Todas las actividades y producciones relacionadas con la cultura sufrieron particularmente durante este irregular 2020. Por el aislamiento obligatorio se cerraron salas teatrales, museos y galerías de arte. Se suspendieron eventos emblemáticos, como la Feria del Libro y ArteBa y festivales literarios, teatrales y musicales. Los artistas encendieron muy pronto la voz de alarma, alertando sobre las enormes dificultades económicas que atravesaría el sector. Y pese a que se articularon ayudas, becas, créditos y subsidios de parte del gobierno nacional y gobiernos provinciales, el balance final del año sigue siendo el de un período en el que la cultura toda sufrió la mayor pérdida económica de su historia.
Puestos a buscar un costado positivo para esta gran tragedia mundial y sus efectos sobre la producción cultural, hay que resaltar la gran demanda por parte de la poblacion de libros, películas, series y toda clase de obras de arte, vía internet. El uso de la web para acceder a los consumos culturales se multiplicó y obligó a las instituciones a pensar nuevas maneras de acercar al público sus actividades. En una charla, hacia mitad de año, de las autoridades de museos locales con el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, que había pasado unos meses antes por el “lockdown”, Falomir explicaba justamente esto: el área de internet era importante para el museo, pero la pandemia resaltó cuán crucial era una estrategia online para cualquier institución cultural.
A contrareloj, a demanda, se construyó en 2020 una oferta en la web de calidad, para satisfacer las necesidades de millones de usuarios en sus hogares, ávidos de escuchar, escribir y participar.
Desde el Mundial de escritura, exitosísimo, hasta Feria del Libro online o Filba, el festival internacional de literatura o el Festival de Cine de Mar del Plata, pasando por visitas guiadas en los museos, conciertos por streaming de las orquestas nacionales y proyectos teatrales pensados para ver en la computadora, todos intentaron adaptarse a las nuevas condiciones. Las editoriales subieron a las redes miles de libros gratuitos y las salas teatrales, como el Teatro Colón, desempolvaron los mejor de sus archivos. Las charlas y cursos online fueron lo mejor del año, porque al no tener que solventar pasajes o compatibilizar agendas, fue más fácil acercar al público local a estrellas internacionales de la cultura de todos los rubros.
Los cursos merecen un capítulo aparte, porque al poder estudiar en casa con el tiempo ganado a los viajes por la ciudad o acceder a un contenido, por ejemplo en otro país, inaccesible antes en forma física, mucha gente se tentó con iniciar un seminario o carrera siempre aplazado por falta de tiempo o acceso al contenido.
En resumen, en medio de la dificultad general, de la angustia y la incertidumbre, la cultura (tan necesitada) logró abrirse un camino hasta el público, y ganar para el futuro un modo de comunicar vía internet en el que, seguramente, crecerá en precisión y recursos.
2020 se va con dolor, pero también con aprendizajes esenciales para todos.
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