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NOTICIAS URUGUAY | 13-07-2019 14:01

Los debates en discusión

Polémicas electorales generan controversias. Acuerdos y visiones encontradas.

El debate sobre los debates volvió a instalarse en nuestro país de la mano de las internas y de la realización de dos polémicas de este tipo en Canal 4.

Eso ocurrió después de no haber tenido debates de candidatos presidenciales en televisión desde 1994, cuando comparecieron cara a cara Julio María Sanguinetti y Tabaré Vázquez, con la moderación de alguien que se creía independiente, como el rector de la Universidad de la República, Jorge Brovetto, quien años después fue presidente del Frente Amplio. También con Vázquez, pero sin el mismo suceso, ese año, debatió el candidato del Partido Nacional Juan Andrés Ramirez.

En este período electoral hacia las primarias, y de cara a octubre, el debate sobre los debates, volvió a plantearse.

En el período electoral para las primarias, y de cara a octubre, el tema creció en protagonismo. De la discusión participan no sólo los actores de la vida política, sino también periodistas, académicos y, algo, un público altamente politizado. Justo es decir que en otras elecciones, cada vez que la posibilidad de debatir se planteaba, encontró una negativa cerrada, generalmente, por parte de quien iba primero en las encuestas. Quienes casi siempre reclaman la posibilidad de contar con programas de televisión entre candidatos para intercambiar ideas, son los que están en mitad de tabla para abajo en la intención de voto.

El ya fallecido consultor, director de Cifra, Luis Eduardo González, opinó en 2008 que “desde el punto de vista de la teoría política normativa de la democracia, los debates son importantes, ayudan -o deberían ayudar- a construir democracia y, sobre todo,ayudan a informar mejor al público que se interesa y sigue esos debates (...) La existencia de debates entre las principales figuras que compiten por la presidencia eleva -o tiene la posibilidad de elevar- su nivel de información, su interés en el proceso político y eso por sí solo es suficiente para estar a favor de la realización de los debates.” Contra estos argumentos es muy difícil estar en contra. Sin embargo, muchas veces, para no quedar tan expuestos como contrarios a estos mano a mano ante las cámaras de televisión, los candidatos prefieren no opinar del asunto.

El periodista, publicista, asesor y ex ministro Antonio Mercader, también fallecido, en su momento defendió los debates porque “llegan a un público que normalmente no está en estos temas”. Además, dijo, “tienen la virtud que desnudan a los candidatos en condiciones de extrema tensión (...) un gesto tiene el valor de mil palabras y ante una pregunta, el candidato tiene que recurrir a sí mismo; no le sirven los papelitos, ni discurso preparado por otro, ni los asesores, y el público puede ver claramente cómo es.” Quizás esta exposición a la que se someten los dirigentes, sea uno de los motivos más fuertes para negarse al riesgo de enfrentar a las cámaras.

Históricos. Lo cierto es que los debates entre candidatos presidenciales tienen una rica historia. El año 1960 marcó un mojón con el cara a cara entre John F. Kennedy y Richard Nixon, en lo que se considera el primer debate televisado de las elecciones norteamericanas. Para los analistas, el joven y fotogénico senador Kennedy era la antítesis de Nixon, quien fue al programa mal de salud, debido a una internación reciente. La imagen del entonces vicepresidente republicano, muy delgado y sudoroso, secándose la frente con un pañuelo, impactó a los televidentes. Si se puede decir que tras un debate hay un ganador, en ese caso lo fue el legislador demócrata.

En setiembre de 2016 el debate entre Hillary Clinton y Donald Trump, realizado en una universidad en Hempstead (Nueva York), fue definido por el periodista de The Atlantic, James Fallows, como una instancia para no perderse. En la ocasión aseguró que “estos debates tienen que ser vistos, porque serán el choque político, personal e intelectual más extremo en la historia de la democracia americana. Hemisferio derecho del cerebro contra hemisferio izquierdo; panza contra cabeza; instinto contra calculo; ello contra superyó; y, obviamente, hombre contra mujer”.

En España, en abril pasado, hubo una discusión sobre la pertinencia de los medios que deberían transmitir el debate entre los candidatos, en la última elección. Finalmente se hicieron dos, uno transmitido por los medios públicos (RTVE) y el otro por una cadena privada (Atresmedia).

En Argentina, en 2015, hubo dos debates entre Mauricio Macri y Daniel Scioli, que fueron históricos en términos de campaña. Aún hoy, en plena crisis, al presidente argentino le pasan facturas de promesas o vaticinios que hizo en esos debates y que todavía están en el debe. Por eso, además de la presencia delante de las cámaras y del desempeño de los candidatos, que es fundamental, porque es lo que el público ve, hay un entramado de asesores de diferentes disciplinas: desde los dirigentes más cercanos, hasta publicistas, especialistas en comunicación, en oratoria, semiólogos, locutores y hasta gente de teatro, que capacita al candidato. Todo para enfrentar esas dos horas de televisión, que se supone pueden suponer un antes y un después en una campaña electoral.

Por estos lares. Si bien ante cada elección el tema se puso sobre la mesa, cobró más fuerza en este 2019, ya que el Parlamento se obligó a tratar la pertinencia de los debates ante un proyecto de ley que el diputado Fernando Amado (Unir) volvió a presentar para su consideración, en 2015, cuando ya lo había hecho en 2011. La Cámara baja, finalmente, lo discutirá en julio y el Senado en agosto, aunque en estos días se negocia el texto final del proyecto. Según dijo a NOTICIAS, el legislador, todos los partidos de representación parlamentaria, han manifestado su apoyo a la iniciativa, pero reconoció que lo que se votará será diferente a lo propuesto.

El oficialismo, con mayoría parlamentaria, admite el debate obligatorio, por lo menos en segunda vuelta, con los dos candidatos que disputen el balotage. Según supo NOTICIAS, no hay ambiente para debates obligatorios en la primera vuelta, en la campaña para el último domingo de octubre, ya que serían muchos candidatos, con las dificultades operativas que eso supone. Pero este punto no está definido.

De hecho los debates “multitudinarios” no son del agrado del frenteamplista Daniel Martínez que dijo a La Diaria, hace pocos días, que no discutiría con todos los candidatos a la vez. “Eso fue lo que propuso ANDEBU en 2014. Eso no es democrático. En ese momento iban a ser once contra uno. Hizo bárbaro Tabaré Vázquez en no ir. Para mí no es debate democrático, es cualquier cosa menos eso. Mano a mano, pudiendo discutir los temas, pudiendo tener cierto tiempo para profundizar sí, pero que tengan de tieso al candidato del gobierno para que todo el mundo se dedique a pegarle, ¿eso qué es? Eso no es debate.”

Una alternativa que está sobre la mesa, pero que no contaría con los votos necesarios, es la posibilidad de generar dos grupos en función del resultado de las internas, es decir, entre los candidatos más y menos votados, una suerte de dos ligas, para que el programa no sea difícil de armar y aburrido televisivamente.

En la discusión parlamentaria hay otros aspectos sobre los que habrá que lograr consensos. Por ejemplo, si se sanciona económicamente al candidato que no se presente a debatir o incluso que no reciba el dinero que le corresponde por los votos que obtenga de la votación. “Puse una sanción económica muy alta y lo que me planteó el Frente Amplio es que le parece bien una multa dura, porque le tiene que doler a los candidatos, pero que la magnitud es como demasiado. Por lo que la idea es encontrar un punto intermedio”, dijo Amado a El País. Sobre esta multa, en declaraciones al mismo medio, el diputado del Movimiento de Participación Popular, Alejandro Sánchez, pidió que esa multa “no sea un saludo a la bandera. Queremos una sanción económica y que no sea una cosa tan pequeña que la pueda pagar. Esto, más allá de la censura social que existe cuando se opta por no debatir”.

Otra parte importante de este combo son los canales. Según confesó antes de las internas a NOTICIAS un directivo de televisión, “hay que evaluar muy bien el resultado televisivo de los debates”. De hecho, la experiencia de los debates organizados por Canal 4, primero entre Óscar Andrade (Frente Amplio) y Ernesto Talvi (Partido Colorado) y el segundo entre Carolina Cosse (FA) y Jorge Larrañaga (Partido Nacional) tuvieron desempeños televisivos muy diferentes. “El primero fue como un ‘macramé’ que se fue tejiendo durante varias semanas”, dijo a NOTICIAS el periodista Daniel Castro, conductor de ambos debates. Había un plan muy bien elaborado, con la certeza de la realización artística, técnica, estética. Pero, por mejor plan que haya, todo puede desvirtuarse cuando se encienden las cámaras. Se negociaron muchos puntos y se llegó a acuerdos entre los asesores de Andrade y Talvi, y como Talvi lo dijo, fue histórico. ́Hicimos historia’ dijo él, y creo que fue una apreciación justa. Allí se notó que todos ganamos, ya que el Canal hizo una gran apuesta al formato de debates, primero con “Todas las voces” y ahora este debate. El segundo fue diferente, ya que en el balance, Cosse-Larrañaga creo que les jugó en contra el guionarse tanto las respuestas y se concentraron en lo que habían preparado. Quedó poco margen para la improvisación. Les costó salir de ese cerco de lo libretado.”

El primero fue considerado un suceso, por la repercusión en rating durante la emisión en vivo y por los comentarios posteriores. En cambio el segundo, ni lideró la audiencia del vivo y fue criticado por parte del público y por comentarios del ambiente político y periodístico. Canal 4 ya piensa en próximos debates tras las internas y evalúa los ajustes necesarios al formato, en función de la experiencia de estos dos programas. En una columna en radio Carve, el periodista Gerardo Sotelo, tras el segundo debate, expresó que “si no preparás bien lo que vas a decir en cada una de las intervenciones el debatiente se expone a aparecer como dubitativo” (...) El espectador “semblantea” a la persona que aparece en primer plano mirando a la cámara y ahí saca sus conclusiones. (…) Si utilizás la palabra efectista antes del remate y, además, la repetís, se pierde efectividad”.

Los debates deben ser debates, intercambio de ideas, no una sucesión de monólogos, sea con dos, cuatro o diez candidatos. El espectador debe poder comparar qué piensa cada contertulio sobre una serie de temas acordados.”Hay que pensar los debates como programas de televisión y no como una cámara delante de dos atriles”, reconoció a NOTICIAS el asesor de uno de los candidatos.

El futuro: lo que harán los canales

Canal 4 y Daniel Castro, quedaron conformes con haber sido el medio que provocó el retorno de esta modalidad a la televisión uruguaya, y piensan continuarlo para octubre y noviembre, además de contar, en otros programas del Canal con la presencia de dirigentes políticos. El resto de los canales no está tan seguro de encarar la organización de debates, ni de tener espacios especiales de programas políticos. Canal 10 suele hacer cada tanto programas especiales de su informativo, “Subrayado especial”, además de los otros programas matutinos y vespertinos. Lo mismo que Teledoce, también tiene su su informativo central “Telemundo” -que hasta el año pasado tuvo la presencia del periodista Emiliano Cotelo con entrevistas políticas- y piensa que con los programas de la mañana y la tarde, está cubierta la información electoral. En tanto, la televisión Pública, TNU, cuenta con varios programas donde la información política y electoral está cubierta, por lo que seguramente no innovarán con propuestas de debate entre candidatos a la presidencia, al menos en el formato tradicional.

por Jaime Clara

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