Denuncias por violencia y un triángulo amoroso. Personajes desquiciados y dos familias enfrentadas. Ni al guionista de telenovelas más osado se le hubiera ocurrido llegar a tanto. Con ribetes trágicos y bizarros, la separación de Bárbara Vélez y Federico Bal se convirtió en el culebrón de la tarde en el que todos quieren tener un papel protagónico. En esta historia, la mesura no tiene lugar.
Como si fuera una gran puesta en escena, los protagonistas están acompañados por un sinnúmero de personajes que aportan más ¿dramatismo? a la historia. Carmen Barbieri, la madre del novio, en estos días teñida de violeta y a punto de entrar a un quirófano para hacerse una lipoaspiración, dice que su hijo “está para el balazo”. Nazarena Vélez, la madre de la novia, desde las redes sociales afirma que Federico “quiso matar” a su hija. Alejandro Pucheta, el padre de la novia, exhibe un ticket de un hotel alojamiento para probar que en esta pareja hubo infidelidad (aunque después se retractó). Todo merece explicarse públicamente y la tele aprovecha, desguaza, se relame y fagocita a cada uno de los personajes y subpersonajes de esta historia de locos.
Está claro que Barbie Vélez y Fede Bal no nacieron de probeta. Sino que son el emergente de familias desquiciadamente mediáticas, que se hicieron más conocidas por ventilar sus tragedias íntimas que por sus virtudes artísticas. En el show cotidiano y de media tarde poco importa qué es verdad, cuál será el destino de las pericias físicas y psicológicas de las víctimas (nadie se pone de acuerdo en quién de los dos lo es) o cuánto tiempo va a durar la restricción perimetral que ordenó la Justicia contra Federico. Todo se encamina a ser dirimido por el gran panel de opinólogos de la tele que juzgan quién tiene la razón o, lo que es peor, a quién le creen.
Así es como los incipientes debates sobre violencia de género (razón por la que en Argentina muere una mujer cada treinta horas) terminan perdiendo espacio en la pantalla chica cuando aparece una controversia más interesante: si Bal será convocado al “Bailando...” o si Federico Hoppe, el productor de Tinelli, contrató un detective privado para perseguir a su novia, la bailarina Laura Fernández (a quien se la señala como la tercera en discordia). La banalización de los golpes parece ser la consigna a la hora de opinar en público.
Realidad, reallity y rating. “Esta historia podría ser comparada con el éxito que suelen tener los reallity shows. Son programas a los que le va bien porque cuentan historias que identifican a la gente, donde se muestran emociones y el espectador es interpelado para que forme parte, opine y tome una posición”, afirma Adriana Amado, doctora en Ciencias Sociales y especialista en Comunicación. Para ella, que la separación haya copado la pantalla no es de sorprender porque “los dos personajes tienen incorporadas las narrativas del reallity show”.
Bárbara y Federico se pusieron de novios en febrero del 2015. Como en la televisión, al ritmo del minuto a minuto, los tiempos de su vida corrieron rápido y a los pocos meses ya estaban viviendo juntos, hablaban de casamiento y de tener hijos. Se encargaron de ir a todos los programas de la tarde para contar detalles de su intimidad y de posar en todas las revistas. Pero en esta relación ellos no fueron nunca los únicos protagonistas: Carmen y Nazarena dejaron de contar sus problemas en la televisión y se convirtieron en las voceras de sus hijos.
A partir de que Bárbara posara en la tapa de una revista con un moretón en el brazo, “Intrusos” se convirtió en una especie de estrado mediático. Primero fue Federico el que contó “su verdad” frente a la mirada atenta de Jorge Rial y todo su equipo. Él se defendió, dijo que el moretón era consecuencia de su intento por frenar un ataque de ira de su novia. Pero fue más allá y dio a entender que la hija de Nazarena lo había llegado amenazar con un cuchillo.
Cuatro días después fue el turno de Bárbara, que se sentó en una entrevista a solas con el conductor. Lloró, ratificó las denuncias por violencia que había hecho en la comisaría y dijo que la última discusión que habían tenido se debía a una tercera en discordia, Laurita Fernández, la partener de Federico en el “Bailando por un Sueño”.
Y, como no podía ser de otra manera, al otro día fue Laurita la que se sentó adelante de Rial para llorar y desmentir todo. En el medio aparecieron en escena todos: Carmen, Nazarena, Alejandro Pucheta, Barby Reali (ex de Federico Hoppe), Daniel Agostini (ex pareja de Nazarena), amigos, compañeros de trabajo, colegas. Como en una competencia en la que gana quien cuenta lo más escabroso, todos ellos se encargaron de dar cuanto detalle pudieron.
El culebrón calentó la pantalla. “Intrusos”, que venía teniendo un promedio de 8,9 puntos de rating llegó a tener picos de 13 puntos con Federico y de 11, con Bárbara. El resto de los programas se sumaron a la ola, los de la mañana, los de la tarde, los del corazón... y hasta los noticieros. “En un momento en el que la oferta televisiva es muy mala y en el que las ficciones no logran cautivar a los espectadores, los programas encontraron esta oportunidad y la van a aprovechar hasta que el interés decline”, subraya Amado.
Bailando en las miserias. Cada año, semanas antes de que comience un nuevo ciclo del “Bailando por un Sueño”, los escándalos copan la televisión y todos pelean por conseguir la suficiente visibilidad como para ser convocados por Marcelo Tinelli y, este año, no será diferente.
La producción ya anunció que Chano Charpentier, que en el último año chocó dos veces, filmó parte de la apartura conduciendo un auto. Además, Pampita Ardohain filmó bailando una sensual coreografía en un motorhome, en una clara referencia a su separación con Benjamín Vicuña. Sin embargo, hasta ahora nunca se había visto que una historia con tantos ribetes de violencia pudiera llegar al “Bailando...”. Con la separación de Bal y Vélez se cruzaron límites.
En esta oportunidad, en el mismo momento en que la Justicia evaluaba una restricción perimetral para proteger a Bárbara, Federico ensayaba su primera coreografía junto a Laura Fernández en un salón vidriado, frente a las cámaras de “Este es el show”, un programa satélite del “Bailando...”. Al mismo tiempo, se instaló el rumor de que Nazarena estaba intercediendo para que el ex novio de su hija no pudiera participar en el certamen. ¿Marketing o realidad?
Sin embargo, a medida que iban pasando los días, la información fue cada vez más escabrosa: se prohibieron las cámaras en los ensayos y Bárbara y Federico se llamaron a silencio. Lo último en conocerse fue la carta de Nazarena: “El la ahorcó, golpeó, ella sintió que la podía matar”, escribió en su cuenta de Instagram.
A poco más de una semana de que empiece el certamen de baile de El Trece, parece que la historia dejó de ser el típico escándalo amoroso para conseguir minutos de aire valiosísimos. Mientras la Justicia continúa investigando qué sucedió en esta pareja, periodistas y penalistas continúan debatiendo y exprimiendo la historia hasta más no poder. Cuando las audiencias se aburran, se pasará a otro tema.
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