Hace apenas algunas semanas, la Argentina fue durante varios días la zona más caliente del mundo. Con temperaturas que llegaron a los 45 grados, ni los ventiladores ni el aire acondicionado alcanzaron para brindar alivio. El sistema eléctrico se saturó y hubo cortes de luz en diversas provincias y localidades. Y lejos de ser una postal surrealista y extrema, estos episodios se están volviendo cada vez más comunes.
De la mano del cambio climático, las olas de calor se hacen cada vez más frecuentes y extensas. Y mientras algunos gobiernos y organismos regionales y mundiales han comenzado a plantearse acciones conjuntas para enfrentar la crisis ambiental, la arquitectura ya esboza sus propias soluciones. En tiempos de temperaturas extremas, es momento de repensar los lugares a habitar.
De vanguardia
Aunque la Argentina haya sido el epicentro del calor recientemente, este es un problema que agobia a todo el mundo. Por eso, las primeras estrategias comenzaron a verse en Europa, Asia y los Estados Unidos. Techos que cuelgan como paraguas y protegen del sol tanto a los habitantes del interior como a los peatones, otros con revestimiento blanco o plenos de vegetación, sistemas de ventilación cruzados y premisas de la arquitectura bioclimática (aquella que construye aprovechando los recursos disponibles y el clima del lugar) son algunas de las estrategias que se vienen poniendo en juego en los últimos años.
En este último punto se destaca el uso de los hongos, una de las propuestas más vanguardistas. Más específicamente, del micelio, una especie de levadura que crece en una estructura de células. “A medida que se desarrolla, ensambla conexiones densas y largas que se convierten en hongos. En lugar de dejar que la estructura crezca de la forma clásica que todos conocemos, Mycelium puede crecer en formas específicas. Y lo hace muy rápido, volviéndose visible en cuestión de horas”, detalla Gabriela López, arquitecta y analista de tendencias de diseño. Esto último hace que el material no solamente sea eficiente y ecológico, sino además rentable.
¿Y cómo se usa? Se está comenzando a explorar como sustituto del plástico, y en la semana del diseño holandés de 2019 se creó un pabellón hecho enteramente con micelio por el diseñador Pascal Leboucq en colaboración con el estudio Krown Design. “Los paneles expuestos fueron cultivados a partir de hongos y recubiertos con un producto de base biológica desarrollada por los incas, en México. El micelio proporciona la resistencia necesaria y los paneles se unieron a un marco de madera para permitir su reutilización”, describe López. Este material también se está utilizando en el diseño de interiores: en paneles acústicos, pantallas de lámparas, textiles y arreglos florales.
Materiales y técnicas
En el terreno local, las nuevas construcciones también han comenzado a implementar cambios para ayudar a mitigar los efectos del cambio climático.
“Desde la pandemia en adelante, los espacios semi cubiertos y de ventilación natural son los más solicitados en los locales. Por eso, el desafío es cómo generar condiciones de confort con menor consumo energético. No solamente tenemos que pensar muy bien qué tecnología utilizar, sino sobre todo qué orientación elegir para contrarrestar los efectos del calor”, detalla Juan Bardi, del estudio Box Arquitectura, a cargo de locales gastronómicos de marcas como Quotidiano, Mostaza y Masaii. Además, agrega que el mayor caudal de lluvias también es un punto a tener en cuenta a futuro. “Los techos planos son cada vez menos eficientes para el drenaje pluvial”, describe.
En este camino, se están comenzando a utilizar materiales mucho más eficientes en cuanto a la aislación térmica. Por ejemplo, los ladrillos retak, compuestos de arena, cemento, cal y un agente expansor, que da como resultado una pasta que contiene celdas de aire internas e independientes, lo cual genera una condición aislante muy superior a la de los ladrillos tradicionales. También está ganando adeptos el método steel frame, de construcción en seco, que genera varias capas en una pared a la que se le van agregando distintas funciones, con aislantes térmicos, acústicos e hidrófugos. “Cada una de estas capas es sencilla de armar y es un método rápido, seco e industrializado”, apunta Bardi. Estos recursos ayudan a mejorar el coeficiente térmico de los espacios interiores.
Comunión con el verde
Las transformaciones en la forma de habitar también se ven en cómo vivimos los espacios exteriores. Para el arquitecto Martín Gómez, del estudio homónimo, estos cambios tienen respuesta desde la arquitectura. “Techos más altos, galerías más anchas, más espacios cubiertos en el exterior: generamos un montón de situaciones para vivir más afuera pero con confort. Hoy desde el calor furibundo hasta el cáncer de piel nos llevan a pensar en estos espacios intermedios con más profundidad”, relata.
Entre sus trabajos, esto puede verse por ejemplo en La Magnolia, una casa construida en 2015 a la que se accede a través de un espejo de agua con una inmaculada magnolia permitiendo “generar sensaciones fuertes en los ambientes de transición”. A la vez, los pasillos de la planta alta están acompañados por un jardín elevado.
En tanto en Boji, una casa proyectada en La Juanita, Uruguay, el paisaje circundante de bosque, playa y mar parece embeberse en la construcción. “Enamorados de las noches de estrellas de José Ignacio, una de las exigencias del proyecto fue que ese cielo estuviera presente en la casa, por lo que se creó un conector de circulación de cristal que une ambas plantas”, describen.
Volverlo masivo
En un país en constante crisis, el mayor desafío que presenta esta nueva arquitectura es que las estrategias de sustentabilidad se apliquen, más allá de algunos casos aislados o de los más grandes presupuestos. Las nuevas generaciones podrían ser las propulsoras de esto. Así lo nota Adriana Miceli, arquitecta y especialista en gestión ambiental, también titular de la cátedra de Arquitectura Sustentable en FADU UBA. “Veo mucho interés en los alumnos. Aprender de estos temas los lleva a cambiar el modo de diseñar, y ellos lo sienten como algo que les corresponde hacer en este momento de tanta crisis de sustentabilidad”. Así, aunque cree que este tipo de herramientas no tienen una activación masiva, sí ve un cambio de conciencia en cuanto a los nuevos paradigmas de diseño y construcción.
Hay además algunos alicientes que pueden acelerar esta evolución. Por caso, el barrio Puertos, en Escobar, es uno de los pioneros en premiar las construcciones que sean eficientes desde el punto de vista energético. “Se les otorga categorías de construcción sustentable a las viviendas y hay hasta descuentos en las expensas. Creo que el futuro va por ahí”, se entusiasma Bardi. Este barrio privado también propone un proyecto paisajístico con preponderancia de especies autóctonas y ofrece un corredor biológico de 60 hectáreas como un albergue de fauna lacustre. Uno de los faros más interesantes para comenzar a mirar las futuras formas de vivir.
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