¿Ha fracasado el ministro de Economía, Martín Guzmán? Es la pregunta que muchos se hacen después de la baja adhesión que logró el canje de deuda en las tres semanas que se cerraron el viernes pasado. Esa reducida aceptación ha forzado al gobierno de Alberto Fernández a extender el canje por dos semanas, periodo en el que Guzmán deberá engrosar la oferta que le ha formulado a los acreedores. Eso implicará que el Estado deberá ahorrar más, con sus consecuencias para los contribuyentes y el gasto públicos, que tendrán que hacer un mayor esfuerzo. Solo así se lograrán las mayorías necesarias en el canje para evitar que las minorías puedan demandar al país en los tribunales de Nueva York y Londres, como ocurrió ya en la historia del default de 2001, que terminó con un fallo adverso en los tribunales norteamericanos en 2014 y el pago de la deuda que pedían los fondos buitre en 2016.
Guzmán llegó al cargo de ministro como un experto en deuda y para resolver el problema de la deuda que Fernández heredó de Mauricio Macri. Era un experto en deuda dentro del mundo académico, incluso en la Universidad de Columbia, pero carecía de experiencia en la administración pública o en el sector financiero privado. El fracaso de su propuesta de pago a la hora atraer a los bonistas (no así a los académicos internacionales) podría llevar a pensar que también fracasó Guzmán en sus seis meses de gestión. Si les hubiese ofrecido más, quizá hubiera logrado la aceptación requerida, aunque también podría haber llegado a un acuerdo poco sustentable y quizás dentro de un año podríamos tener otra vez una crisis de deuda, como plantean por ejemplo otros expertos en deuda como el ex secretario de Finanzas Daniel Marx.
Aunque el canje inicial fracasó y Guzmán quedó bajo fuego, el ministro aún puede evitar la derrota, que quizá lo condene a la renuncia o al despido. Si llega a un pacto, aunque haya cedido un poco, puede mostrarse triunfante. A principios de este año, cuando comenzaron las reuniones entre el Gobierno y los acreedores, ellos pedían una quita del 30% . Guzmán les ofreció, según ellos, una poda del 68%. Pero hoy en día están dispuestos a aceptar una reducción de entre el 60% y el 64%. Hoy el arreglo parecería estar más cerca.
El problema radica aún en el pago de intereses. El ministro ofreció comenzar a capitalizarlos desde 2022 y a pagarlos en 2023, año de elecciones presidenciales, y con una tasa menor al 1%, como de país desarrollado. El fondo BlackRock, el principal del mundo y uno de los mayores acreedores de la Argentina, anhelaba capitalizar intereses desde ahora y cobrarlos desde 2021. En el Gobierno sostienen que realmente no hay plata para abonarlos en los próximos tres años.
Por lo pronto, ambas partes están negociando. “Parece que Alberto le dijo a Guzmán que no rompa más las bolas y que negocie -relatan en un fondo de inversión con bonos argentinos-. Esta experiencia académica de meter el dedo a los fondos se terminó. La pregunta es si llegan a un acuerdo en diez días. Pero la actitud de Guzmán cambió: antes decía que 'tomalo o dejalo', no contestaba los teléfonos, nos acusaba de usureros, y ahora ya no.”
Si Guzmán consigue un buen acuerdo, aunque no sea el que había soñado, podrá darse por victorioso. Aunque muchos lo criticarán por izquierda y por derecha. Si cede demasiado para pactar o si no logra el arreglo, su suerte podrá quedar echada.
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