Así como la mayoría tiene un médico de cabecera al que recurre para sus chequeos anuales y toda vez que siente alguna dolencia, puede que en el futuro cada quien tenga su “health coach” personal. En tiempos en los que la búsqueda del bienestar parece estar en boca de todos pero no son tantos los que realmente lo alcanzan, esta profesión es una novedad que crece a pasos agigantados, tanto en expertos como en pacientes. No son médicos sino una suerte de personal trainers pero del cuidado integral de cuerpo y mente, que se plantea como un soporte de los tratamientos recomendados por los profesionales. Esta nueva carrera comenzó en los Estados Unidos pero pronto llegó a la Argentina, y hoy son varios los referentes locales que despliegan sus conocimientos en redes, cursos y asesoría personal.
Somos únicos. La primera gran premisa de este fenómeno es que cada persona es única. Así, no hay un método concreto que pueda aplicarse a todos en pos de una vida equilibrada, sino que cada quien deberá buscar el propio a partir de lo que esta disciplina llama “bio-individualidad”. Y allí es donde entra el health coach a balancear relaciones, espiritualidad, actividad física y trabajo con alimentación, o “nutrición primaria y secundaria”. “Nuestro enfoque es holístico e integral, porque sabemos que somos un todo, y por más de que comamos 100% orgánico y natural, si tenemos estrés o una relación tóxica, eso impactará en nuestra salud y bienestar”, describe Loli Alliati, quien abrazó esta profesión tras años de rotar por médicos en busca de corregir sus permanentes dolores de panza, ajenos a la celiaquía.
Puede que en el futuro cada quien tenga su “health coach” personal.
“Hasta que investigando por mi cuenta me crucé con una health coach que hablaba de alimentación natural, y tomé consciencia de que los alimentos que consumía a diario no eran tan sanos como creía, y de que mi cuerpo me estaba enviando señales”, cuenta. Su cambio fue tan rotundo que también le despertó la necesidad de transmitirlo a otros, y decidió formarse ella misma como health coach en un instituto de Nueva York. Desde entonces, en sus redes y blog comparte tips, herramientas y recetas para informar y generar consciencia en temas de alimentación y desarrollo personal, al tiempo que ofrece programas online y cursos en los que brinda metodologías detalladas para trabajar temas puntuales.
Otra gran premisa de esta disciplina es la búsqueda de hábitos saludables que puedan mantenerse en el tiempo, tanto de alimentación como de vínculos y estilo de vida. En esto hace foco Sofía Labougle, que se formó en el Institute for Integrative Nutrition de Nueva York y asimismo estudió cocina con Máximo Cabrera y Alex Von Foerster. “Mi propósito es ayudar a sanar a través de la alimentación creando hábitos saludables a largo plazo. Ayudar a ser cada vez más conscientes de los alimentos que consumimos para poder hacer cambios diarios que nos lleven hacia una alimentación más saludable y nutritiva. Re-aprender a alimentarnos”, apunta, subrayando que estos nuevos hábitos deben ser fáciles y no complicarnos la vida (caso contrario, no se sostendrán). Provee este fomento a volver a conectarse con el alimento a través de coaching online o presencial, clases de cocina, talleres y charlas para empresas y escuelas, asesoría a mercados, dietéticas y restaurantes y venta de guías y recetarios en PDF. Y entre las dudas más comunes de sus seguidores resalta cómo organizarse con las comidas a través del menú y la planificación semanal, cómo hacer que los chicos coman casero y menos procesado e informarse sobre técnicas de cocción, en especial sobre los alimentos fermentados y los probióticos, dos temas muy en boga en el mundo natural.
En tiempos de revolución y cambio de paradigmas, estos guías cobran más relevancia que nunca.
El complemento perfecto. En tiempos de revolución y cambio de paradigmas, estos guías cobran más relevancia que nunca. “Es clave encontrar el equilibrio y la paz en momentos tan conflictivos como estos. La vida es un gran círculo donde todo está conectado, por lo que debemos trabajar el balance físico y mental de cada paciente”, describe Stephie Bacque, health coach también formada en el Institute for Integrative Nutrition, con cursos en su haber de ayunoterapia, detox celular que actualmente realiza un master con el Mario García, especialista en medicina biológica. Contrariamente a lo que hubiera pensado en este panorama de pandemia y crisis, asegura que la demanda de sus servicios creció, con pacientes que solicitan desde planes de alimentación y manejo de ansiedad hasta apoyo por inseguridades, toma de decisiones y manejo de angustias.
Para ella, la clave es acompañar a cada persona en su camino personal y ser testigo del cambio de hábitos y la evolución hacia una vida más saludable, aunque siempre pidiendo que el médico de cabecera también esté al tanto de todo. “Derivo siempre al paciente en caso de que necesite algo en lo que no esté certificada”, aclara, echando luz sobre un punto clave de este tipo de profesiones que a veces son cuestionadas por los médicos. “Nosotros acompañamos al paciente con terapias holísticas, logrando una perspectiva distinta y ayudando a crear nuevos hábitos de vida. Un health coach es diferente a un médico, es un complemento y un acompañante en el que podés confiar tu vida”, apunta.
Un health coach es diferente a un médico, es un complemento y un acompañante en el que podés confiar tu vida.
En muchos casos, la inmersión en esta profesión tiene que ver con una búsqueda personal, tal como relató Loli Alliati. Y tal como le sucedió a Piqui Méndez, quien pasó mucho tiempo sufriendo de gastritis crónica e insomnio, y probando todo tipo de recursos de la medicina tradicional y alternativa. “De todo eso fui aprendiendo y llevándome lo que me servía, y el click lo hice con la alimentación”, relata. A partir de una dieta estricta, notó que sus síntomas cedían, y aunque con el tiempo se liberó de esa rigidez, sí mantuvo las premisas de alimentación consciente, eliminando procesados y cocinando ella misma casi todo lo que consumía. “Fui incorporando nuevos hábitos y sabores e identificando cómo la alimentación no solo repercute en lo físico, sino también en lo emocional”, ilustra. En ese camino, no pasó mucho hasta que descubrió el Health Coaching y se certificó en Integrative Nutrition.
Hoy su mayor interés reside en ese enfoque holístico que no se fija solo en la alimentación, sino que intenta conocer a fondo a esa persona para encontrar el modo que mejor le siente. “Mi programa ‘estrella’ consiste en un acompañamiento a lo largo de seis meses. Es 100% transformador, porque trabajamos juntos en mejorar el estilo de vida, derribar las barreras que no le permiten cumplir sus metas y elaborar juntos las estrategias para generar el cambio y mantenerlo. A través de información, pero sobre todo consciencia”, detalla. A la vez, ofrece programas puntuales de alimentación, clases de cocina, sesiones individuales, talleres y charlas en empresas. Y en esta cuarentena le llamó la atención lo mucho que se demandó el coaching para parejas. “Este tiempo nos hizo replantear hábitos, modificar estructuras y patrones de comportamiento. Creo que es el momento ideal para cambiar la forma en la que venimos haciendo las cosas”, alienta.
En un mundo en el que cada vez vivimos más años, la calidad de vida se torna un punto clave. Por eso, no está mal pensar en ésta como una de las profesiones del futuro. “No se trata de vivir más años, sino de llegar a una mayor edad con la mejor salud y vitalidad posible. Y para eso debemos trabajar en hábitos saludables que fortalezcan nuestro cuerpo y mente. Acá es donde nuestro trabajo es fundamental”, sintetiza Alliati. Trabajar para un presente pleno es la mejor forma de asegurarse un futuro feliz.
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