Cierre de año y tiempo de balances. La soja en el mercado local subió 33% en dólares en 2020, el maíz 44% y el trigo 25%. Pero como si eso fuera poco ayer tuvimos en Chicago un salto de 4% diario en soja, 5% de maíz y 3% en trigo, trasladado en parte al mercado local. Tras esto hay algunas cuestiones estructurales y otras más bien coyunturales que vamos a desgranar, tratando de no ponernos tan técnicos.
En lo estructural tenemos un actor central que es China. Venía de hacer grandes esfuerzos durante 2019 por contener la fiebre porcina africana. Más de la mitad de los cerdos del mundo se crían en el país oriental, y hubo que sacrificar casi el 40% del total. Una vez controlado el brote, se retomó la producción, pero esta vez más industrializada, en enormes granjas que permiten una mayor eficiencia, pero que usan como principal insumo el alimento balanceado. Esta forma de producción exige cantidades inmensas de maíz (aporte de energía) y harina de soja (aporte de proteína). Por eso, las compras chinas de soja para molienda, y de maíz explotaron.
Esto se produjo justo en medio del inicio de la pandemia, y recordemos que en aquel momento los protocolos no estaban claros, por lo que se generó un parate total en la distribución de mercaderías. Además, hizo que China y otros países agotaran sus reservas, que ya de por sí eran bajas. En un mundo acostumbrado a grandes producciones, los países importadores de materias primas alimenticias mantenían stocks bajos, comprando lo que necesitaban puntualmente.
La conjunción de la reconversión de stocks, más el paso a trabajar con mayores reservas de alimentos, hicieron explotar la demanda de granos. Este es el componente más estructural que vamos a encontrar, y que de hecho explicaría por qué China se convirtió en un fuerte importador neto de maíz a pesar de tener una producción interna muy grande: tiene mayor demanda en forma estructural. Pero cuidado que no es sólo China, ya que el resto de los compradores también convalidan estos precios.
Por el lado de la oferta veníamos con cosechas muy buenas Sudamericanas del ciclo previo, que absorbieron el impacto inicial del salto de demanda. Pero entre que la cosecha norteamericana no fue perfecta y que en un año Niña haya temor por la producción en curso de nuestra región, el precio de equilibrio de los granos se dispara.
El otro componente es el financiero. La menor actividad generada por el COVID19 en las economías, están llevando a una fuerte expansión monetaria en todos los países del mundo, con tasas de interés muy bajas. Esto redunda en un dólar devaluándose, lo que es alcista para los commodities en general. Esto no es definitorio para los granos, pero ese precio de equilibrio de por si más alto mencionado antes, se eleva todavía más.
¿Y qué pasó ayer que subió tanto? Ayer puntualmente el Departamento de Agricultura de EEUU publicó una serie de reportes en donde no sólo bajó todavía más los rindes obtenidos en su país, sino que encontró stocks de maíz mucho más bajos que los esperados, lo que sugiere un consumo todavía mayor al que se venía trabajando. Las ecuaciones de oferta y demanda se empiezan a poner tan estrechas, que aplicando contabilidad creativa bajaron consumo y exportaciones para el nuevo ciclo, subiendo precios, a fin de evitar llegar a niveles de existencias finales (diferencia entre producción y consumo) que resultarían alarmantes. La reacción del mercado no se hizo esperar: una fuerte suba.
¿Y ahora como sigue la historia? Podríamos argumentar que, con fondos especulativos muy comprados en futuros, podríamos ver en cualquier momento una toma de ganancias negativa. Estos operadores vieron la tendencia alcista, compraron y vienen ganado. Pero para llevarse el resultado tienen que vender, y cuando lo hagan los precios deberían caer. No obstante, el clima en Sudamérica todavía genera dudas, y los compradores finales, en vez de asustarse de los precios altos, aceleran compras.
Finalmente, a nivel macro para Argentina esto se toma como una buena noticia: más recaudación de derechos de exportación, ingreso de divisas, y efecto derrame del agro en el resto de la sociedad. Pero en el campo hay un dicho "no hay que contar los chorizos antes de atarlos". Estamos con reservas de humedad muy bajas, y cultivos que van "zafando" con las lluvias que van llegando. Pero se viene el peor momento para la soja (fin de enero/febrero) y en marzo el de maíz tardío (70% del área sembrada). Una menor producción podría complicar el resultado final.
Adicionalmente, el manoseo de los derechos de exportación de soja del último trimestre del 2020, las idas y vueltas con el registro del maíz, y una brecha cambiaria que se calmó, pero sigue siendo elevada, enrarecen el clima de negocios para el productor argentino.
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por Dante Romano, gerente de Consultoría y Análisis de Mercado de FyO
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