Política y económicamente, Portugal está de moda. Sobre todo entre los peronistas que mejor suenan en el foro de postulantes a dirigir una nueva etapa del país. El modelo portugués, de corte socialista con articulación política interpartidaria y economía de desajuste, es muy nombrado y puesto de ejemplo por el arco opositor como el plan a seguir. Lo más atractivo: desoír las recetas del FMI. Aunque claro: el ajuste sigue vigente.
Fue el ex ministro de Economía y actual diputado Axel Kicillof, quien afirmó tras la reunión que tuvo con los representantes del FMI, Roberto Cardarelli y Trevor Alleyne, que "Portugal es un ejemplo de salida con crecimiento".
Por su parte, la ex presidente Cristina Fernández habló de renegociar con el FMI “a la portuguesa”. Y en la misma línea, otros dirigentes del kirchnerismo consideran a Portugal como el caso paradigmático de salida a la crisis internacional de 2008. El diputado y pre-candidato a presidente por Unidad Ciudadana, Agustín Rossi, también mencionó el caso como ejemplo a seguir, y son muchas otras las voces opositoras que lo festejan a coro.
El “milagro portugués” rompió con las políticas de austeridad que predominaron en Europa después de la crisis de 2008, y logró excelentes resultados económicos.
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Modelo. Como apunta el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, “el conocimiento occidental ha impuesto un programa en todo el mundo basado en la imposibilidad de pensar otro mundo distinto al capitalista”.
Para la oposición local, el modelo del país ibérico se plantea como la contracara al “capitalismo financiero y el ajuste” que propone el presidente Mauricio Macri. Portugal aparece como modelo de un capitalismo de buenos modales y redistributivo, con políticas de corte socialista.
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Carlos Heller, presidente del Partido Solidario, es el gran defensor en el equipo económico de Unidad Ciudadana del “caso Portugal”: “es importante no perder de vista el hecho de que existen alternativas a las políticas que se están aplicando en Argentina y que evidencian tener mejores resultados en términos de bienestar general”. Heller se refiere al camino que tomó António Costa, Primer Ministro de Portugal, apenas asumió su mandato en 2015: dejó de lado las medidas de austeridad que proponían sus acreedores y apostó a un plan que llevó la economía el período de mayor crecimiento en la última década. Concretamente, revirtió los recortes de salarios, de las pensiones y de la seguridad social, e introdujo incentivos para estimular al sector privado, incluyendo subsidios al desarrollo, créditos fiscales y financiamiento a las PyMEs.
El gobierno de Costa consiguió el apoyo en las urnas justamente gracias a las promesas de terminar con el ajuste y la crisis heredada de los anteriores gobiernos de corte conservador. Pero también esa herencia conservadora le preparó el escenario para ser la solución de corte “progresista” que podía revertir los daños ocasionados por las políticas neoliberales.
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Costa cuenta en su gobierno con el apoyo parlamentario de la izquierda radical y consigue así mayoría, pero no ha tocado la reforma laboral implementada durante el periodo de la Troika (FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo) que facilitaba despidos y precariedad, y que hoy impulsa las protestas y huelgas de los trabajadores de la salud y educación.
Milagro. Jorge Argüello, ex embajador de Argentina en Portugal, explica en qué consiste el “milagro portugués”, posible gracias al fuerte consenso político de fuerzas progresistas que sostienen el gobierno del premier António Costa, una salida a la crisis global de 2008 sin acatar la receta de “austeridad que le dictó la Troika al anterior gobierno conservador de Lisboa”. Para lograrlo se hicieron esfuerzos fiscales y financieros pero “sin cercenar derechos laborales ni sociales, como sí ocurrió en Grecia y otros países”, puntualiza Argüello.
Los datos de crecimiento de Portugal son modestos, el PBI creció 2,1% en 2018, pero por encima del 1,9% que tuvo de promedio de aumento en el PBI la Eurozona: potencias como Francia y Alemania registraron 1,5%. El punto destacado del modelo portugués es la cancelación de los últimos 4.700 millones de euros del rescate del FMI. Esto confirma en los hechos la decisión política de Lisboa de mantener sus propios márgenes soberanos de autonomía económica, aun formando parte de la Eurozona, una pertenencia que en el largo plazo ha beneficiado al país.
Argüello explica lo que enseña esta política de cancelación: “en el detalle de la cancelación hay una enseñanza sobre el sobrecosto de recurrir al FMI. Los anteriores reembolsos anticipados que hizo el gobierno de Costa en los últimos tres años le permitieron a Portugal un ahorro total de 1.160 millones de euros. El FMI le cobraba al país un interés del 4,3%, muy superior al que ofrecen hoy los mercados financieros globales”.
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En el caso portugués, el poder político le puso límites a las exigencias del FMI, pero a la par redujo la deuda pública que había llegado al 130% en 2013, y canceló hacia fines del año pasado el rescate financiero pedido al Fondo en 2011.
Para el ex-embajador no hay un modelo a seguir porque el de Argentina es otro contexto histórico y regional. Y en el caso de Portugal, la pertenencia a la UE es determinante. “Es indudable que el ejemplo portugués de consenso político para buscar un equilibrio entre las necesidades financieras coyunturales y la debida protección de los derechos económicos y sociales”, concluye Argüello.
por Soledad Beato
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