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CULTURA | 22-06-2020 09:35

Por qué convienen los clubes de lectura

Son un fenómeno en cuarentena porque recomiendan autores y generan debates. Para todos los gustos y edades.

Llevaban algún tiempo creciendo a paso firme. Tanto para chicos como para adultos, con envíos de libros o solo para reunirse post lectura a debatir, los clubes literarios ya eran un hecho reconocido desde antes de la pandemia. Pero con el encierro repentino y más tiempo que nunca entre manos, sucedió lo que ningún experto pronosticó jamás: la gente volvió a leer. Y así, las suscripciones a estos clubes crecieron exponencialmente.

Leer para conectarse. Este tipo de clubes pueden agruparse en dos: los que envían libros (y luego propician o no el debate) y los que proponen un título para luego conversar sobre él. En esta última categoría se encuentra Club Carbono, creado en octubre pasado por Sebastián Lidijover, con 20 años de trayectoria como librero y promotor editorial, y por ende en una posición inmejorable para recomendar contenido. A partir de una unión con cuatro editoriales independientes (Godot, Gourmet Musical, Sigilo y Leteo), surgió la idea de proponer un libro al mes, que puede conseguirse por los propios medios o a partir de un link en la página del club. De acceso gratuito, “sumarse es tan fácil como anotarse en el formulario de nuestra web y empezar a recibir los mails cada domingo a la mañana”. ¿Qué llega en este newsletter dominical? Nada de lineamientos sobre cómo leer ni consignas duras, sino más bien sugerencias para enriquecer la lectura, tal vez conectando el libro con algún otro texto o eligiendo un tema para reflexionar sobre él. Gracias a las redes se genera luego una interacción, en especial en un grupo de Facebook. Con unos 4100 suscriptores, notan una mayoría de mujeres pero una apreciación sin distinciones con respecto a la elección de los títulos. La mayoría aprecia el hecho de que son libros a los que no hubieran llegado por su cuenta. “Elijo aquellos que yo mismo tengo ganas de leer y que me parece que la gente va a disfrutar”, cuenta Lidijover, que propone tanto novelas como libros de cuentos y ensayos.

Leamos es otra propuesta que se maneja desde la digitalidad. Por $ 550 al mes, permite acceder a un catálogo de miles de libros digitales y audiolibros, con novedades que se actualizan todas las semanas. “Hoy hay otra plasticidad en la relación con los libros, lo que no implica una lectura más superficial sino que propone un trato diferente. Nuestras bibliotecas son híbridas: hay libros en papel, e-books, audiolibros, etc. Así nació Leamos, que propone una manera de relacionarse con las historias antes que con los soportes”, describe María Belén Marinone Soriano, editora de la iniciativa. En tiempos de Netflix y Spotify, también es posible explorar textos con igual libertad y amplitud de abanico. Y, como Club Carbono, también ofrece Experiencia Leamos, un ciclo de entrevistas, charlas, grupos y talleres de lectura y actividades para los suscriptores, creada luego de ver el éxito de la iniciativa (cuentan con más de 70.000 socios). Entre sus distintas categorías, que hacen al fuerte de su enorme caudal, resaltan tanto las novedades como la presencia de autores clásicos como Ian McEwan, Julian Barnes o Michel Houellebecq. También la inclusión de editoriales independientes y contenido exclusivo de distintos géneros, con nombres como Sergio Bizzio e Hinde Pomeraniec.

Directo a la puerta. En el medio de los dos grupos puede ubicarse Pez Banana, una iniciativa creada por Florencia Ure, con una larga trayectoria en las más importantes editoriales del país, y el escritor Santiago Llach. Ellos se ocupan de enviar a los miembros del club un libro por mes y, también, de generar una posterior conversación. “Tanto a Santiago como a mí nos viven preguntando qué leer. Porque nuestras actividades están relacionadas con los libros, pero básicamente porque somos lectores compulsivos”, describe Ure. En esta avidez, ambos se zambullen cada mes en la lectura de todos los libros de ficción prontos a salir, y eligen uno para enviar asegurándose de que nadie puede tenerlo antes. De esta elección se desprende luego una guía de lectura para acompañar la experiencia y se abre la posibilidad de debatir en redes. Como bonus sin costo, escriben un newsletter con otras cuatro recomendaciones a partir de su selección. “Un dato: el libro del mes siempre es sorpresa. La intriga y luego descubrirlo cuando lo reciben resulta lúdico; las personas se ponen contentas como si fueran chicos”, agrega Ure. El proyecto, muy reciente, tuvo un crecimiento especial en estos tiempos de cuarentena (“hasta nos piden los libros de los meses pasados”) y lo que más les llamó la atención fue la amplitud de edades. Porque aunque imaginaban suscriptores similares a ellos, hoy su rango va de los 20 a los 80 años, con mayoría de mujeres.

Una de las patas más interesantes de estos emprendimientos es su capacidad de promover libros que de otro modo no hubieran tenido tantas ventas ni difusión. Este es uno de los fuertes de Bukku, creado en octubre de 2018 por Ana Brandstadter, quien se inspiró en su amor por la literatura y en los modelos de suscripción que hacen foco en la curaduría de los productos. Y así, por $ 650 por mes (con envío incluido dentro de CABA), cada persona recibe un libro pero también algún regalito sorpresa en relación a la lectura. “Actualmente tenemos más de 2000 suscriptores, un número totalmente disruptivo para las editoriales independientes argentinas, que a veces hacen tiradas de 1000 ejemplares o menos. Que les compremos 2100 libros antes del lanzamiento les cambia por completo el negocio”, ilustra Brandstadter. Para ella es clave que la lectura sea ágil y atrapante, y que al mismo tiempo deje una huella. “Generalmente apostamos a los nuevos autores contemporáneos con un estilo fresco y una voz propia fuerte y novedosa”, cuenta. Con mayo como el mes de más suscriptores nuevos desde sus comienzos, queda clara la influencia de la cuarentena.

Y no solo los adultos son adeptos a este tipo de clubes. Los niños también pueden tener su emocionante paquete sorpresa cada mes de la mano de Lecturita, un proyecto creado hace dos años por Celina Alonso a partir de su vivencia personal con sus hijos Fermín y Luisa. “Siempre quise formarles un genuino interés por los libros, y en ocasiones me costaba encontrar títulos que captaran su atención, así como seleccionarlos en la amplia oferta de las librerías”, cuenta. Con clubes similares en Brasil y Francia, no encontró ejemplos locales y puso manos a la obra, con especial hincapié en la idea de generar una experiencia en torno a la llegada del paquete a nombre del niño. Actualmente, unas 4000 familias reciben cada mes los libros, desde Tierra del Fuego hasta Salta. Y aunque hacen envíos para chicos de más de 10 años, su fuerte son los más pequeños, entre 0 y 4.

El gran diferencial en este caso es la segmentación del envío, dado que niños de distintas edades no pueden recibir el mismo libro. Por eso trabajan con profesionales de la niñez, seleccionando el material para cada entrega. “Nuestro equipo basa su elección en función de la edad y fase de desarrollo de cada lector. Nos asesoramos con distintos profesionales: psicólogos, pediatras y psicopedagogos, y también le agregamos nuestra visión personal como madres y padres”, relata Alonso. Y aunque siempre intentan incorporar novedades, mantienen como fijos aquellos que les dieron buenos resultados, e incluso se animaron a incursionar en la industria editorial: “el año pasado lanzamos nuestra primera colección en coedición con Gerbera Ediciones, y ahora estamos trabajando en la segunda junto a la editorial Arte a Babor”. Por entre $ 1260 y $ 1650 por mes, dependiendo el combo elegido, los niños reciben dos libros y alguna sorpresa didáctica. Aunque tal vez lo mejor que llega a casa sea la ilusión por descubrir una nueva historia y así comenzar a tejer lazos profundos con la lectura, un hábito que puede acompañar por el resto de la vida.

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Vicky Guazzone di Passalacqua

Vicky Guazzone di Passalacqua

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