Cuando Gaël Faye abandonó Burundi, lo hizo en la peor de las circunstancias: escapando de una guerra civil entre tutsis y hutus –dos etnias africanas– que se había desatado en su país. Hijo de un padre francés y una madre tutsi ruandesa, atravesó su adolescencia exiliado en Francia, en donde descubrió el rap y, posteriormente, la literatura. A través de varias de sus canciones dio a conocer algunos aspectos de su infancia que derivaron en su exilio.
Ahora, con la publicación de “Pequeño país” (2016) –su primer libro– y a través de la mirada de Gabriel, un personaje que funciona como una suerte de su álter ego, narra el genocidio en Ruanda, la guerra civil burundesa, y una infancia impactada por estos acontecimientos. “Viví el mismo periodo histórico que el personaje, su mamá también es ruandesa y su padre es francés. Viví el exilio. A través de todos estos elementos que encontré, creé el personaje de Gabriel, que me permitió hacerme preguntas que en esa época no me hice. La gran diferencia entre Gabriel y yo es que él es lúcido respecto a lo que pasa”, cuenta el escritor sobre su novela de ficción que, si bien no es una autobiografía, se basa en algunos aspectos de su propia infancia.
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Noticias: ¿Cómo vivió el tener que irse y dejar su infancia, sus amigos?
Gaël Faye: Fue muy difícil porque mi deseo era quedarme y vivir en Burundi. Y cuando tuve que irme, durante muchos años pensé que la guerra iba a detenerse, que iba a poder volver, que iba a ver a mis amigos. Pero la guerra duró tanto que cuando terminó, todos éramos adultos. No fue fácil y estoy seguro y convencido de que la única forma de poder exorcizar ese dolor ha sido escribir. Decir lo que no pudimos ser, imaginar lo que podría haber pasado, encontrar las palabras para decir lo que vivimos.
Noticias: ¿Qué recuerda haber entendido de lo que sucedía en ese momento?
Faye: Entendí el odio, el miedo, la pérdida. Entendí que había habido una guerra en Burundi y un genocidio en Ruanda, y en la época esos eran los acontecimientos. En ese momento yo era un niño. Y como niño el análisis que uno hace de la situación no es el mismo que uno hace como adulto. Por eso es que elegí tener un niño como narrador en la novela, para que las cosas no fueran comprendidas desde lo cerebral sino desde las sensaciones.
Noticias: ¿El personaje de su libro lepermitió revisitar esos acontecimientos desde otra mirada?
Faye: Tengo desconfianza de la reflexión adulta por la simple razón de que muchas veces encuentra razones para lo inexplicable. En el niño la mirada es poética. Yo como artista trato también, como Gabriel, de no ser moralista y de permanecer con la sensación de la poesía de un niño.
Pequeño país. La primera novela de Faye fue un éxito: los derechos de traducción se vendieron a 29 idiomas, ganóel premio Goncourt des Lycéens y el Prix du Roman FNAC, y se estima que en noviembre se lanzará la adaptación filmográfica del libro, de la mano de Eric Barbier. “Todavía estoy sorprendido con el éxito que tuvo. Hace dos años estaba en la playa en el sur de Francia con mi hija menor, y había decenas de personas leyendo mi novela. Es algo tan personal que llega al mundo que a uno le sorprende”, confiesa Gaël Faye.
Si bien Faye ya había alcanzado el éxito unos años antes gracias a sus canciones –en 2013 lanzó el álbum de rap “Pimiento africano sobre medialuna de manteca”, en el que contó por primera vez su historia– dice que la novela le dio otra mirada: “La literatura me dio más libertad que la música. No están las restricciones de una canción entre el ritmo, la rima, que son formatos en donde encajar el texto. Pero siento que mis canciones nutrieron mi forma de escribir la novela, y espero que ahora la literatura vaya a nutrir mi manera de componer”, dice.
Noticias: ¿Sentarse a escribir esta novela fue liberador o revivió dolores?
Faye: Unos años antes había hecho el álbum “Pimiento africano sobre medialuna de manteca” y ahí parí en el dolor. Fue difícil, pero ya me había liberado. En esta novela vuelvo a visitar muchos de los temas de aquel álbum pero sin la dificultad emocional que tuve en aquel tiempo. La novela en su totalidad fue el descubrimiento de otra manera de escribir. Yo estaba acostumbrado a escribir canciones, poemas. Y aquí he descubierto la libertad de la novela, crear personaje, hacerlo nacer, hacerlo morir.
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Noticias: ¿Pudo condensar un mensaje de una manera más precisa?
Faye: Evito dar mensajes. Trato de crear una situación que me parece que puede ser posible, simbólica, y si un mensaje se desprende de eso, mejor. El único mensaje consciente que tuve al escribir esta novela es el de transmitir que nosotros en África también tenemos infancias banales como en el resto del mundo. No son solo niños soldados o niños mendigos, tenemos juegos, amigos, familia, cosas que nos maravillan.
Noticias: ¿Siente que con este libro le devolvió algo a todas sus naciones?
Faye: En una de mis canciones digo que Ruanda y Francia me han dado todo y han tomado todo. Si me han dado todo y me han sacado todo estamos hecho, no puedo haberles dado ni sacado nada. Pero de lo que sí me di cuenta es que Burundi no existe para nada en la literatura y en el imaginario mundial. De Argentina tenemos imágenes, ideas, pero de Burundi no tenemos nada. Esta fue una manera de poner a mí país en el imaginario de todos y de la mejor manera, porque un libro es una forma de encarnar algo. Es más íntimo y por lo tanto más fuerte que una imagen o un documental.
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Noticias: Hoy en día esta historia sigue resonando bastante. En el mundo sigue habiendo guerras, exiliados, refugiados. ¿Qué consejo le daría a la gente que está viviendo lo que usted vivió?
Faye: Les diría que hay que contar nuestra historia con nuestras propias palabras. Entiendo que no todos pueden contarse, pero en el caos del exilio, de los refugiados, es fundamental que alguien tome la palabra y pueda expresar eso. No podríamos haber entendido la exterminación de los judíos en Europa sin Primo Levi o Ana Frank. Ni el racismo en Estados Unidos sin Harper Lee y Maya Angelou. Hoy en día, con todos los refugiados y la gente que se va desplazando, es fundamental que alguien tome la palabra para sensibilizar a la opinión pública, para que se pueda entender la situación. Transformar aquello que es del orden de la estadística y los números en un relato más íntimo.
por Melissa Kuris
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