El 31 de agosto circuló una “fake new” sobre la muerte del ex presidente Carlos Menem. Zulemita, su hija, se enojó y tuvo que salir a aclarar que era mentira y que su padre gozaba de buena salud. Ese rumor tuvo un efecto distinto en el Instituto Patria, donde Cristina Kirchner tiene hoy su oficina de trabajo. La ex presidenta estaba sentada en su despacho y cuando le contaron lo que había pasado comenzó a reírse. “De qué te reís”, le preguntaron. “Es que si muere Menem, me van a poder meter presa”, respondió. Cristina entiende que la posibilidad de que le quiten los fueros es hoy imposible porque Menem tiene condenas a prisión y si le sacasen los fueros a ella también deberían hacerlo con él. ¿Están dispuestos los senadores que quieren dejar sin su inmunidad judicial a Cristina a quitársela también a Menem? Sería una discriminación difícil de sostener.
La risa de CFK se sostiene en estas preguntas, pero también en el presente que está viviendo. Las últimas encuestas de principios de septiembre le brindaron un alentador escenario electoral, que la sigue manteniendo como la principal competidora del presidente Mauricio Macri. Es decir que el caso de los cuadernos del chofer Centeno no afectó tanto su imagen, sino que en la balanza de los encuestados pesa mucho más la crisis económica que los casos de corrupción. Esto es una preocupación para el resto del arco opositor que no puede desbarrancarla de ese lugar.
(Lea también: Operativo reelección de Mauricio Macri)
Una encuesta de la consultora Synopsis dice que en un escenario de balotaje Cristina obtendría 42,2%, contra un 45,8% de Macri. Aunque la da como perdedora, serían 5 puntos más que los 37 que obtuvo en las legislativas del 2017, cuando fue electa senadora por la provincia de Buenos Aires. Otra encuesta la entusiasma más. Grupo de Opinión Pública (realizada en AMBA), en el mismo escenario de balotaje, la da como ganadora con un 52% de intención de voto contra un 33% de Macri. Hay un alto porcentaje de indecisos que ronda el 15%. Es importante destacar que esta foto electoral está tomada un año antes de las elecciones y en medio de una crisis de inflación y devaluación que afecta la economía doméstica de los electores. La explicación del repunte de Cristina radica en la defraudación que produjo Macri en un sector de la sociedad. Esto se puede ver en otras encuestas que analizan el humor social, en las cuales desde hace cinco meses viene creciendo el descontento con Cambiemos. En este contexto, la única que sobresale como contrapropuesta frente a Macri sigue siendo Cristina.
Cárcel. ¿Tiene miedo de terminar en prisión? Sobre este punto, a Cristina le suceden dos cosas. Por un lado está absolutamente segura de que a ella no le van a poder “probar nada” y por el otro se siente víctima de una persecución judicial que vive como lucha épica frente al establishment internacional que no quiere que vuelva al poder. Se siente identificada con el ex presidente de Brasil, Lula Da Silva, quien quedó inhibido de ser candidato por estar en prisión.
El mismo juez Claudio Bonadio le dio los argumentos para defenderse. En su resolución escribió que: “corresponde afirmar que el hecho de que no se hayan constatado entregas de sumas dinerarias ilegítimas a manos de la propia Fernández no es impedimento para sostener su responsabilidad en estos sucesos”. Los abogados de Cristina ya trabajan en este punto del escrito del juez y además analizan la declaración del ex secretario de Obras Públicas José López, quien quiso guardar bolsos con casi 10 millones de dólares en un convento.
(Lea también: Cristina Kirchner y la hipótesis Lula Da Silva)
En un mensaje de WhatsApp que hicieron circular los abogados de CFK, apuntaron contras las diferentes versiones que dio el ex funcionario en la distintas veces que declaró. “En la primera versión, cuando declaró ante el juez Daniel Rafecas, López sostuvo que la plata la tenía en su casa. Cuando declaró por el juicio por tenencia de armas, dijo que los bolsos eran una conspiración kirchnerista orquestada por el ex ministro Julio De Vido. La tercera vez que declaró en el juicio oral por enriquecimiento ilícito, sostuvo que ‘la plata era de la política pero no sabía de quiénes’. Ahora, en su cuarta declaración como arrepentido ante el juez Bonadio por la causa de los cuadernos de Centeno, López apuntó que ‘la plata era de Cristina’”, recordaron los abogados. La idea es mostrar que en cada una de sus declaraciones, “el ex funcionario se contradijo ya que lo único que se pudo comprobar fue lo que afirmó la primera vez que declaró que la plata la tenía en un tanque de agua, ya que el tiempo que él detalló que estuvo guardado el dinero coincide con las marcas de humedad que tenían los billetes”, argumentaron.
Otro punto que Bonadio remarcó a favor de Cristina en su escrito está en la página 333 de la resolución: “desde el fallecimiento de Néstor Kirchner únicamente cambió el sistema de recaudación, ya que dejaron de llevarse los bolsos con dinero al domicilio de la calle Uruguay 1306”. Es decir, al departamento de Cristina en Recoleta. Este último punto podría ser beneficioso para ella, pero no para Néstor, contra quien sí hay mayor cantidad de pruebas del entramado de coimas que se gestó durante su presidencia. Si la estrategia de Cristina se consolida para el lado de desmarcarse de la gestión de su marido, podría encontrar otro elemento en la declaración de José López. “A Cristina le conté todo. Le aclaré que después de Uberti no se recaudó más en el OCCOVI. Creo que no me creyó y me mandó una auditoría que duró meses. Augusto Costa y Axel Kiciloff auditaron todo en el OCCOVI y después de mucho estudio se dieron cuenta de que ahí no había más recaudación”, afirmó. La coartada de refugiarse en La Cámpora para cortar con los negocios oscuros que se habían creado durante la presidencia de Néstor la beneficia, pero perjudica a su fallecido esposo. La estrategia es increíble: culpar de todo a Néstor.
Lula. El otro factor que la mantiene en pie es que se siente parte de un grupo de líderes latinoamericanos que es perseguido a través de herramientas mediáticas y judiciales bautizadas como “lawfare”. La traducción de este término sería “guerra jurídica” y se trata de debilitar a un adversario a través de un cerco judicial. Otras personas que se sienten víctimas de lo mismo en la región son Luiz Inácio “Lula” Da Silva, Dilma Rousseff y Rafael Correa. Todos compañeros de la patria grande.
Cristina también enfrenta otro factor internacional que complica su regreso. Uno de los dos grandes objetivos de la ayuda financiera de Estados Unidos para con el gobierno de Mauricio Macri es fortalecerlo para que Cristina no tenga chances de volver a la presidencia. La otra razón es evitar que China siga ganando terreno en esta parte del planeta.
Candidatura. En este momento eufórico de Cristina, resulta poco probable una declinación a batallar en las próximas elecciones. Pero, asesores de su hijo Máximo afirman que otro escenario posible sería que Cristina dé un paso al costado el año que viene y acepte participar de una alianza un poco más amplia que lleve como candidato a presidente a un delfín. La moneda de cambio sería que Máximo, quien tiene que renovar su banca, encabece la lista de diputados en la provincia de Buenos Aires. A cambio ella estaría dispuesta a bendecir a otro candidato. Suena inverosímil y más si se tiene en cuenta que CFK viene participando en elecciones casi ininterrumpidamente desde 1989. Solo descansó en el 2015.
A Cristina Kirchner le gusta jugar al misterio. En el 2007, cuando se analizaba la reelección de Néstor Kirchner, el Gobierno esquivaba la pregunta diciendo que el próximo presidente podría ser “pingüino o pingüina”. Al final fue pingüina. El 1 de marzo del 2011 se repitió la fórmula en el discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso, cuando dijo la famosa frase: “¿Alguno me ha escuchado a mí decir que voy a ir a la reelección? No se hagan los rulos”. La incógnita se mantuvo hasta pocos días antes del cierre de listas. En el 2017 también mantuvo la intriga hasta último momento. ¿Qué fue lo que la empujó en todas esas oportunidades para ser candidata? La competitividad. En esos momentos las encuestas le mostraban números inmejorables que le aseguraban cumplir su objetivo. El gurú ecuatoriano del macrismo, Jaime Durán Barba, durante la campaña del 2017 decía que Cristina tenía un techo del 40%. En ese entonces se cumplió porque sacó poco más de 37 puntos. Pero desde enero de este año la imagen de la ex presidenta comenzó a subir y perforó -según algunas encuestas- ese techo, que ahora se habría convertido en un piso. Esta novedad no solo asusta al resto del PJ, también mantiene alerta a los estrategas del Gobierno, quienes, desde que eligieron a Cristina como contrincante, están jugando al filo de la derrota. Por ahora siempre ganaron. La estrategia le conviene a ambos. El macrismo compite contra una candidata a la que puede vencer y Cristina se mantiene a flote frente a un PJ que quisiera que se vaya a su casa a disfrutar de los nietos.
Ella no puede irse. Por un lado porque no está en su esencia y por el otro, porque detrás de ella hay una larga lista de dirigentes que no podrían sostenerse sin su presencia. Su hijo Máximo encabeza esa lista.
Algo similar les sucede a los intendentes del conurbano bonaerense, a quienes les da lo mismo Miguel Pichetto, Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey o Cristina Kirchner. A quienes no les da lo mismo es a los votantes, en especial los de la tercera sección electoral, la más poblada, donde Cristina tiene un gran caudal de votos. Los intendentes de distritos filo K tienen que aliarse con Cristina para no perder poder en sus concejos deliberantes. La ex presidenta mantiene diálogo fluido con algunos de ellos.
Entre los acercamientos que tuvo Cristina en los últimos meses se destacan algunas reconciliaciones. La más destacada es la que tuvo con Hugo Moyano, quien llegó a hacerle cinco paros generales. También se amigó con Alberto Fernández, quien renunció a su gobierno durante el conflicto con el campo y el comienzo de la guerra con Clarín. Con el gobernador pampeano Carlos Verna también recuperó una relación, que se había quebrado durante la presidencia de CFK. Hoy ambos están alineados en contra de Macri.
La figurita difícil es Sergio Massa, con quien mantiene diálogo a través de su hijo Máximo en la Cámara de Diputados o por medio de Eduardo “Wado” De Pedro. El pasado fin de semana, cuando grabó un video para mostrar cómo había quedado su casa de El Calafate tras el allanamiento por la causa de los cuadernos, mencionó a Massa cuando dijo que él le había regalado un cuadro del artista Carlos Páez Vilaró. Luego se supo que había sido un error y lo que en verdad le había regalado Massa eran “muebles típicos del Tigre”. La alusión a Massa tiene una doble lectura. Por un lado, desde el entorno de Cristina lo destacan como algo positivo. Durante mucho tiempo Massa fue un traidor y ni siquiera se lo nombraba. En un acto durante la campaña del 2013, que luego ganó Massa, lo destrató cuando dijo: “Yo quiero discutir con los titulares, no con los suplentes”. Nombrarlo ahora es un gran avance, es darle entidad. Por otro lado, desde el massismo sostienen que lo que hizo Cristina fue un “abrazo de oso”: le recordó que supo ser uno de sus más fieles colaboradores. Massa tampoco cree que Cristina ceda su buen momento en las encuestas en beneficio de otro candidato sólo para que Máximo sea cabeza de lista en Diputados.
Máximo debe ser candidato sí o sí, porque además de renovar su banca necesita mantener los fueros que le ayudarían a enfrentar las causas judiciales que lo aquejan. Ya se demostró con Julio De Vido que los fueros en Diputados no garantizan la libertad, pero ayudan a ganar tiempo. La que no cuenta con protección legislativa es Florencia, la hija menor de CFK, que nunca se dedicó a la política, sino al cine. Pero también es investigada en las causas conocidas como Hotesur y Los Sauces. Lo que más teme la ex presidenta es que la joven pueda ir presa.
Florencia fue quien hospedó a su madre luego del allanamiento en su casa de Recoleta, porque Cristina no quería volver a su hogar porteño. Iba por un par de días y se quedó cerca de un mes con su hija. Al final CFK regresó a su departamento el martes 18 de septiembre.
Enojo. A pesar del buen escenario electoral que se le presenta, cuando en la intimidad reflexiona sobre su presente hay un aspecto que le molesta y se sintetiza en una frase que lanzó hace unas semanas en el Instituto Patria. “Es increíble. De la Rúa, que prendió fuego todo y tuvo las coimas en el Senado, ahora da conferencias como ex presidente”. Esta reflexión expone lo que pretendía Cristina para su etapa actual. Su intención era pertenecer a ese selecto club de ex presidentes que viaja por el mundo hablando de su experiencia. No pudo ser.
Por ahora deberá conformarse con ser la archienemiga de Macri.
Comentarios