Thursday 28 de March, 2024

COSTUMBRES | 15-05-2023 08:53

Casonas antiguas y edificios modernos, una combinación polémica

Para construir sin demoler obras del patrimonio histórico, distintos proyectos las combinan con construcciones actuales. Cómo se logra la armonía.

Es común verlo en redes sociales: se sube una foto de una casa antigua con el cartel de venta y muchos se preocupan por la probable demolición. En los últimos años, la vertiginosa construcción en la ciudad de Buenos Aires se ha llevado muchas buenas obras arquitectónicas de otro tiempo. Pero no todos los desarrolladores piensan en la demolición como única opción. Está surgiendo una camada de proyectos que eligen abrazar esa construcciones y combinarlas con otras modernas, tendiendo un puente entre pasado y futuro. Aunque no todo el mundo está conforme con el resultado, sus defensores alegan que así no se daña el patrimonio arquitectónico.

Tradicional Recoleta

En el corazón de Recoleta, Casa Oneto Gaona deslumbra con su historia. Fue adquirida en 1911 por el matrimonio de Juan Oneto y Regina Gaona a Tomás Le Bretón, fundador de la Unión Cívica de la Juventud (que derivaría en la UCR). Anteriormente más pequeña, fue modificada y agrandada por el arquitecto Carlos Malbranche (quien proyectó el Palacio Saint) para convertirse en una construcción que se destaca entre otras residencias del barrio. Ubicada sobre Uruguay entre Arenales y Santa Fe, es un claro exponente del academicismo francés.

Casa Oneto Gaona

A lo largo de los años y con el crecimiento de la familia Oneto Gaona (el matrimonio tuvo un solo hijo, pero este luego tuvo 12), la mansión se fue transformando. Y por estos días está frente a una nueva renovación. Fue recientemente adquirida por Tao Desarrollos Inmobiliarios, que convocaron al estudio de arquitectura Lacroze Miguens Prati para llevar adelante el proyecto. Este propone la construcción de una torre de 12 pisos pegada a la medianera y mirando a la casa, en la que habrá lugar para 58 departamentos de uno, dos y tres ambientes. También, 20 cocheras, amenities y espacios comunes, así como dos tiendas con acceso desde la calle y un local gastronómico en el paseo semipúblico del jardín. En la casa principal habrá 16 unidades más pequeñas, de uno o dos ambientes.

El expertise del estudio Lacroze Miguens Prati ya se ha comprobado en el proyecto Casa Aberg Cobo, en Las Heras 1722, también en Recoleta. Aquí se restauró y puso en valor una residencia de 1912, adaptando los ambientes a los usos de la vida moderna, al tiempo que se construyó hacia el fondo del terreno un edificio de 10 pisos con una oferta de lofts y estudios. “El patrimonio está intacto. Todo aquello de valor se mantuvo; la fachada se restauró con una empresa especializada, las grandes escaleras, el ascensor original y la planta baja se recuperaron y reutilizan hoy”, cuenta José Ignacio Miguens, socio del estudio. El resto del interior se adaptó a nuevas funciones y estructuras inmobiliarias (un tercer piso que era solo de lavaderos y dependencias de servicio, por ejemplo, se reconvirtió en unidades de vivienda, pero mantuvo las mismas ventanas y carpinterías mirando a la calle).

Edificio Aberg Cobo

“Algo interesante es que el nuevo edificio no se ve desde la calle, porque se hizo retirado, manteniendo la distancia del patio. Nos interesa siempre tratar de mantener los volúmenes de la casa”, apunta el experto. Por eso, su primer cuidado al embarcarse en estos emprendimientos es considerar que el terreno permita esa distancia respetuosa. “Hay proyectos que son abusivos y otros sensatos, que resuelven bien los lugares”, marca.

Demandas y objeciones

Pero la sociedad en ocasiones plantea sus dudas con respecto a este estilo. Hacia Belgrano, el Palacio Roccatagliata debió superar la preocupación vecinal. Pasó tres años detenido a causa de dos amparos que sostenían, entre otras cuestiones, que no se protegía la casona ni se cumplía con las normas del código urbanístico. Las demandas fueron rechazadas en primera, segunda y tercera instancia.

Palacio Rocatagliata

Lo que continúa construyéndose hoy a paso firme son dos torres de 28 y 13 pisos para oficinas y departamentos desde 2 y 3 ambientes hasta 5 dormitorios con dependencia. Por delante se ubica el palacio, construido para la familia homónima a principios del 1900 por el arquitecto Francisco Gianotti, quien también ideó el emblemático café El Molino. Esta construcción, que será preservada y puesta en valor, se convertirá en un salón de eventos y restaurant, y será parte de los amenities del emprendimiento. “El objetivo siempre fue hacer un proyecto diferencial que tenga los matices de un country, pero en la altura y en la ciudad, próximo a los principales accesos y con un lote con salida a tres calles”, detallan desde el proyecto.

Sobre por qué eligieron contrastar el edificio con una construcción moderna, apuntan a que si bien el palacio es la estrella, las vistas abiertas y la comodidad de las unidades tienen más que ver con la vida de hoy. “La magia del proyecto es la combinación de las últimas tecnologías con la elegancia del palacio”, sintetizan.

Edificio Aberg Cobo

Un delicado equilibrio

La inmobiliaria Izrastzoff llevan algunos años comercializando este tipo de proyectos. Entre ellos, han vendido unidades en Casa Aberg Cobo, Arenales 1556 y San Isidro Loft. Consultados sobre qué creen que debe tener un emprendimiento de este calibre para garantizar la armonía entre tradición y modernidad, apuntan a una cierta percepción. “Parece una obviedad, pero no cualquier arquitecto tiene la sensibilidad para hacer una obra de este tipo con solvencia. Existe un gran número de aspectos a cuidar, como la armonía y las escalas establecidas entre los volúmenes, los materiales utilizados en lo agregado y el impacto en la disponibilidad de luz sobre el edificio original”, razona Iuri Izrastzoff, socio.

Edificio

A la vez, distingue este tipo de maridaje arquitectónico en lugar del intento por emular esas construcciones. “Ya no hay forma de replicar un estilo con la calidad de los materiales con los que se construyó hace 100 años. Y si fuera posible, no sería redituable económicamente”, apunta. Además, Izrastzoff entiende, casi desde un costado filosófico, que la arquitectura debe respetar el espíritu de su época. “Un arquitecto es una persona y un profesional que es convocado para aportar sus propios pensamientos, reflexiones e ideas. La imitación de estilos del pasado lo menoscabarían como profesional”.

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Vicky Guazzone di Passalacqua

Vicky Guazzone di Passalacqua

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