En estas semanas, la cuestión de la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) estará al tope de la agenda en la discusión pública. Más luego de la renuncia de Máximo Kirchner como jefe de bloque del oficialismo en la Cámara de Diputados.
La Argentina incurre otra vez en el problema recurrente del endeudamiento, la emisión monetaria y un déficit importante en sus cuentas públicas. Endeudarse a niveles exorbitantes ya es parte de una condición constitutiva del país: si no hay deuda descomunal no es la Argentina.
La interacción de la Argentina con el FMI encuadra con el concepto de doble vínculo desarrollado por Gregory Bateson para comprender la comunicación con quienes sufren de esquizofrenia y adicciones.
Bateson era un típico exponente de los pensadores de California, de la zona denominada Bay Area, donde luego se desarrollaron gran parte de los emprendimientos en el campo digital. Biólogo, antropólogo, pionero de la cibernética, era una esponja que absorbía diversos rangos del conocimiento para luego crear teorías muy creativas. Quien me sugirió que le pegue lecturas profundas fue el filósofo Alejandro Piscitelli hace veinticinco años atrás, cuando me tocó coordinar un grupo de trabajo en el que estaban Alberto Ure y ocasionalmente Oscar Landi. Un dream team del pensamiento y la acción.
Para Bateson, el doble vínculo se caracteriza por estas condiciones:
- Dos o más personas: aquí los protagonistas son la Argentina y el FMI. La Argentina sería en términos de Bateson “la víctima”.
- Experiencia repetida: la “víctima” tiene esta experiencia de modo reiterativo tal que se presenta como una experiencia habitual. La Argentina se endeuda por encima de sus capacidades, afirma que va a pagar y quien le alcanza las sumas reclamadas hace como si esta afirmación tuviera algún rasgo de razonabilidad, cosa que no lo tiene. Se entabla un juego de simulacros por ambas partes.
- Un mandato primario negativo: “no hagas eso que te castigaré”. Siempre hay una relación basada en el castigo y no en la recompensa.
- Hay un mandato secundario más abstracto donde se pone en juego la supervivencia: “no dudes que lo que hago es por tu bien, no es un castigo”. Las “recetas” del FMI son siempre destinadas a salvar, “curar” al enfermo.
- Un mandato negativo terciario que prohíbe a la víctima escapar del campo: salir del FMI o declarar el default es siempre la no opción.
- Estas condiciones o ingredientes se tornan innecesarios cuando la víctima aprendió a vivir bajo patrones de doble vínculo
La Argentina se ha inmerso en un nueva secuencia de negociaciones donde la comunicación entre las partes está impregnada de metáforas no rotuladas, no convencionales.
Como los niveles comunicacionales son múltiples y simultáneos en las sociedades democráticas desarrolladas, donde prima en un grado apreciable la libertad de expresión, las relaciones en base al doble vínculo se esparcen por todo los ámbitos de lo público.
De allí que gran parte de los debates entre políticos y economistas, las columnas de los medios - esta por supuesto - y las charlas familiares y de café están afectadas por este tipo de relación. Esto ve de manera notable en los programas “de panelistas” (talk shows) donde gran parte de las discusiones incursionan en el doble vínculo. Esto hace que los diálogos construidos a partir de lógicas fracturadas se proyecten, borgeanamente, como espejos.
Nadie espera que la Argentina ordene su economía en términos relativamente ortodoxos o que se digne a cumplir las cláusulas de los sucesivos acuerdos parciales que vendrán con el FMI. ¿O sí?
De allí que cada vez está más presente la actitud de salir del laberinto por arriba y romper este vínculo. Esto se refleja en el drenaje continuo de jóvenes que progresiva, lenta y sostenidamente buscan su futuro en otras partes del mundo. Es nuestro destino circular.
Christian Schwarz es Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES.
por Christian Schwarz
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