Si Instagram hubiese existido en tiempos de Lassie, Beethoven o Rin Tin Tin, lo más seguro es que hubiesen sido “dogfluencers”. Porque así como lo hicieron estas estrellas del cine y la televisión, hoy una selecta camada de perros cautiva a través de las redes, cosechando likes, comentarios y miles de seguidores en cuentas propias. Son los influencers perrunos, lanzados a la popularidad tanto por dueños orgullosos de sus mascotas, como por celebridades cuya fama incluso ha alcanzado a sus compañeros animales. Atentos, sus fans festejan cada truco, look y gracia, acrecentando una notoriedad que incluso puede reportar canjes y ganancias en publicidad.
Influencers internacionales
Los hay de raza y flojos de papeles, pero entre los primeros hay algunos específicos que suben más fácilmente al podio. A saber: salchicha, bulldog francés y pug son los más aplaudidos. Así lo ejemplifica bien Doug the Pug (@itsdougthepug), con 3,9 millones de seguidores y que recientemente ha logrado el hito de ser la voz del perro en el éxito de Netflix “La Familia Mitchell vs. Las Máquinas”. También fue dos veces ganador del premio People’s Choice Award y atesora fotos con las más reconocidas celebrities, desde Dolly Parton y Beyoncé a Katy Perry y Shakira. Pero no todo es frivolidad: su enorme caudal de seguidores le permitió a sus humanos crear la Doug the Pug Foundation, desde la que realizan acciones benéficas para niños con cáncer y otras enfermedades, que comienzan con visitas de Doug a los hospitales pero siguen luego asistiendo en otras necesidades. “Recibimos una abrumadora cantidad de mensajes de chicos que cuentan que las fotos y videos de Doug los ayudan a sobrellevar sus malos días”, relatan Leslie y Robert Mosier, sus padres humanos.
Otro perrito de gran corazón es Crusoe, un salchicha color negro y fuego que cuenta con 824.000 seguidores en @crusoe_dachshund que viven pendientes de sus increíbles videos navegando, cocinando o con ingeniosos disfraces. Y a sus negocios como creador de rampas para perros (especialmente necesarias para los salchichas, una raza que debe cuidar mucho su columna) y sus alianzas como imagen de diferentes marcas le sumó en el último tiempo The Crusoe Fund, nacida a partir de una operación que el propio Crusoe debió vivir para extirparle su vesícula. Esta sucedió en Cornell University y allí es adonde van los fondos recolectados hoy, en pos de poder colaborar con más investigaciones y equipamiento veterinario.
También están aquellos que encontraron un nicho para su contenido. Como Popeye (@popeyethefoodie), cuyos 407.000 seguidores leen sus reseñas sobre restaurantes pet friendly de Estados Unidos, apreciando sus fotos tiernas y simpáticas pero además tomando nota de las recomendaciones de lugares. Antiguamente un perrito de la calle, hoy luce como recién salido de la peluquería 24/7, el look ideal para acompañar a su dueño por las más variadas propuestas gourmet.
Y un destino similar logró Chichi, una mestiza con aires de pug a la que un veterinario con intuición salvó de ser sacrificada luego de un accidente de tránsito, y que encontró una nueva vida con una pata menos pero mucho amor, en manos de una humana con la que lleva recorridos más de 100 países. Todo puede verse en @eldiariodechichi, donde esta perrita posa con total desparpajo en los más increíbles paisajes, desde la nieve de Nueva York a las calles atiborradas de Casablanca. Con casi 28.000 seguidores, su gran diferencial es sobre todo el humor que su dueña le pone a sus posteos e historias, sin miedo al ridículo y haciendo de Chichi un personaje que va mucho más allá de la ternura.
Influencers locales
Los exponentes locales de este fenómeno, la mayoría de las veces, vienen traccionados por la fama de sus dueños. Son tantas las preguntas y likes que reciben cuando posan con ellos que han decidido abrirles sus propias cuentas y así dejarlos ser protagonistas.
Bautizado en honor a Bob Dylan, el cantante favorito de su dueño, el perro del presidente Alberto Fernández se presenta en Instagram como “un collie nacional y popular”. Aunque su privilegio de hijo presidencial lo ha llevado a andar en helicóptero, bañarse en el mar de Chapadmalal y vivir en la Quinta de Olivos. Con 274.000 seguidores, el amor que le profesan parece superar cualquier grieta, aunque hay quienes comentan que aún no tiene foto en el sillón de Rivadavia como supo tener Balcarce, el perro de Mauricio Macri.
También de pedigree, Hannibal (@hanniballebrelmf), el perro del asesor de moda Fabián Medina Flores, se pasea por las redes ostentando su linaje de lebrel o galgo italiano, una raza muy poco vista en el país. Invitado recurrente de “La jaula de la moda”, el programa que su dueño co-conduce, no lo amedrentan las luces de estudio ni los flashes, y suele posar con Fabián en las notas que da. Incluso tiene su propio retrato con uniforme de militar de alto rango creado por el artista Lisandro Guma.
Ita podrá ser una mestiza, pero su dueña, la modelo, actriz y conductora Liz Solari, la ungió como princesa en Instagram, en la cuenta @itatheprincess. Encontrada en un campo en la Puglia, Italia, pasó de perrita vagabunda a la realeza de la farándula en cuestión de días. “Si me preguntan, es una mezcla de terrier con salchicha pelo duro”, arriesgó alguna vez Liz. Con sus orejas enormes que la hacen parecer emparentada con algún conejo, es puro glamour en sus fotos alrededor del mundo, parte de las travesías en las que acompaña a su humana. En avión, tren o auto, a Ita le alcanza mirar de reojo para lograr likes a montones.
Y sin dueño famoso pero con premios en su haber, Mirko (@mirko.salchi) es un arlequín mini que el año pasado ganó el concurso “Dog Model 2020”. Aún cachorro, seduce con sus looks con sweaters, sus ojos celestes y su pose de cabecita ladeada. Y tal cual el hijo de Marley, otro rey indiscutido de las redes con el que comparte nombre, sus adeptos no hacen más que crecer, tal como las marcas que lo convocan para lucir sus accesorios para mascotas.
Por qué los perros son influencers
Estas cuentas compiten cabeza a cabeza con las de bebés y niños, que suelen despertar similares reacciones de simpatía y ternura. Sin embargo, son los perros los que se llevan más likes. Según Popi Dougall, cocreadora de la revista especializada OhMyDog, los motivos son varios. “Por lo general, las cuentas de los perros están abiertas y las ven más personas, mientras que las de niños están resguardadas para protegerlos. Así, el alcance es a nivel mundial, y si el perfil es muy bueno lo siguen desde cualquier punto del planeta”, sostiene. Además, cuenta que cada raza suele tener su grupo de fanáticos que forma comunidad. “También pasa si no son de raza”, apunta. En este camino, en la revista suelen elegir en cada edición la cuenta de algún perro y catalogarlo como el “dogfluencer del mes”. “Tenemos la suerte de que cada vez hay más cuentas para elegir, con fotos de buena calidad y mucha ocurrencia”, sostiene.
Otra razón detrás del fenómeno tiene que ver con el enorme “engagement” que estos animales pueden generar. Capaces de llegar a la audiencia estableciendo una conexión emocional, son un caballo de Troya perfecto para la publicidad. De hecho, puede que hasta dé más pena dejar de seguir a un perro que a una persona. Según la plataforma de marketing digital Coobis, el atractivo de los animales es que no pueden evitar ser auténticos, ya que no saben fingir. “Son lo que son; criaturas nobles y amorosas”, relatan, y así es como logran que se baje la guardia y el anuncio llegue al potencial consumidor. Por eso los de cuentas más logradas no solo promocionan collares y comida para perros, sino también viajes, ropa de lujo (para humanos) y videojuegos. Además, este tipo de contenido es fácil de viralizar debido a la enorme participación que provocan.
“Una cuenta de un perro influencer muy bien llevada y tomada casi como un trabajo estable puede ser rentable, pero la realidad es que son muy pocas las que lo logran, por lo menos en la Argentina”, apunta Dougall. Según un estudio de hace unos años, el país poseía la mayor cantidad de mascotas por habitante en el mundo. Puede, entonces, que ese panorama no esté tan lejos.
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