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CULTURA | 27-12-2018 11:49

Teatro Colón: temporada descollante

El director artístico Enrique Diemecke, su balance del año y lo que vendrá.

El Teatro Colón acaba de cerrar un año brillante. Y el 2019 promete una agenda artística incluso superior. Este año brillaron la “Aida” de Guiseppe Verdi (con siete presentaciones entre mayo y junio, y más de 7 mil espectadores en la Plaza Vaticano en función gratuita); “Romeo y Julieta” de Sergei Prokofiev (con Iñaki Urlezaga como bailarín invitado); el Festival Bareinboim (se presentó junto a la orquesta sinfónica Staatskapelle de Berlín en julio); “La Boheme” (de Giacomo Puccini), “Norma” (Vincenzo Bellini) y “El Cascanueces” (Piotr Ilich Chaikovski).

El año que se avecina ilusiona con la dupla Martha Argerich y Zubin Mehta (con la Orquesta Filarmónica de Israel); el Monteverdi Choir dirigido por John Eliot Gardiner; la Orquesta Sinfónica de Londres conducida por Simon Rattle; y la soprano tártara Aída Garifullina (que cantó en la inauguración del Mundial 2018 junto a Robbie Williams), como parte de un programa de lujo (ver recuadro) que incluye seis títulos para el Ballet Estable dirigido por Paloma Herrera (“Don Quijote”, “El Corsario”, “Noche clásica y contemporánea”, “La Sylphide”, “La Cenicienta”, “El lago de los cisnes)

(Leer también: “Argentum” o el Bailando de Marcelo Tinelli en el Colón)

En la curaduría está Enrique Arturo Diemecke, el director mexicano que desde hace doce años conduce a la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, y desde 2017 se encarga de elaborar la programación del Teatro Colón.

Orquestando. El Director Artístico del Teatro Colón se muestra transparente, lúdico y versátil durante la breve sesión de fotos con NOTICIAS. Resalta su acento mexicano cuando exagera la pronunciación porteña de la Y griega, e incluso insiste con la pose que mejor lo va a retratar: su gesto con los brazos abiertos cada vez que termina de dirigir una orquesta.

Nacido en Guanajuato (México), en una familia de grandes artistas, llevó su música a todo el mundo: fue director de once orquestas mundiales en México, Bogotá, Long Beach, Auckland, Los Ángeles, San Francisco, Washington, Londres, entre otras ciudades.

Noticias: Hace algunas semanas, el Teatro Colón fue catalogado como el "mejor del mundo" por el reconocido sitio web de turismo Travel365. ¿Cómo impacta esto en el armado de la programación para el 2019? ¿Estas menciones atraen más público?

Enrique Diemecke: En realidad no influye para armar la programación en torno a eso, porque el teatro siempre ha traído mucha gente. La ópera, el ballet y la Filarmónica tienen una serie de abonados que hacen que el Colón funcione muy bien. Hemos tenido sostenidamente mucho éxito, ya que por lo general, la parte del abono está agotada. Incluso se ha incrementado el número de abonados. Y el Teatro Colón encierra en sí mismo muchos atractivos. Es un emblema de la ciudad y de Argentina, y atrae al turismo más allá del público de la clásica. Aparte de tener la mejor acústica del mundo, tiene unas salas muy bonitas que son un espectáculo más para la vista.

Noticias: Entonces, ¿a qué le adjudica usted este crecimiento en la asistencia del público 2018, que ha sido incluso un doble del promedio?

Diemecke: Ha sido la programación que el Teatro tiene, es muy variada y muy rica. Parte de los compositores del Renacimiento, a los compositores modernos. Yo busco un balance artístico entre las distintas disciplinas. Que cada una tenga los atractivos necesarios que sirvan tanto para el crecimiento interno de las agrupaciones como para el crecimiento de los que van a asistir. En la ópera o en el ballet, por ejemplo, pienso que tienen que estar presentes autores emblemáticos como Puccini, Strauss, Tchaikovsky, Prokofiev. Son los que la gente quiere oír y ver. Pero también incluimos una parte contemporánea con compositores más actuales.

Noticias: El año pasado usted se presentó con la Filarmónica en Mar del Plata y convocó a más de 45 mil personas. ¿Sacar la música fuera del Colón hace que más personas lleguen a la clásica?

Diemecke: La música siempre se va a apreciar más en un recinto que tenga una acústica apropiada. El Teatro Colón tiene la mejor del mundo y debe estar ahí adentro. Pero si bien tiene una gran capacidad -3 mil personas-, el resto está afuera y no puede entrar. No es por falta de interés, sino por capacidad. Por eso somos nosotros los que tenemos que abrir las puertas. Cuando hicimos la ópera Aída, logramos el mayor número de espectadores en la parte exterior. Lo que más ayuda a llegar más al público es la programación en general. También las formas de técnica que tenemos ahora, electrónicas, nos ayudan muchísimo a poder estar en varios lugares al mismo tiempo. Con el streaming, una persona puede estar viendo la obra desde cualquier rincón del mundo que tenga acceso a Internet. Con el Colón estamos en un punto muy cerca de la vanguardia de todas las orquestas y agrupaciones.

Noticias: Usted nació en México pero hizo su carrera por todo el mundo. ¿Cómo confluyen sus experiencias en su rol como director? ¿Es importante entender la cultura argentina para elaborar la programación del Colón?

Diemecke: Absolutamente. Creo que eso ha sido el atractivo para haber sido seleccionado para este teatro, mis experiencias con otras idiosincrasias. Trabajé diez años en la Orquesta Nacional de Montpellier, y con la Sinfónica Nacional de Francia. Allí tuve un contacto con un público muy sofisticado, que siempre busca lo nuevo, lo avant-garde. También trabajé en Estados Unidos, con un público tradicionalista, que tiene miedo de ir al concierto si no reconoce el nombre. En México estuve en la Filarmónica de la Universidad de México, la más grande del mundo, que como atractivo tenía al estudiantado. El de Buenos Aires es un público muy cosmopolita. Yo busco armar programas para que haya atractivos para todos estos públicos.

Noticias: ¿Cómo pesa la Dirección Artística del Colón en su carrera?

Diemecke: Cuando vine por primera vez a Buenos Aires estaba tocando en una orquesta. Tenía entonces 18 años y vinimos a tocar al Colón. Me acuerdo que estábamos ensayando la primera sinfonía de Mahler. Yo tocaba el violín junto con mi hermano Pablo, y estábamos los dos impresionados por cómo sonaba nuestro instrumento. El sonido era tan hermoso que me sentía en las pinturas renacentistas, como un ángel tocando. Recuerdo que se me nublaron los ojos y no podía leer la partitura por las lágrimas. Cuando terminamos, salimos por la calle Cerrito. En un momento giro y veo la calle Arturo Toscanini que en su momento cruzaba con la 9 de Julio. ¿Por qué me llamo Arturo yo? Por Toscanini. ¿Y cuándo nací? El 9 de Julio. Mi hermano me tomó una foto porque estaba transformado, quedé en el éter. Ahí dije que algún día iba a regresar a este teatro. Esto fue en 1979.

Noticias: ¿Siente que el Teatro renovó su audiencia en los últimos años, que se convirtió en un ícono local transgeneracional que ayuda a que se acerca público joven?

Diemecke: La música clásica tiene calidad, y un mensaje intelectual que expande la mente. El reto del ser humano es tener un crecimiento intelectual y espiritual. Y el Colón es un templo de eso. El arte clásico tiene ese factor formidable, ha pasado por el colador del tiempo y se ha resistido a los cambios. Ha podido seguir adelante a pesar de guerras, miserias, cambios sociales y económicos. Esas obras han podido pasar todo ese colador y aún así, siguen estando aquí.

por Chiara Finocchiaro

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