Desde sus columnas, cada semana, interviene activamente en el debate sobre la realidad nacional y es una de las voces más escuchadas. Tiene admiradores fervientes y detractores feroces, que inundan las redes para aplaudirla o atacarla, después de cada una de sus declaraciones. Beatriz Sarlo, a sus 80 años (recién cumplidos el 31 de marzo), es una de las intelectuales más conocidas de la Argentina, capaz de leer en clave social y política cualquier situación cotidiana, desde la pandemia hasta el lenguaje inclusivo.
Lo que pocos saben es que Sarlo, además, es una de las especialistas en literatura argentina más importantes del país. No sólo tuvo a su cargo la cátedra correspondiente a esta materia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, durante 20 años, si no que además fue un referente fundamental en la formación intelectual de muchísimos argentinos.
Con el título “Clases de literatura argentina”, la editorial Siglo XXI acaba de editar un libro que reúne las clases que Sarlo dictó entre 1984 y 1988, cuando la UBA ingresaba en uno de sus momentos más brillantes, después de la noche de la dictadura. Este libro fue el puntapie inicial para una larga charla con NOTICIAS, en la que indagamos en la zona menos conocida del pensamiento de Beatriz Sarlo; en su historia, su formación, sus autores favoritos y las razones por las que los medios le ganaron a la actividad académica en sus preferencias laborales.
NOTICIAS: ¿Cómo fue el contexto en el que dictó estas clases que hoy se editan, como titular de Literatura Argentina?
Beatriz Sarlo: Volví a la universidad exactamente 18 años después de haberme ido. Me había graduado en 1966, era ayudante de primera categoría de latín. Vino el golpe de estado (que derrocó a Arturo Illia) y para personas como yo la universidad quedó cerrada. Ni siquera entraba a la biblioteca. Volví en el '83, como titular de cátedra. Como yo, muchos pasamos en línea directa de ayudantes a titulares de cátedra. Suelo reirme con mis amigos norteamericanos o ingleses porque ven que el mío es un currículum inverosímil, que solamente puede suceder en países que han vivido la experiencia argentina. Lo que recuerdo perfectamente es que el primer día que volvimos a dar clases estábamos aterrorizados.
NOTICIAS: ¿Cómo fue su formación en esos años, por fuera de la universidad?
Sarlo: Leyendo la bibliografía. Mi formación es un trípode de Roland Barthes, Raymond Williams y Pierre Bourdieu. Y me formé sola. O en diálogo con quienes fueron mis estudiantes en los grupos de estudio de la dictadura. Y la gente de la revista “Punto de Vista” (que Beatriz Sarlo creó y dirigió), que fue importantísima en mi vida. Carlos Altamirano, Teresa Gramuglio y Hugo Vezzetti. “Punto de vista” empezó a salir en 1978 porque pensamos que se había cumplido un período en el que ya podíamos arriesgarnos. Yo la repartía con una bolsa. Teníamos un auxilio económico que venía de otro partido marxista-leninista, pro chino, que era Vanguardia Comunista. Pero, materialmente, la hacíamos nosotros.
NOTICIAS: ¿Dónde militaba usted en el momento del golpe de estado?
Sarlo: En el Partido Comunista Revolucionario, pero estaba pensando en abandonarlo por fuertes disensiones políticas. Y lo abandoné a los pocos meses. Haber sido militante es algo que te marca.
NOTICIAS: ¿Dónde trabajaba para vivir?
Sarlo: En el Centro Editor de América Latina. Boris Spivakow (dueño de la editorial) se esforzó por emplear a todos los que no podíamos tener trabajo en otro lugar. Nos dio colecciones para dirigir. Y, aunque pagaba poco, pagaba y defendía a sus empleados. Y era un lugar donde todos éramos amigos.
NOTICIAS: Volviendo a sus clases, qué lugar ocupaba Borges dentro de la literatura argentina en ese tiempo y cuál era la situación de las lecturas internacionales de su obra.
Sarlo: A principios de los '80, Borges era el único argentino que estaba en las librerías europeas. En París, una importante revista francesa, ya le había dedicado un número especial. Pero todavía no era la bandera argentina de la literatura.
NOTICIAS: ¿Y qué representa Borges para los autores actuales?
Sarlo: No siento su presencia estética en los escritores actuales. Ha habido un surgimiento de una literatura más referencial, más representativa, que no necesita de Borges para escribirse. Doy por descontado y podría jurarlo, que todos los que escriben en la Argentina han leído a Borges, pero no es la figura que marca un camino.
NOTICIAS: ¿Es Rodolfo Walsh el autor que mejor se comunica con el presente?
Sarlo: Sin duda, Walsh hizo algo por primera vez y sin proponérselo, porque ahí estuvo su talento. Una cruza de periodismo y representación, que toca algunos procedimientos ficcionales, narrativos y de construcción de personajes. Lo hizo en “Operación masacre”. El nuevo periodismo argentino nace en “Operación Masacre”.
NOTICIAS: ¿Y Juan José Saer?
Sarlo: Saer es central para los escritores y los críticos, no sé si es central para un gran público. A él le hubiera encantado vender muchos ejemplares, pero me parece que no los vendió.
NOTICIAS: Tal vez porque es un escritor difícil.
Sarlo: Hay varios tipos de lectores. Hay un tipo de lector que una vez que atraviesa el primer obstáculo, se da cuenta de que entra a relacionarse con una materia que no va a encontrar en ninguna otra parte. Si atraviesa la novela de Saer “Nadie, nada, nunca” o empieza por lo más sencillo, “Responso”, se encuentra con un gran escritor. Para mí, es el mayor escritor posterior a Borges, en la segunda mitad del siglo XX. Es como el primer esfuerzo de un entrenamiento deportivo. El tema es cuánto tiempo estás dispuesto a poner para establecer una relación con la página de un libro. El bestseller no te pide nada, es generosísimo. Respeto mucho a los que escriben y leen bestsellers. Pero, ¿cuánto tiempo estás dispuesto a dar para leer el “Tema del traidor y del héroe” de Borges? En ese cuento, si no estás dispuesto a darle mucho tiempo, a pensar, darle vueltas, ver si entendiste, explorar todas las relaciones contradictorias, no llegás a establecer una relación.
NOTICIAS: ¿Qué objeciones le han hecho cómo crítica literaria?
Sarlo: Me han criticado haber montado el “operativo Saer”. Poner en evidencia, en la revista “Punto de Vista”, que ahí teníamos a un gran escritor que había sido pasado por alto por la crítica culta académica y por el mercado. Me enorgullezco por eso.
NOTICIAS: ¿Por qué se decide a abandonar su cátedra?
Sarlo: Lo decidí cuando cumplí 20 años. Entré en el '83 y me fui en el 2003.
NOTICIAS: ¿Y cuándo empieza a trabajar con más continuidad en los medios?
Sarlo: Siempre estuve tironeada; por la política, por la literatura, por el cine y, sin duda, por el periodismo, por escribir de una manera que llegara a más gente que un libro de crítica literaria. Te cuento una anécdota de alguien que lo vio antes que yo. En 1983 recibí un llamado sorprendente de Jacobo Timerman. Hasta ese momento yo solo había escrito alguna notita en Clarín, después de terminada la dictadura, y hacía “Punto de Vista”. Me preguntó qué estaba haciendo y yo le conté que estaba muy contenta porque había entrado a la Universidad de Buenos Aires. Él me contestó: “Yo arreglo con Delich que no vas más y te venís a trabajar conmigo” (Francisco Delich era entonces rector de la UBA). Ese fue el momento en que mi destino habría podido dar una voltereta. Le dije que no.
NOTICIAS: ¿Le afecta que mucha gente ignore lo importante que es su carrera académica ?
Sarlo: No. Recibo tantos insultos desde que las redes sociales se instalaron, que si alguien me dice que le gustan mis zapatos me hace el día. Cuando te convertís en una figura pública tenés que blindarte. Alguna vez habría que cruzar ese insulto cotidiano que recibo por la ideología que me atribuyen, con mi carácter de mujer. Y de mujer que no reclama ese carácter. Esa fue una forma del feminismo muy olvidada, de la década en la que yo empecé mi vida adulta, los '60. No hubiera reclamado ni aceptado ninguna ley de cupo.
NOTICIAS: Todavía hoy es muy baja la participación de las mujeres en las universidades una vez que se ingresa en los estudios de posgrado y la investigación.
Sarlo: Eso es cierto porque todavía la reproducción de la especie humana está básicamente a cargo de las mujeres, por más que pertenezcas a las capas medias. Esa situación te obliga a elegir si vas a tener hijos o no. Yo decidí no tenerlos porque percibí muy tempranamente que eso regía para mi clase, salvo que fueras multimillonaria.
NOTICIAS: Uno de sus libros donde aparecen claramente esos dos mundos en los que se mueve es “La pasión y la excepción”, donde está Borges pero también Evita y Montoneros.
Sarlo: Eso soy yo. Tal vez por eso no terminé de hacer nada bien. Mi cabeza tiene un funcionamiento no diría caótico, pero sí binario que va entrecruzando pensamientos e información. Hay mucha gente como yo y podría atribuírselo a las condiciones de la dictadura en las cuales vivimos.
NOTICIAS: En relación a las grietas del pasado y del presente, y no sólo a las grietas políticas, ¿le sorprende el nivel de ferocidad que tienen hoy los enfrentamientos?
Sarlo: Eso son las redes sociales. Se juega con fichas blancas y fichas negras. Se piensa poco y se califica mucho. Mi experiencia es que el diálogo con los intelectuales peronistas siempre era diferente. Con Horacio González, la última vez que compartimos una mesa redonda en la Facultad de Filosofía y Letras, nos fuimos juntos; aunque un rato antes habíamos discutido duro. Si en las redes sociales se choca todo el tiempo, tengo que pensar en cómo es ese dispositivo. Pero además, hoy hay una gran crisis que comienza con la enseñanza.
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