Para lanzar un programa integral de desinflación se requieren cuatro condiciones:
1. Que no exista dominancia fiscal para garantizar autonomía al Banco Central. Esto implica generar un superávit fiscal primario que asegure la sostenibilidad de la deuda pública. El valor exacto del superávit no lo conoceremos hasta que se avance en reestructurar la deuda.
2. Precios relativos alineados. Tipo de cambio real, tarifas y costos laborales deben ser compatibles con los superávits fiscal y comercial demandados por los compromisos de deuda y con un crecimiento que, como mínimo, cree empleo al ritmo de aumento de la oferta laboral.
3. Política monetaria consistente con la desinflación planeada. Si hay pendientes correcciones marcadas de precios relativos esa política no será creíble.
4. Iniciativas específicas para eliminar el componente inercial de la inflación. Sin correcciones de precios relativos que aceleren la inflación será más fácil inducir a que precios y salarios nominales se coordinen en función de las expectativas de inflación futura y no pasadas.
Las dos últimas condiciones están supeditadas al cumplimiento de las primeras y conseguirlas llevará tiempo. Antes de lanzar el programa integral de desinflación, se necesita uno de transición cuyos objetivos prioritarios sean estabilizar el superávit fiscal primario y los precios relativos y reactivar.
En la transición, el Central tiene que ordenar su hoja de balance y manejar cautamente la liquidez para evitar presiones sobre la brecha cambiaria y la inflación esperada. Para construir credibilidad, la transición debe avanzar con baja conflictividad y en el marco de un crecimiento con sesgo en favor de la inversión y del sector transable, para suavizar la restricción externa. Ayudaría comprometer para el futuro reformas tributarias en línea con esto último, aunque resguardando el superávit.
*Profesor de la UBA y San Andrés.
por José Fanelli
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