente muy perturbado bajo su cuidado: Bobby (interpretado por un prometedor Bobby Schofield), obsesionado con el número 21. Además, regresa sigilosamente a la morgue después de que la policía le mostró el cadáver, acaricia el brazo de la víctima y le susurra cuánto lo siente.
Una genuina sensación de duda se desliza desde el principio y se mantiene a lo largo de los primeros episodios. Hay una convincente ambigüedad en todo lo que se va descubriendo, y el envío lo explota muy bien. Tiene un buen sentido de cuándo hacer algo explícito y cuándo dejar que la audiencia se sorprenda. El encanto del siempre eficaz Turner es crucial para hacer pensar que no podría ser un asesino, incluso cuando todas las pruebas apuntan a lo contrario. Buenos también son Parkes y Mohandra como el dúo de detectives obsesionados con la búsqueda del asesino.
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