Thursday 2 de May, 2024

COSTUMBRES | 04-02-2024 13:13

Cómo sobrevivir a unas vacaciones con hijos, padres, primos y tíos

Los viajes en familia pueden ser inolvidables. Consejos y acuerdos para que todos se sientan bien y disfruten.

Cuando su mujer le preguntó a Bruno Márquez si quería irse de vacaciones con toda su familia política a Brasil, la primera reacción fue de rechazo. “Me parecía el anti programa”, confiesa riéndose. Pero conforme los planes se fueron armando, empezó a cambiar de idea. Sobre todo, porque veía muy entusiasmados a su esposa y sus dos hijos. Terminaron sumándose al viaje y viviendo 10 días para el recuerdo, en el mejor de los sentidos. Aunque hubo momentos de cansancio y alguna que otra pelea entre los más chicos, el balance final fue más que positivo. Tanto, que año por medio repiten y este 2024 están haciendo las valijas para partir a Garopaba.

Como él, son varios los que este verano decidieron embarcarse en vacaciones familiares que contemplan mucho más que el núcleo íntimo. Hermanos, padres, sobrinos, tíos y primos se aprestan a convivir en los más diversos paisajes. Y así se retorna una modalidad que, aunque hace algunas generaciones era más común, se fue perdiendo con el tiempo.

Valijas

Con libertad

Para Agustina B., viajar con sus padres siempre fue un gran plan. Lo hizo desde chica con su hermana y, cuando ambas se pusieron de novias, se sumaron los yernos. Hoy, que ambas tienen hijos, la invitación de sus padres es al clan completo y tratan de tener un viaje juntos por año. “Para mis papás es un gran disfrute poder viajar en familia, porque tienen tiempo para poder estar con sus nietos”, relata, y agrega que gracias a la generosidad de su padre han podido visitar destinos como Disney o el próximo, República Dominicana.

Después de tantos años haciéndolo, sin embargo, ha establecido algunos rituales para lograr un buen resultado. El primero es que ese viaje familiar no sean las únicas vacaciones del año. Trata de hacer también algún otro solo con su marido y sus hijos, para no perder la intimidad de la familia núcleo. La segunda clave es aprender a contemplar las rutinas de todos los integrantes. “Claro que hay rispideces, aunque antes había más. Entendimos, por ejemplo, que a mi papá le gusta hacer toda una ceremonia del desayuno, y con mi hermana somos más expeditivas. Pero nos fuimos acomodando y hoy si surge algún conflicto, en general, es solo por un malhumor puntual”, detalla.

La estrategia de Agustina va en línea con lo que recomienda la licenciada en Psicología y Psicopedagogía Viviana Kelmanowicz, quien sugiere estar atentos a los distintos ritmos de los integrantes, en especial si son de diferentes rangos etarios. “Puede haber adolescentes, niños, gente grande y no deberíamos pretender estar juntos todo el tiempo. Una buena pauta de convivencia es dar la libertad para que cada uno pueda hacer lo que prefiera y tener algunos espacios sagrados de encuentro, como la cena o el almuerzo”, puntualiza. Y en ese sentido, propone que una linda actividad de unión es que distintos grupos vayan turnándose para hacer una comida o algo especial para los otros.

Familia

Y en plan de otorgar libertad, quizás la opción elegida por Laura Rodríguez sea una de las mejores: con su familia decidieron celebrar Navidad en Bariloche junto a sus padres y hermanos (eran 11 más dos perros), pero cada grupo alquiló su propia casa y establecieron una como base central. Así, desde el hermano mayor con sus dos hijas adolescentes a los abuelos tenían su independencia para moverse a su ritmo y rutina. “Nuestra casa era el espacio de reunión. Ahí nos juntábamos para decidir el programa del día o para cocinar todos juntos. Y eso lo hizo más liviano para todos”, relata. De este modo, podían organizarse planes de a varios o solos, y nadie se sentía presionado. A la vez, pasar las fiestas juntos pero un lugar distinto le sacó la tensión que pueden tener esas fechas, en las que a veces quien oficia de anfitrión se termina estresando y surgen las peleas. “Fue una experiencia hermosa que pensamos repetir este año”, sintetiza Laura.

Reglas claras

Otro punto importante al irse de vacaciones en dulce montón es establecer algunas normas básicas. Por ejemplo, que no se puede entrar con arena en la casa o hacer ruido antes o después de determinada hora. “Aunque siempre debe haber flexibilidad, las reglas claras preservan la buena convivencia”, apunta Kelmanowicz. También es bueno anticiparse a ciertos conflictos que suelen reiterarse, como peleas entre hermanos o algunos miembros de la familia. “Al planificar un viaje así uno suele ilusionarse con que todo va a salir bárbaro, y aunque está bien mantener esa ilusión, deseo e intención, también hay que visualizar ciertas dificultades para poder prevenirlas”, advierte la experta.

Para Millie Gianella Bourdieu, la clave es irse con gente “convivible”. Es decir, que se puedan adaptar a los diferentes panoramas sin conflictos. “Creo que la principal regla es la paz, el amor y el respeto. Después, a manejarse con flexibilidad en tanto no se altere el ritmo del resto. El tema es amoldarse, pasarla bien y cuidar que los otros también la pasen bien”, relata. Tras viajar en familia extendida en varias oportunidades, también recomienda criterio para no incomodar a nadie con los gastos y las compras, un tema que puede ser delicado.

Chicos

Así lo vivió Martín Castagno, que luego de pasar los primeros días con sus primos y hermanos en la Patagonia decidió que sería importante poner un presupuesto estimado para no incurrir en excesos que después le costaría pagar. “Tomar vinos buenos todas las noches tenía su precio, e implicaba que quizás después no podía hacer determinada excursión. Me pareció vital marcarlo para que entendieran que no lo hacía de mala onda, sino para poder seguir disfrutando el resto de las vacaciones”, relata.

La psicóloga y autora de “Recalculando: a ser adulto también se aprende”, Silvana Weckesser, hace énfasis en la importancia de este consenso. “A veces uno elige el destino pero no averigua cuánto puede salir vivir una vez allí, y luego la situación se puede complicar. Hay que tener presupuestos más o menos claros para evitar ciertas tensiones financieras que pueden arruinar el viaje”, destaca. Por eso, recomienda hacer una reunión previa para conversar las expectativas en cuanto al lugar al que se va, el alojamiento y las actividades. También, pensar itinerarios flexibles, que se adapten a los diferentes gustos y edades. “Si, por ejemplo, se organiza un trekking y hay personas mayores en el grupo, es bueno conversarlo antes para que no se sientan excluidas”, sugiere.

Y por sobre todas las cosas, la especialista recomienda una regla vital: la conversación abierta. Que se pueda hablar de lo que se espera del viaje y de qué hará cada uno para que todos disfruten. Es la base para una convivencia exitosa y una experiencia que pueda recordarse siempre con alegría.

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Vicky Guazzone di Passalacqua

Vicky Guazzone di Passalacqua

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