Acumulación de ropa, invasión de zapatos, cosas que se apilan para enterrar otras. Escritorios que se convierten en placares y camas en percheros. El desorden ensucia la rutina y la mente. Por eso, la prolijidad se puso de moda.
Marie Kondo es la japonesa que creó una filosofía del orden y es boom en redes sociales. A partir de su best seller en 2014, “La magia del orden” y el estreno de la serie que protagoniza en Netflix, su método bautizado KonMari atrapó a fieles de todo el mundo. Hoy en día, la etiqueta #KonMari acumula más de 210.000 fotos de armarios impecables en Instagram y se venden cursos por más de dos mil dólares cada uno para aprender la técnica que revoluciona la casa y la forma de vivir. Sus discípulas ya están en Argentina: Estefania Fryd (32), Natalia Seara (40) y Laura Escobar (47) hicieron el seminario en Estados Unidos y cuentan que es un trabajo terapéutico, porque quienes dan vuelta su placard también están revolviendo en su interior.
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La primera consultora argentina en certificarse oficialmente fue Estefania Fryd, quien es apasionada por la estética y el equilibrio. A partir del seminario que hizo en San Francisco, su carrera pegó un salto y llegó a ordenar los placares de famosos como el modisto Santiago Artemis y los periodistas Ángel De Brito, Any Ventura y Andrea Taboada, entre otros. Confiesa a NOTICIAS que los famosos se ríen de las cosas personales que encuentran enterradas en el desorden su casa, y que no la limitan en nada porque tienen la apertura a ordenar sus espacios y su vida. En su caso, no toma clientes que no quieren realizar el proceso, sino que necesita que la persona tenga la intención de hacer este trabajo. Ese es un rasgo distintivo del método: las consultoras realizan la tarea a la par del cliente. “Me dedico a regalar tiempo”, dice Fryd, dado que la técnica se realiza una sola vez en profundidad y es fácil de mantener. Lo que la diferencia del resto de las consultoras, cuenta, es que sabe adaptar el procedimiento a la cultura local. En Japón, la mayoría de los departamentos son de tan sólo 25 metros cuadrados, por lo que ella ajustó el sistema a categorías más porteñas. En Occidente, se usan más separadores para los estantes y aunque el método japonés no distingue por habitaciones, ella sí separa por ambientes.
Quienes se inspiran en la doctrina de la gurú del orden, y tienen la cintura económica para hacerlo, asisten a los seminarios en Estados Unidos o en Londres para certificarse en el método KonMari. Para ser discípulas oficiales tienen que leer sus libros, enviar fotos de su casa antes y después de aplicar la disciplina, comprar el seminario en Nueva York o en Londres, realizar y abonar varios exámenes en línea, hacer una entrevista telefónica y, por último, pagar los USD 500 de la certificación, sumado a presentar una cantidad de sesiones realizadas entre cada evaluación. Como en las categorías del método, se dividen a las consultoras por jerarquías, según la cantidad de trabajos que hayan realizado. Sólo dos mujeres estadounidenses alcanzaron el nivel Master, de 500 sesiones, y cobran entre 60 y 150 dólares la hora. Para ordenar una casa, dependiendo el tamaño, se necesitan por lo menos cinco días, lo que implica unos 4.000 dólares por el trabajo completo.
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En todo el mundo, hay más de doscientas consultoras certificadas y trescientas “en entrenamiento”. Para comunicarse entre ellas, utilizan un grupo de Facebook de organizadoras de todo el mundo, y hacen grupos de WhatsApp por afinidad.
Natalia Seara (40) es una de las consultoras “en entrenamiento”, y trabaja en Neuquén para alcanzar la cantidad de sesiones de la certificación oficial. Admite, entre risas, que ordenar no estaba en su ADN, y que le costaba mantener la organización, hasta terminar viviendo en un caos que necesitó un cambio. Así conoció los libros de Kondo y tardó siete meses en terminar el tratamiento de su casa.
Dice que uno de los puntos más controversiales del método es que implica vaciar todos los espacios de guardado. El objetivo es tener a la vista todas las cosas. Revela que, muchas veces, es lo más fuerte del trabajo. Seara explica que es necesaria la presencia del cliente en todo momento, que pase por el caos que significa ordenar la casa, porque es la única manera de generar conciencia. “Lo primero que nos dijeron en el curso es que si el trabajo está bien hecho, es una vez y nunca más, la idea es que la persona no vuelva a llamarnos”, afirma y cuenta, feliz, que desde que se estrenó la serie en Netflix, se hizo más conocida y tiene sesiones hasta mitad de año. En 2018, fue convocada por un grupo de esposas de empleados petroleros para darles una charla sobre el método y el estilo de vida que propone Marie Kondo. Capacitó a treinta mujeres de diferentes lugares del mundo en orden general y, especialmente, en clasificación de la ropa y armado de valijas.
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El trabajo de las consultoras es arduo y de muchas horas. Estefania Fryd menciona que cuenta con una o dos asistentes y que la jornada dura ocho horas. No deja tarea para hacer, sino que acompaña todo el proceso del cliente. La creadora del método KonMari, en cambio, tiene sesiones de seis horas, y deja trabajo para que todos los integrantes de la casa. “El argentino no hace la tarea, entonces yo hago todo el trabajo presencialmente”, opina Fryd. Ella cobra 4.200 pesos por ordenar el placard de una sola persona o 5.700 pesos por el de una pareja, sumado al costo de los contenedores.
De todo el procedimiento, la ropa es lo que lleva más tiempo: entre ocho y nueve horas, dependiendo de la cantidad de placares. Una cocina, alrededor de cinco horas. Los baños, dos horas. Fryd cuenta que, a diferencia de lo que se puede esperar, no hay muchos acumuladores en Argentina, pero sí algunos casos destacables. Le pasó de ordenar un placard donde había una montaña de ropa por detrás, al punto de encontrar un aire acondicionado que la clienta no sabía que estaba ahí. Otra de las consultoras menciona el caso de una mujer que no quería volver a su casa por el caos de ropa que tenía: desde que se había separado era compradora compulsiva. Cuando vaciaron el placard, fue tan impactante la cantidad de prendas que vio que significó un cambio radical y terapéutico para su vida.
Las fieles de la japonesa, que estudian y difunden esta filosofía, provienen de otras profesiones. Estefania Fryd, por ejemplo, es comunicadora y politóloga. Natalia Seara es ingeniera ambiental. Laura Escobar (47) es licenciada en comercio exterior y, actualmente, consultora en entrenamiento de Marie Kondo.
Reconoce que el proceso de ordenar también provoca cambios en la vida. “Hay personas que se separan, que cambian de trabajo o de hábitos por el hecho de organizar su casa”, dice y cuenta que, cuando leyó el libro por primera vez, no pudo aplicar el método en su totalidad. Así no sirve, según el KonMari, sino que tiene que ser hecho de un tirón y conservar solamente lo que produzca felicidad.
“Si lo haces de punta a punta, no se desordena nunca más ni tampoco se convierte en obsesión, porque al facilitar el almacenamiento, en quince minutos todo puede volver a su lugar”, aclara. Marie Kondo escribe en sus libros que los objetos son información, y que entorpecen la concentración. Escobar afirma que lo que descubrió Kondo es que el desorden es un problema universal.
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A cambio de publicidad. A los famosos se les hace el servicio en canje de publicidad por redes. Así fue el caso de Santiago Artemis (26), que contrató a Estefania Fryd para ordenar toda su ropa. En diálogo con NOTICIAS, el excéntrico diseñador cuenta cómo el trabajo le dio “más clase” a su placard. “Me ayudó a diferenciar las tipologías de la ropa y a usar colorimetría, ordenar por categorías y por la paleta cromática”, afirma el modisto que vistió a estrellas internacionales como Katy Perry y Britney Spears, y a las argentinas Griselda Siciliani, Pampita o Lali Espósito, entre otras. Admite que le costó lograr la prolijidad de su consultora, pero que mantiene el orden. El joven diseñador es coleccionista de múltiples tendencias, por lo cual, el trabajo incluyó sus ocho percheros de pie doble barral, una decena de estantes y toda la ropa repartida de su vestidor.
Artemis confiesa, divertido, que sólo pudieron hacer un estante el primer día. El proceso total duró casi veinticuatro horas completas, en tres jornadas, en las que Fryd tuvo que agilizar y evitar hacerle la famosa pregunta de Kondo “¿Este objeto te hace feliz?” con todas las prendas.
“Soy la primera defensora de Marie Kondo”, declara Any Ventura, panelista en “Bendita TV”. También fue clienta de Fryd, quien ordenó su placard en un día. Comenta a NOTICIAS que le fue muy fácil y que recomienda el método a todo el mundo. La periodista hizo un informe para “Bendita” con los principales tips que aprendió del servicio e incluso le regaló a Beto Casella un libro de la japonesa. “La experiencia me inspiró a contagiarlo, les ordené los placares a mis hijas y a mi mamá”, dice Ventura, entusiasmada con la idea.
Para ella, lo más difícil de mantener son los zapatos, porque tiene algunos en su casa y varios pares en el canal. “Lo que tiene es que en la tele los usás una sola vez y ya está, y así se van acumulando porque pensás que pueden volver a servir”, explica. Después del proceso, regaló y donó a una parroquia mucha ropa, y comenta que cada vez trata de tener menos. Remarca que le pareció muy fácil. Las ordenadoras coinciden: aseguran que es alcanzable para cualquier persona. Ellas saben que el método de Marie Kondo es furor en el mundo y que en la Argentina cuesta mantener el orden.
TW: @nicolemartin_27
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