Con el lema “histórica, popular y federal”, La Rioja realizó la edición número 20 de su tradicional Feria del Libro, con quince días repletos de actividades en toda la provincia y, en especial, en su “kilómetro cero”, el Paseo Cultural Castro Barros de la capital.
El éxito del encuentro se reflejó en muy buenos números: 100.000 personas visitaron la feria (muchos lo hicieron varias veces a lo largo de sus dos semanas de duración) y se vendieron más de 20.000 libros. Datos que vuelven a poner en el centro de la escena la importancia de consolidar nuevos escenarios para la actividad cultural, que trasciendan la centralidad de Buenos Aires. ¿Es posible pensar un espacio de consagración local, incluso interprovincial, que compita con la capital del país en importancia?
La efusión con que la gente acompaña esta clase de encuentros hace pensar que sí, que es probable imaginar otro futuro para la difusión del libro, entre otras actividades del pensamiento y el arte, lejos del “mainstream” del Río de la Plata.
Los protagonistas
“El gran mérito, desde el principio, fue de la gente. La primera edición se hizo en un invierno muy frío, pero las salas estaban llenas. Y la asistencia fue masiva. Desde entonces, no paró más de crecer”, cuenta Roberto Rojo, historiador, escritor y periodista, y uno de los autores más prestigiosos de La Rioja. Para él, la tradición cultural de la provincia, desde Rosario Vera Peñaloza hasta Joaquín V. González, explica esta pasión de sus coprovinciacianos por los libros.
Por otra parte, La Rioja es uno de los pocos lugares de la Argentina donde una ley alienta la edición local, desgravando a las empresas que colaboran con la publicación. A este hecho se suma la circunstancia de una sucesión de gestiones políticas que continuaron el proyecto que se inició en 2002, sin demasiadas variaciones. “Todos los escritores argentinos pasaron por acá. El único que falta es César Aira”, dice con una sonrisa Rojo, en alusión a la lista de visitantes que la Feria convoca cada año. En esta edición, la de 2022, estuvieron presentes, por ejemplo, Darío Sztajnszrajber, Juan Solá, Gisela Marziotta, Luis Pescetti, Alejandra Laurencich, Pablo Ramos, Javier Núñez, Mariano Quirós, Tute, Ruth Kaufman, Juan Sklar, Georgina Orellano, Gabriela Cabezón Cámara, Miss Bolivia, Luis Fucks, Soledad Barruti, Mariana Dapuez, Alejo Carbonell, Víctor Pintos, Liliana Heker, Nicolás Jozami, Hernán Brienza, entre otros y otras.
Uno de los escritores que aportó la idea original de la Feria fue Héctor David Gatica, poeta venerado en la provincia, también educador y autor de textos como la “Cantata riojana”, “Este canto es América”, “Los fundadores del olvido” y muchos otros títulos más. “Lo más importante eran los poetas y escritores que iban a venir a esa primera edición. Llegaron desde La Pampa, Neuquén, Misiones, San Luis, Santiago del Estero, Buenos Aires. Fueron 80 actos, 130 participantes, dos salas y un escenario. Uno no tenía que preguntar: ¿puedo sentarme en esta mesa? Los escritores que no nos veíamos en todo el año, allí nos vimos todos los días”, cuenta Gatica, que a lo largo de su vida, hizo de la conexión de autores de Argentina y Latinoamérica, una de sus objetivos en el campo de la cultura.
Entre los proyectos editoriales locales actuales se destaca el de Estantigua de Marcelino Montaña, que se especializa en textos artesanales, libros como objetos de arte y fanzines que invitan a un público no lector a acercarse a la lectura desde un formato diferente.
O el excelente sello Plano editorial, de la Secretaría de Culturas, que publica a los mejores nuevos autores de la provincia y pone a circular sus textos en toda La Rioja.
“Nuestro objetivo ahora es concentrarnos es difundir lo que se produce aquí en el resto del país, además de consolidar lo que ya llevamos hecho”, dice Linda Fragapani, que colabora en la organización de la Feria como miembro de la Secretaría.
La palabra “tinkunaco” es muy importante en La Rioja, porque designa a la mayor celebración religiosa de la provincia, que tiene lugar a fines de diciembre. Una fiesta que recuerda el levantamiento de los originales habitantes de la tierra, los diaguitas, contra el dominio español, en 1593. En la lengua quechua, “tinkunaco” quiere decir “encuentro”. Este término y todos los sentidos que simboliza, se repitió una y otra vez, durante 15 días, en los textos y los expositores de la Feria del Libro de La Rioja. Un espacio donde lenguas, tradiciones y testimonios de todo el país, pueden encontrarse y multiplicarse.
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