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COSTUMBRES | 26-05-2020 13:57

¿Vivimos un "burn out" digital?

Cada vez es más difícil hacer un uso racional de las nuevas herramientas de comunicación. Los nuevos miedos y fobias. Los recursos para no llegar a la adicción.

Sin lugar a dudas, la tecnología ha facilitado nuestra vida, y hoy en plena cuarentena se ha decretado tácitamente su ESENCIALIDAD. Vivimos, nos educamos, socializamos, trabajamos, nos enamoramos e innovamos por y a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, las TIC. El Covid 19, ha acelerado nuestra digitalización y de repente todos y cada uno somos usuarios con mayor o menor experiencia del protagonista de nuestra existencia, la TELEMÁTICA. Inmersos en esta nueva sociología que tiene en cuenta las relaciones entre lo tecnológico y lo social, navegamos a veces sin red, por este nuevo modelo de sociedad que en algún punto se esclaviza y somete a un medio que sin embargo debiera ser sólo su herramienta.

A mayor uso de la tecnología mayor riesgo de adicción. Ciertamente las TIC encienden en nuestro cerebro la promesa de placer, el sistema de recompensa cerebral, consistente en un conjunto de estructuras que mediante estímulos nos hace sentir bien. La tecnología es una droga sin sustancia, que provoca la estimulación de conexiones neuronales que liberan neurotransmisores responsables de sensaciones placenteras como la dopamina y la oxitocina. Por eso repetimos los comportamientos en una búsqueda patológica de recompensa y somos dependientes de la tecnología, sufrimos “nomofobia”, (“no mobile phone fobia” o terror a olvidar el dispositivo tecnológico o a estar desconectado) y toda nuestra vida gira en torno a las TIC.

Mientras el número de usuarios de redes sociales sigue creciendo, seducidos por los atributos de inmediatez, proximidad, globalización, deslocalización, atractivo visual y auditivo, la conducta sobre la que se pierde el control con promesas de convertirse en refugio contra el aislamiento se instala. La adicción provoca un modo sistemático de alivio para el malestar emocional (aburrimiento, nerviosismo, rabia, soledad, ansiedad) porque se apodera de los centros del cerebro a la espera de la sensación de “sentirse bien”. En el plano laboral, este sometimiento ilimitado a las TIC tiene un diagnóstico certero: el burn out digital.

Por primera vez, el 25 de mayo del 2019, los Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reunidos en Ginebra, incluyeron el ‘burnout’ o síndrome del trabajador quemado, en su clasificación de enfermedades asegurándose la vigencia a partir del 1 de enero de 2022. Fue arduo el debate, para que finalmente fuera reconocido dentro del catálogo de enfermedades y lesiones, el nomenclador ICD-11. Pero, ¿qué es el “burn out”? Es un trastorno de origen emocional, con implicaciones psicológicas y físicas, causado por altos niveles de estrés sufridos de forma prolongada en el ambiente laboral, por eso, recibe el código QD85. Se describe como "un síndrome resultante del estrés crónico en el trabajo que no ha sido gestionado con éxito". Cuando el medio causante del estrés es la tecnología, se trata del burn out digital y se caracteriza por cuatro elementos: sentimiento de agotamiento, cinismo o sentimientos negativos relacionados con el trabajo, menor rendimiento profesional y una dependencia psicológica a las TIC.

Es importante recorrer su historia para llegar a la consecuencia de hoy: JOMO, “Joy of missing out” (“la alegría de desconectarse”). Desde la sobre estimulación metropolitana, la neurastenia, de principios del Siglo XX resultado de la Revolución Industrial, con turnos de 16 horas que eran la normalidad en las fábricas, hasta la digitalización del Siglo XXI. Todo es posible en el menor tiempo, siempre disponibles, enroscados en la espiral de la auto-optimización y la reacción final de nuestro cuerpo: agotamiento, hartazgo, desorientación. El “burn out digital” producto del FOMO, “Fear of missing out” (miedo a quedarse fuera del mundo tecnológico), nos empuja a la servidumbre tecnológica, anulando nuestra singularidad provocada ciertamente por un falso anonimato global.

Saldremos del coronavirus, pero con alto riesgo de tener un cerebro quemado e intranquilidad emocional. Es fundamental entrenarnos en la gestión de las emociones y hacerlo con un método, con un sistema que además asegure el derecho a la desconexión. Las claves son:

Autoconocimiento: es necesario conocerse para luego también conocer a los demás, de lo contrario el trabajo en equipo y colaborativo es imposible.

Práctica: integración de técnicas de respiración, meditación, yoga, mindfulness, programación neurolingüística y pensamiento lateral, para crear hábito.

Entrenamiento del cerebro: para establecer atajos mentales que nos permitan desconectarnos de la tecnología, prevenir su adicción dando herramientas.


 

Dra. Viviana Laura Diaz

Cofundadora y Directora Académica de GNT Mentoría Neurodigital

www.metodognt.com. Coordinadora TCR USUARIA

Autora de " Teletrabajo y Neurotecnología: guía imprescindible para gestionar el Trabajo 4.O".

 

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