¿Qué los llevó a dedicarse a esta empresa?
Desde hace casi siete décadas estoy vinculado a la golosina. Tuve el privilegio de conocer personalmente fundadores de empresas exitosas, verdaderos iconos del sector, como Fulvio Pagani de Arcor, a Fort de Felfor, Stanislawsky de Stani, o Nuñez de Bagley.
Si uno sabia escucharlos, eran libros abiertos de experiencia, anécdotas y sabiduría. Así que crecí admirando a esas personas, con su perseverancia, tenacidad y sapiencia.
¿Cómo iniciaron el proyecto?
Un buen día junté coraje y me atreví a poner mi propia fábrica de alfajores. Al principio, desbordante de entusiasmo. Con el paso del tiempo, la realidad hizo lo suyo, y me fui dando cuenta que nada es fácil en estos tiempos en donde se privilegia lo financiero por sobre el trabajo genuino.
Uno no puede echarle toda la culpa a la coyuntura, y asumir que quizá no tenga la capacidad, ni la inteligencia de los grandes. Solo puedo compartir con ellos, cierta dosis de audacia y locura visionaria.
Después de algunas adversidades, mis sueños de grandeza fueron trocando por otros más sencillos, y me concentré simplemente en hacer un alfajor rico que le guste a la gente.
¿Qué características particulares tiene su producto?
Mi alma de gordo me llevó a experimentar en la técnica ancestral del glaseado, que brinda a la fruta un sabor único y exuberante. Si a eso le agregamos un dulce de leche de buena calidad, ya pasa a ser pecaminoso, y si a eso le incorporamos un buen chocolate, se produce una explosión de sabor en la boca.
Con el invento argentino del dulce de leche, nació el alfajor La Catedral, incorporando las propiedades únicas del arándano, la nobleza de la nuez y la sensualidad de la cereza.
¿Qué proyectos tienen a futuro?
Estamos abocados al presente, y no pretendo ser el más rico, ni el primero en ventas. Si puedo ofrecer un poco de felicidad al que lo consuma, mi misión ya estará cumplida.
Para conocer: Whatsapp: 011 1568568138.
Conoce más en www.alfajoreslacatedral.com.ar o en su perfil de Instagram.
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