Los argentinos consumen solamente entre 5 y 7 kg de pescado al año per cápita, lo que equivale a consumir menos de 100 gramos de un filete por semana. Según datos de la Food Agriculture Organization (FAO), es un 30% menos en comparación con el resto de Latinoamérica. En el país se producen 750.000 toneladas de productos marinos y 40.000 toneladas de origen continental. Por eso, se trata de un país en el que el pescado es de fácil accesibilidad.
Durante Semana Santa, una de las fiestas católicas más importantes, la abstinencia de carnes rojas y su reemplazo por el pescado es uno de los rituales que más se destacan. Sin embargo, no se trata de un hábito constante y una de las principales razones es por falta de costumbre. También el hecho de ser, por excelencia, un país productor de carne vacuna, hace que los productos provenientes de las extensas costas no tengan, muchas veces, adecuada promoción.
En los hipermercados, esta semana, se largaron los precios de los productos marítimos apuntando al consumo en Pascuas. En ese aspecto, los mariscos siguen siendo las estrellas para la semana festiva. Barbechos pelados, navajuelas chilenas, mejillones pelados y algunas variedades mezcladas, están a un valor estimado de tres mil pesos el kilo. Sin embargo, los que vienen en paquetes de 500 gramos rondan la mitad del valor.
Por supuesto, estos ingredientes son los más elegidos para paellas y cazuelas, pero el más costoso en ese rubro es el pulpo. El octópodo tiene un costo cercano a los nueve mil pesos el kilo, una cifra que condiciona la elaboración de ciertos platos españoles clásicos para estas fechas, como el reconocido pulpo a la gallega.
Otro de los buscados es el langostino, con sus diversas variantes, el producto marítimo, es uno de los más solicitados. Enteros y crudos se encuentran a un valor estimativo de tres mil pesos, mientras que pelado el precio se incrementa a casi cinco mil pesos en la mayoría de los comercios.
En general, lo más económico son los productos marítimos procesados. Los kani kama, las varitas de surimi, los anillos y palitos de pescado, rondan los mil pesos, la unidad del paquete. Dependiendo la promoción vigente de la cadena, estos comestibles son los más baratos y de más amplia oferta.
El caso contrario se puede ver en ciertos cortes de pescados. El filete de salmón rosado entero y el de trucha congelada se encuentra alrededor de los seis mil a ocho mil pesos el kilo. En ese aspecto, otros peces son más amables en el valor del kilo: la carpa está 700 pesos, el sábalo en 1000 pesos y el pejerrey en 1200 pesos. En algunos lugares, la merluza rebosada lista para freír se llega a ofrecer a mil pesos el kilo.
Así y todo, para muchos consumidores, el pescado es una carne que pocos saben cómo prepararla ni con qué alimentos combinarla, generalmente porque se desconocen todas sus variedades. Además, se asocia la comida solamente con el placer y no en relación con los nutrientes que el cuerpo necesita.
La recomendación de médicos y nutricionistas es incorporarlo en la dieta diaria al menos dos veces por semana, ya que se trata de un alimento muy rico en proteínas, vitaminas, minerales y ácidos grasos. Por otro lado, el pescado presenta menos colágeno que otras carnes, particularidad que lo vuelve más tierno y de fácil digestión.
“Toda alimentación saludable tiene que ser variada para asegurarnos el mayor aporte posible de diferentes nutrientes. Por eso, más que aumentar el consumo del pescado en Semana Santa, es conveniente distribuir en proporciones equilibradas su ingesta a lo largo de todo el año”, explica la Licenciada en Nutrición Luciana Paduano, Gerente de Medical Marketing del laboratorio ENA.
Aporta principalmente los ácidos grasos esenciales que no están presentes en otros productos naturales. Estos ácidos grasos Omega 3, otorgan un efecto protector o preventivo para patologías cardíacas, elevan el nivel de colesterol bueno, regulan el nivel de lípidos en sangre y reducen la presión arterial. Además, colaboran con el desarrollo neurológico, lo que lo hace un nutriente esencial para el adecuado desarrollo del cerebro y del resto del sistema nervioso de los niños y disminuyen el riesgo de enfermedades neurológicas como la depresión o el Alzheimer.
Considerada una de las dietas más saludables, la dieta mediterránea se compone de cereales integrales como pan, pasta, arroz y vegetales crudos y cocidos que deberían estar presentes en las dos comidas principales del día. La particularidad que tiene este tipo de alimentación es el tipo de grasas que se consumen dónde se incluyen el aceite de oliva, el alto consumo de pescados y de frutos secos. Otras características de la dieta mediterránea son: el consumo de alimentos poco procesados, poca ingesta de carne roja, platos de pescado en abundancia, comidas acompañadas de derivados lácteos, fruta de estación y abundante agua.
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