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CIENCIA | 01-01-2022 00:21

Covid-19: el estallido de Ómicron en la Argentina

El aumento exponencial de casos confirmados y el riesgo de saturación del sistema sanitario. Diferencias con Delta. El rol de las vacunas y todo lo que aún no se sabe sobre el futuro de la pandemia.

Todo parecía haber entrado en una calma expectante hasta que Ómicron fue descripta el 10 de noviembre por investigadores sudafricanos. Semana tras semana los casos de Covid-19 originados por esta variante aumentaron de manera sostenida y apenas 45 días después cambió a parte del mundo. Tanto, que más allá de alguna que otra frontera cerrada, al menos 8.300 conexiones aéreas internacionales y domésticas quedaron en la nada a lo largo del fin de semana navideño.

Cancelaciones y demoras no tuvieron que ver con el cierre de fronteras sino con cómo la Covid-19 provocó enfermedad y aislamiento de contactos estrechos entre el personal aeronáutico. Si hasta el personal de la salud y los empleados de la administración pública empiezan a escasear en algunos países por lo mismo: enfermedad, aislamiento, espera del testeo.

Solo el 26 de diciembre se registraron en todo el mundo 472.915 nuevos casos. En los Estados Unidos los casos causados por Ómicron ya sobrepasan a los originados por la variante Delta y superaron los 180.000 en un solo día. Francia reportó nada menos que 104.611 nuevas infecciones en Navidad, superando el récord de los 100.000 desde que la pandemia comenzó. 

Mientras tanto, la Argentina no queda al margen de la situación. En tan solo tres semanas el porcentaje de casos reportados de Covid-19 aumentaron a nivel nacional un 158%, sobre todo arrastrados por el estallido de casos en la provincia de Córdoba, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y, posteriormente, la provincia de Buenos Aires

Casos e internaciones

Algunos de los pocos estudios realizados hasta el momento (sobre todo un par realizados en Sudáfrica, primer país donde los contagios masivos derivados de la variante Ómicron golpearon primero) alimentan la hipótesis de que la nueva variante es menos letal, dado que pese al aumento de casos no están subiendo con la misma intensidad las tasas de internaciones y muertes.

Sin embargo, entre las personas no vacunadas o con esquemas incompletos esto no aplica y es por eso que en los Estados Unidos y Europa, donde el movimiento antivacunas es fuerte, se habla de esta pandemia como “la pandemia de los no vacunados”. El número de pacientes en Inglaterra admitidos en el hospital con Covid-19 ha alcanzado su nivel más alto desde mediados de febrero después de incrementarse en un 74% en solo una semana.

Pero también hay ensayos llevados a cabo en el Reino Unido y en Dinamarca que muestran que no hay tal disminución en la internación de personas con Covid, aunque son muy preliminares y fueron realizados sobre pocos casos y pacientes hospitalizadas. Todavía hay incertidumbre y muchas preguntas por responder. 

De acuerdo con las estadísticas y análisis de evolución de la pandemia que realiza el doctor en Ciencias Físicas e investigador del CONICET Jorge Aliaga, entre el 7 y el 13 de diciembre del año que acaba de terminar hubo una media semanal de 2.688 casos confirmados. Pero entre el 14 y el 20 del mismo mes pasaron a ser 4.725 y, del 21 al 27, nada menos que 12.180. “Esto representó aumentos primero del 76% y luego del 158% a nivel país -explica-. En los casos de Córdoba y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la situación es mucho peor, si comparamos con los mínimos registrados: la primera ya subió diez veces desde entonces”. En CABA, el incremento ha sido mayor a 20 veces. Y lo que más preocupa es que la subida se viene dando en muy poco tiempo.

Esta cantidad de personas con testeos Covid-19 positivos, sin embargo, no se ve reflejada en la cantidad de enfermos hospitalizados ni de muertes. Aunque siempre es preciso recordar que los casos detectados hoy impactarán en la ocupación de camas del sistema de salud aproximadamente dos semanas más tarde. 

Sin dudas, la vacunación está cumpliendo su función protectiva en cuanto a disminuir la gravedad de la enfermedad y los fallecimientos. Si uno comparara de un modo sencillo y directo lo que sucedía durante la peor ola en la Argentina, la que abarcó aproximadamente de abril a mediados de julio del 2021, la diferencia es notoria.

“Podríamos situar el inicio de la segunda ola hacia fines de marzo del 2021, cuando el promedio móvil de casos reportados en CABA volvió a superar los mil casos diarios. En 20 días, este valor se elevó a casi 2.800, lo que implicó un aumento del 172%. Cinco días después del incremento de casos comenzaron a aumentar los pacientes internados en terapia intensiva en el subsistema público. Pasaron de 130 a 300 en la misma cantidad de días. El valor más alto registrado fue de 446 pacientes en el peor momento de esa ola”, explica el bioquímico y analista de datos, Santiago Olszevicki.

“Análogamente, en lo que va de diciembre los casos reportados en la CABA pasaron de ser de 250 a mucho más de mil en la ponderación semanal del valor diario. Sin embargo, el aumento de las terapias intensivas, en esta ola, es mucho más moderado. A principios de mes oscilaba en torno a los 20. Ahora, hace una semana que prácticamente no sufre cambios, variando entre los 29 y los 33 pacientes internados”.

Este es un ejemplo numérico directo. Pero el problema en sí mismo es mucho más complejo. Y es que cuando uno intenta profundizar en las diferencias entre lo que sucedía durante la ola que fue de abril a junio de este año, habría que tener en cuenta variables diversas: la cantidad de personas que ya tuvieron Covid-19 y por lo tanto anticuerpos, los porcentajes de vacunados con primeras, segundas y hasta terceras dosis, las edades de las personas que hoy conforman el grueso de los nuevos casos confirmados (mayormente, los que tienen entre 19 y 29 años). El panorama de mayo del 2021 es muy diferente del de diciembre del mismo año, aunque la angustia y el cansancio solo se hayan profundizado. 

“Me parece que es muy pronto para analizar el verdadero impacto de Ómicron, más allá de las estadísticas sobre casos. Es complicado, porque vamos a tener co-circulando dos variantes seguramente al menos por un tiempo, Delta y Ómicron. Entonces los análisis se van a complicar por un tiempo, y sobre todo mientras no tengamos datos más o menos fehacientes acerca de cuáles casos son por Ómicron y cuáles no”, opina el doctor en Ciencias Químicas y especialista en bioinformática Rodrigo Quiroga.

“Y si tenemos en cuenta que el rango etáreo donde se están produciendo los casos es sobre todo el que va desde los 15 hasta los 30 años, es también esperable que haya menos internados y muertos. Insisto, para poder saber un poco más tenemos que esperar para hacer los análisis más profundos”, resume el investigador del CONICET. 

“En la Argentina hemos transitado muchas semanas de una buena situación epidemiológica pero esto cambió en el último mes. Y esto tiene mucho que ver con el hecho de que las medidas de cuidado han sido prácticamente abandonadas, desde el distanciamiento hasta el uso del barbijo bien colocado, el no reunirnos en espacios cerrados”, describe el médico infectólogo Javier Farina.

“Hay que volver a focalizarnos en esto. Aún cuando Ómicron causara cuadros más leves que las variantes anteriores eso no quita que si muchísimas personas se infectan la probabilidad indica que también aumentarán la cantidad de casos graves y de fallecidos también se va a incrementar. Así que por el momento hay que ser cautos e incrementar la vacunación y las medidas de cuidado”.

Mientras tanto, se ha extendido en redes sociales y algunos medios de comunicación la idea de que si Ómicron provocase menos muertes, esto implicaría que la pandemia se estaría debilitando. Y esto, en términos científicos, no tiene evidencia que la respalde.

“Se ha observado una tendencia a la disminución de la letalidad de los virus con el tiempo, pero eso no siempre sigue un camino lineal. Aún si Ómicron fuera un poco menos letal, cosa que aún no sabemos, eso no indica que la siguiente variante de este coronavirus también lo sea”, advierte Mario Lozano, virólogo molecular y ex rector de la Universidad Nacional de Quilmes.

Y concluye: “Por eso es muy importante resaltar que si nosotros le metemos presión de selección al virus -y eso lo hacemos vacunándonos-, la evolución no es lineal porque existe el azar. De manera que esto no es inmediato y algo que podamos predecir. Además, por más que Ómicron sea menos virulenta, con la tasa de contagios que provoca termina no siendo una variante inocua. El tener mayor número de casos en una ventana temporal corta puede producir una saturación de los hospitales del sistema de salud y por eso es importante resaltar que hay que mantener los cuidados que aprendimos en estos dos años de pandemia: uso de barbijo, distanciamiento social, estar en lugares bien ventilados, donde se pueda medir el dióxido de carbono para asegurarnos de que no se acumula el aire respirado por otras personas y la higiene de manos. Y, fundamentalmente, aumentar la tasa de vacunación porque cuanto más vacunados estemos si nos infectamos tenemos más chances de tener unas una enfermedad leve o asintomática”.

 

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Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

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